jueves, 27 de agosto de 2009

*EL LIBERALISMO ¿PENSAMIENTO UTÓPICO O ESPERANZA POLÍTICA?, ANDRÉS SIMÓN MORENO ARRECHE, MARTES, 25 DE AGOSTO DE 2009

Al igual que F. Hayek, yo estaría dispuesto a sumarme a los que, oponiéndose a la economía de mercado, proponen alternativas para asegurar el bienestar de las personas de todos los países, si su interpretación del orden social y las soluciones esgrimidas, reflejaran la realidad. Pero todo lo que proponen los enemigos del pensamiento liberal, produce resultados exactamente contrarios a los que ellos pretenden. Esto se ha hecho más evidente a la luz de las campañas emprendidas contra la globalización, en las que resulta fácil predecir que, si las actuaciones que proponen en beneficio de los países pobres se pusieran en práctica, el resultado sería sumirles en mayor miseria.

Al chavismo bolivariano y demás partidarios del socialismo del siglo XXI les ha dado por calificar al liberalismo económico de "pensamiento único". El pensamiento verdaderamente liberal no puede llamarse único, ya que son pocos los que en realidad lo comparten y muchos más los que abominan de él, y también más los que, en la derecha, por el complejo de lo políticamente correcto, no les gusta verse incluidos entre los partidarios del liberalismo económico. El pensamiento liberal no es, pues, un pensamiento único en el sentido de que sea compartido por muchos, pero sí es verdaderamente único, porque si se aplica correctamente, es el "único" capaz de producir riqueza y bienestar para el mayor número de las personas que componen la raza humana, liberando de la pobreza a aquellos que forman parte de los países atrasados.

El Liberalismo fue la ideología prevaleciente en Europa y América durante los siglos XVIII y XIX, movimientos intelectuales que se caracterizaron por la transformación social y el progreso sin precedentes que acontecieron en ellos. La atmósfera de libertad y libre empresa trajo consigo el rápido desarrollo de la ciencia, la tecnología y la industria. La relatividad de Einstein reemplazó a la física de Newton, la alquimia se transformó en química, la medicina avanzó de Hipócrates a Pasteur. La tecnología y la industria reemplazaron el trabajo del hombre con el del vapor y la electricidad, el caballo y la carreta con automóviles y aviones. La esclavitud, el estigma que llenó de vergüenza a la Humanidad desde los albores de la prehistoria, desapareció del mundo occidental.

Por otra parte remanentes de ideologías totalitarias que prevalecieron en el pasado, son claramente discernibles en el pensamiento de numerosas personas que actualmente se proclaman “liberales”. Esto contribuye a aumentar la confusión sobre lo que realmente es el Liberalismo, haciendo más urgente la necesidad de una versión moderna, adaptada al lenguaje y necesidades de nuestro tiempo de estas ideas clásicas. Difícilmente podrá encontrarse una denominación política que no haya tenido, en diferentes momentos y sitios, significados distintos y aún contradictorios. Por ejemplo: “Socialismo” significó en un principio “Liberalismo con tendencia social”. Los primeros socialistas, Claude Henry Comte de San Simón (1760-1825), Robert Owen (1771-1858), y François Fourier (1772-1837), promovieron la formación de cooperativas de granjeros destinadas a mejorar su capacidad competitiva en el mercado libre.

Con la aparición del “Socialismo Científico” de Karl Marx (1818-83) and Friedrich Engels (1820-95), pasó a denotar una ideología totalitaria que abogaba por la supresión de la propiedad privada y la eliminación de la burguesía y la religión. Los términos “Socialista” y “Demócrata-Socialista” pasaron a ser sinónimos entonces de “comunista”, denotando una ideología diametralmente opuesta al Liberalismo.

Cuando el nombre del “Partido Social-Demócrata de los Trabajadores de Rusia”, fue cambiado por Lenín a “Partido Comunista”, “Socialismo” pasó a denotar una variante no revolucionaria del Marxismo, vinculada a la facción Menshevik de aquel partido.

Simultáneamente, el término “Socialista” apareció integrando el nombre de movimientos anti-marxistas, como el “Partido Nacional - Socialista Alemán”. Actualmente la mayoría de los partidos socialistas y social-demócratas han pasado del apoyo a la propiedad social y a la economía centralizada a apoyar la propiedad privada y la libre empresa. Dondequiera que están hoy en el poder, intentan privatizar las empresas que ellos mismos nacionalizaron años atrás y tienden a llamarse a sí mismos “liberales”, a pesar de continuar apoyando la intervención gubernamental en áreas que el Liberalismo clásico atribuye a la actividad privada. Esto oscurece el significado de “Liberalismo” y fuerza al Liberalismo auténtico a buscar nuevas denominaciones como “Liberalismo Clásico”, “Libertarios”, etc.

