jueves, 27 de agosto de 2009

*LA DEMOCRACIA NO NOS ESTÁ DEFRAUDANDO, BALANCE DE UN SIGLO, RICARDO VILCHEZ NAVAMUEL

Según el escritor sueco Johan Norberg, Suecia era en 1870, más pobre de lo que es el Congo hoy y la gente vivía veinte años menos de lo que se vive en la actualidad en los países en vías de desarrollo.

De acuerdo a “Freedom House”, en 1900 dominaban las monarquías y los imperios, “había 25 países con prácticas democráticas restringidas” y no había ningún Estado al que se le pudiese considerar como una democracia electoral moderna, similar al menos, a las de los años 80. En Gran Bretaña al igual que pasaba en Estados Unidos con los ciudadanos negros, se rechazaba el derecho al voto de la mujer. Para esta misma fecha, había únicamente 55 Estados soberanos. El resultado era, que solo el 12.4% de la población mundial vivía en esas condiciones.
Y el resto de esa población, el 87.6% ¿cómo lo hacía?

En este mismo año, 1900, en España, las mujeres seguían careciendo de derechos legales. El 66% de las mujeres eran analfabetas frente al 47.5% de los hombres. En New York, el 8 de marzo de 1908, 130 mujeres murieron quemadas por un incendio provocado, después de tratar de reivindicar mejores condiciones de trabajo. En 1912, mujeres chinas invadieron el Parlamento para reclamar el derecho al sufragio. Y no fue sino hasta 1929 que lo consiguieron en Inglaterra.

Después de la segunda guerra mundial y la derrota del totalitarismo nazi se produjo un aumento de los Estados democráticos.

En 1948 ocurre algo insólito, casi imposible de pensar: Costa Rica, un pequeño país de Centroamérica, decreta la abolición de su ejército. Se empieza a romper un paradigma hasta ese momento vigente en los estados soberanos y del ser humano. Por primera vez se contemplaba la posibilidad de vivir en democracia sin contar con las armas.

En ese mismo año, el 10 de diciembre, una de las fechas más importantes de la historia humana, se hace La Declaración de los Derechos Humanos, donde se reconocen por primera vez los derechos de cada persona sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento, o cualquier otra condición, al tiempo que reconoce el derecho a la intimidad, a la educación, al bienestar y al disfrute del tiempo libre….

Hacia mediados del siglo XX había 22 democracias que representaban ya el 31% de la población mundial y se sumaban 21 Estados con prácticas democráticas restringidas o democracias emergentes, representando el 11.9% de la población del globo. En total, para 1950, había 80 Estados soberanos.

No hace ni 50 años, desde que la estadounidense negra Rosa Parks se negó a ceder su asiento a un blanco en un autobús de Alabama y se desencadenó todo un movimiento en pro de los derechos civiles en los Estados Unidos de Norteamérica. El sufragio universal llegó a Nueva Zelanda en 1893, Australia en 1901, Finlandia en 1906, Estados Unidos en 1920, España en 1931, Francia en 1945 y en Suiza no llegó hasta 1971

El estudio clásico de Jeffrey Sachs y Andrew Warner de 117 países entre los 70 y 80, mostró que “las naciones en desarrollo abiertas tenían una tasa de crecimiento anual del 4.5% comparado con el 0.7% de los países en desarrollo con economías cerradas a diferencia del 2.3% de las naciones industrializadas con economías abiertas.

Según Johan Norberg, de acuerdo con estadísticas oficiales de los distintos gobiernos, Naciones Unidas y Banco Mundial, todas estas señalan en la dirección de que la humanidad nunca antes había estado mejor. Un logro dramático de las tres últimas décadas.

En los últimos 30 años, el hambre crónica y el trabajo infantil se han visto reducidos a la mitad en los países en desarrollo. En los últimos 50 años la expectativa de vida ha subido de 46 a 64 años y la mortalidad infantil ha sido reducida del 18% al 8%. Para el año 2000 ya podíamos contar con 192 estados soberanos. De estos 192 países, 120 están representados por democracias liberales, algunas de ellas muy frágiles, con las que estamos moralmente obligados a cooperar. Como resultado de esto, hoy podemos decir que el 58.2% de la población mundial vive en ambientes democráticos liberales.

En cuanto al ingreso promedio de los países en desarrollo, tan solo en una generación, se ha duplicado. De acuerdo a PNUD (Programa de Desarrollo de Naciones Unidas), en los últimos 50 años la pobreza global ha disminuido más que en los últimos 500. El número de pobres absolutos (los que viven con menos de 1 dólar al día) ha disminuido, de acuerdo al banco Mundial, en 200 millones de personas en los últimos 20 años, habiendo crecido la población mundial casi una treinta por ciento.

En la Asamblea General de las Naciones Unidas efectuada en la 8ª sesión plenaria del 8 de septiembre de 2000, se aprobó la declaración del Milenio que en su artículo 24 dice así: “No escatimaremos esfuerzo alguno por promover la democracia y fortalecer el imperio del derecho y el respeto de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales internacionalmente reconocidos, incluido el derecho al desarrollo”.

Aunque todavía haya algunas personas a las que les cueste creerlo, es indiscutible que la democracia es el sistema de gobierno que ha permitido y a su vez aportado más, para que la humanidad logre una convivencia con mayor bienestar social, económico, paz, libertad y desarrollo humano. Por eso lamentamos el hecho que en América Latina, algunos políticos de los últimos 50 años no tuvieron y no tienen todavía en sus planes de gobierno consolidar las democracias. Todo lo contrario, pues siendo elegidos democráticamente nos anuncian con “bombos y platillos” “un socialismo del siglo XXI.

Por cierto, en un Informe Sobre Desarrollo Humano de septiembre del 2005, entre otras cosas reconoce que, “La democracia es valiosa en sí misma - y por consiguiente un indicador del desarrollo humano por mérito propio – pero también es un medio para avanzar hacia objetivos más amplios del desarrollo humano”.

Esto no significa que todo esté hecho, al contrario, debemos de redoblar los esfuerzos para consolidar y mejorar la democracia. Estos datos nos permiten visualizar, que todavía hay mucho que hacer, que tal y como lo hemos señalado en otras oportunidades, la democracia es un proceso, evoluciona como lo hace el ser humano y debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar y enseñar a que otros Estados logren lo más rápido posible el bienestar para sus pueblos.

Por todo lo anterior proponemos cuatro iniciativas: 1) Debemos de educar para la democracia; incluyendo en los programas de educación el tema democracia permanentemente en primaria y secundaria. 2) Creemos que es necesario ampliar y modificar la “Carta Democrática” para no solo proteger a las democracias desde la perspectiva electoral sino también a nuestros países institucionalmente. 3) Creemos que ya es hora de formular “La Declaración Universal de la Democracia” y promover un “Alto Comisionado para la Democracia en Naciones Unidas”.

Ricardo Vilchez Navamuel
Promotor del Proyecto Educar para la Democracia
info@ricardovilchez.com

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