La ideología Liberal puede ser resumida por el slogan de Rousseau que sirvió de emblema a la Revolución Liberal a ambos lados del Océano Atlántico, a fines del siglo XVIII: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”.

Los principios fundamentales del Liberalismo se encuentran en las dos fuentes primarias de la Civilización Occidental, la Biblia y la Filosofía Griega. La citada discusión bíblica, en la que los Ancianos de Israel piden a Samuel un Rey, involucra claramente la idea del “contrato social”. El pueblo rinde voluntariamente su libertad original a cambio de la seguridad brindada por un poder central. Idea que constituye la base filosófica-política de muchos de los precursores más prominentes del Liberalismo moderno: Thomas Hobbes (1588-1679) , John Locke (1632--1704) y Rousseau (1712-1778).

Un significativo antecedente bíblico de tolerancia religiosa y legitimación de la existencia de diferentes, pero moralmente equivalentes, religiones se encuentra en la profecía de Miqueas (siglo VIII a.C.) la cual prevé la adopción de los mandamientos y enseñanzas de la Biblia por numerosas naciones no judías; “ y vendrán numerosos pueblos, diciendo venid, subamos al monte del Dios de Jacob, que nos enseñe sus caminos para que marchemos por sus sendas... pues los pueblos marchan cada uno en el nombre de sus Dioses, pero nosotros marcharemos en el nombre del Señor nuestro Dios para siempre” (Miqueas 4, 1-5).

Esta profecía puede ser considerada como la raíz bíblica del Deísmo, o sea la creencia en un Dios universal sin aceptar ni un dogma ni una revelación específica, que fue la forma de religiosidad compartida por numerosos pensadores liberales desde Edward Herbert, Barón de Cherbury (1583--1648), Anthony Ashley Cooper, Conde de Shaftesbury III, Thomas Paine (1737-1809), y Thomas Jefferson (1743-1826) hasta Albert Einstein (1879-1955).

Una elaborada filosofía política liberal se encuentra en la Grecia clásica, culminando con la obra científico filosófico de Aristóteles (384-322 a.C.) cuyas ideas en todos los campos de la cultura humana desde la Física a la Ética, han influenciado la cultura occidental por siglos. En su libro “Política”, Aristóteles analizó regímenes existentes, posibles y aún utópicos, estableciendo muchos de los principios liberales formulados más tarde por Montesquieu en “El Espíritu de las Leyes” (1748). Por otra parte, Aristóteles aparece como precursor de Adam Smith en el tema específico de propiedad común vs propiedad privada: “La propiedad debe ser en un cierto sentido común, pero como regla general privada, puesto que teniendo un interés distinto, los hombres no se quejaran entre sí, y progresarán más, porque cada uno estará atento a su propio negocio”. (Aristóteles, “Política”, II,V).

Aunque las dos fuentes de que se nutre la civilización occidental – la Biblia y el Clasicismo Griego –están claramente orientadas hacia el Liberalismo, éste no aparece en Europa occidental hasta el siglo XVIII. Su aparición fue la consecuencia natural de una serie de acontecimientos culturales, que tuvieron sus comienzos en el siglo XIV, con el Renacimiento:

• El Renacimiento (Siglos XIV a XVI d. C.) introdujo en la Europa Medieval el pensamiento científico, la filosofía y el arte greco-romanos. Esta colisión cultural generó un despertar espectacular: Dante, Leonardo da Vinci, Rafael, Michelangelo, Brunelleschi y Shakespeare, son sólo algunos dentro de una larga lista de representantes de este luminoso amanecer de la cultura europea. Las filosofías griegas y romanas y sus democráticas instituciones proporcionaron los elementos políticos necesarios, para el futuro surgimiento del Liberalismo.

• La imprenta, inventada por Gutemberg (1400-1468), abrió una nueva era en la historia de la humanidad: La Edad del Libro. Libros y periódicos pasan a constituir un nuevo y poderoso medio de comunicación entre individuos y naciones. La cultura se vuelve universal, las distancias y los océanos ya no obstaculizan la expansión de las ideas. Montesquieu es más leído en América que en Francia. La Biblia y los clásicos se hacen accesibles a todos. El mundo vive una revolución cultural de proporciones inauditas.

• La reforma religiosa del siglo XVI: El espíritu crítico despertado por el Renacimiento tuvo también su expresión en el área religiosa, Martín Lutero (1483-1546), Ulrich Zwingli (1484-1531), y John Calvin (1509-1564), lucharon por el derecho de libre interpretación de las Sagradas Escrituras. La Biblia, impresa y traducida a varios idiomas, se volvió lectura obligatoria para una gran parte de la población, tanto europea como americana, que fue así directamente influenciada por sus principios liberales.

• La revolución en la Física y la Astronomía, que empezó con Copérnico (1473-1543) y Galileo 1564-1642), y alcanzó su máxima expresión con Newton (1642-1727), desafío el dogma religioso y la autoridad científica de Aristóteles que había prevalecido por dos milenios. Un nuevo concepto de libertad se introdujo en el pensamiento científico y se extendió a los campos filosóficos, religiosos y políticos. La nueva Física proporcionó la base para los desarrollos tecnológicos, que llevarían a la Revolución Industrial.

• Los avances filosóficos durante el siglo XVII, representados por Descartes (1596-1650) y Spinoza (1632-1677), dieron a la fe una base racional, abriendo así el camino para el advenimiento del Deísmo con la consecuente tolerancia religiosa, sostenida por la mayoría de los fundadores del Liberalismo en el siglo XVIII.

• La Masonería, organización liberal secreta e internacional de incierto origen que aparece en Londres en 1717. Numerosas influyentes figuras históricas, como los tres grandes libertadores de América: George Washington, José de San Martín y Simón Bolívar fueron masones. Según la tradición masónica, su origen se remonta a los fenicios, quienes después de construir el Templo de Salomón regresaron a Jerusalén imbuidos de las ideas liberales de la Biblia. Sus lugares de reunión se llaman “templos” y están decorados con dos columnas llamadas Jachim y Boaz (Crónicas II 3,17), al igual que las del Templo de Salomón. Herramientas de construcción son parte de sus símbolos. Fe en Dios, el Gran Arquitecto, es un requisito para ser aceptado como miembro de la organización, pero sin hacer distinción alguna entre las religiones.

• La Revolución Industrial, que empezó en Gran Bretaña a mediados del siglo XVIII, puso en movimiento una rápida transformación de la estructura social, con los consiguientes problemas que exigieron nuevas soluciones. Las primeras innovaciones fueron introducidas en la industria textil por James Hargreaves ( ¿? – 1778), Richard Arkwright (1732-1792) y Samuel Crompton (1753-1827), quienes usaron la energía de las corrientes de agua para acelerar y mejorar el trabajo que hasta entonces dependía del esfuerzo físico del hombre, simultáneamente, otras poderosas fuentes de energía eran creadas gracias a las investigaciones de James Watt en 1796, Thomas Savory en 1698 y Thomas Newcomen en 1712.

• La Edad de la Razón, movimiento filosófico, que prevaleció durante el siglo XVIII, abogó por la crítica racional de todas las creencias y verdades aceptadas.

Es sobre este fondo que el Liberalismo emerge, con los trabajos científico-filosóficos de Montesquieu (1698-1755) en política, Adam Smith (1723-1790) en economía, Joseph Priestley (1733-1804) en religión y educación, y otros numerosos pensadores que cubrieron todos los campos de la vida humana, dando al Liberalismo moderno su actual forma. Lo que ha sido, hasta entonces, un pensamiento utópico y semánticamente confuso, se ha presentado en la modernidad como una opción política válida y trascendente, con la que Occidente se ha opuesto a todo tipo de totalitarismo, refrendando la libertad del individuo por sobre los dicterios del Estado, y relegando a este último a su concepción originaria: la gerencia ejecutiva y legislativa del Estado, preservándole a los ciudadanos la construcción de los destinos de la Nación.

Para quienes estamos plenamente convencidos de que Venezuela se merece un mejor futuro para todos, El Liberalismo nos abre la ventana hacia un porvenir más venturoso. Nos indica un camino muy diferente del enigmático y críptico “Socialismo del Siglo XXI” porque muestra resultados positivos, palpables y comprobables en todas las ciencias del saber y del actuar. La sociedades que han progresado sostenidamente son las que se han orientado hacia una democracia liberal, vale recordar, aquellas que ejercen con plena vigencia los derechos individuales; que cuentan con sistemas gubernamentales federados y descentralizados, cuyos dirigentes gubernamentales , empresarios y líderes políticos poseen y practican sólidos principios éticos y morales, y con un Estado limitado a su función rectora y coordinadora de la sociedad, ejecutando sus responsabilidades básicas (Integridad nacional, rectoría de la educación, salud y seguridad públicas, políticas fiscales y monetarias y una real independencia de los Poderes constituidos). En este tipo de sociedad abierta a la globalización económica, pero con un sólido compromiso social por parte de las empresas y el Estado, es donde Venezuela podrá gestar un crecimiento y un desarrollo social sostenidos en el tiempo y generadores de riqueza y bienestar para las futuras generaciones.

andresmorenoarreche@gmail.com

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