La violencia es el peor enemigo del comunismo, por ello, la base de la filosofía de estos farsantes es una combinación de un totalitarismo mental, una represión absoluta de las libertades individuales y el miedo a reaccionar contra los verdugos.
La idea de los cambios pacíficos en la sociedad se popularizó en el siglo pasado cuando el gran líder hindú Mohandas Karamchand Gandhi condujo a la India hacia la independencia con la filosofía de la desobediencia civil y la «no violencia» como bandera.
Sin embargo, los admiradores de este gran hombre olvidan que lo más importante para él era el descubrimiento de la verdad, o Satia. Él seguía el camino aprendiendo de los errores, así como llevando a cabo experimentos en sí mismo. Para él, «La Verdad es Dios.» Por ello, en honor a la verdad divina, hay que ver la filosofía de Gandhi dentro del contexto histórico y cultural donde esta brillante mente se desarrolló.
La desobediencia civil y la no violencia funcionaron bien en la India, porque en ese país existía un gran conocimiento de esos valores y, por otra parte, los colonizadores ingleses no eran totalitaristas que controlaban la vida y la mente de la población.
Contra el comunismo, la desobediencia civil y la no violencia no funcionan. Es más, los regímenes totalitarios comunistas se aprovechan de esa filosofía para engendrar en las mentes de las víctimas de ellos, el miedo al cambio. Los ejemplos de cambio en los países socialistas son falsos.
Es un mito propagado por los comunistas entre sus enemigos que la única forma de zafarse de la dictadura comunista es la práctica de la desobediencia civil y la no violencia. Lo cierto es que la no violencia protege a los comunistas cuando gobiernan y hasta cuando pierden el poder que sustentan.
No fue ni la desobediencia civil ni la no violencia lo que causó la caída de los regímenes socialistas europeos. Fue el que los líderes se dieron cuenta de que la economía colectiva sólo llevaba a la ruina y que ellos, si querían mantener los privilegios y conseguir más privilegios todavía, tendrían que cambiar el sistema económico, con excepción de Ceausescu, el único dictador latino entre los países comunistas europeos.
En Polonia, fue la posibilidad de gran violencia en el futuro si los cambios que Lech Walesa proponía no se realizaban lo que hizo caer en pánico al Partido. En Checoeslovaquia (Chequia y Eslovaquia) el control del país no estuvo nunca en manos de los comunistas, sino en manos de dirigentes acosados y amenazados —igual caso el de Hungría.
En Cuba, se puede ver claro como la no violencia protege a los esbirros y matones del gobierno militar. En Venezuela, la violencia beneficia a las fuerzas de los demonios rojos, y hace víctimas para generar miedo en los opositores heridos, encarcelados, discriminados y acosados. Ellos nunca practican la no violencia.
Como decía en mi artículo The Mexican Embassy Case:
«El día en que las víctimas les rajen la cabeza a pedradas a los abusadores de las Brigadas de Respuesta Rápida y hieran el cuerpo de los karatecas con cuchillo caseros o cuchillas de afeitar. Esos vergantes lo pensarán dos veces antes de atacar
Los comunistas cuando sienten que pierden el apoyo del todopoderoso estado se acobardan.
Propagar la no violencia contra estados totalitarios es enviar corderos al matadero.
Los que luchan por la libertad y la democracia contra los matones rojos en Venezuela deben aprender esa realidad, en especial porque los demonios rojos cuando se apoderan del poder absoluto no tienen misericordia con nadie. Los comunistas (y sus aprendices islámicos entrenados por ellos para que un día les arranquen la cabeza los primeros) practican todo tipo de violencia desde terrorismo con bombas, hasta terrorismo de estado, causando el pánico en los ciudadanos que aprenden a auto-censurarse, fusilan, arrestan, torturan, sofocan, destruyen las vidas de los opositores discriminándolos y arrebatándoles el derecho de ganarse la vida. A los comunistas sin embargo los intelectuales del mundo les perdonan todos los crímenes y los ensalzan como héroes.
A los enemigos de los comunistas se les enseñan el pacifismo, la no violencia, aunque las víctimas vean a los torturadores y criminales paseándose por las calles de países democráticos con total falta de pudor… porque hay que perdonar.
Por favor, abran los ojos. A los comunistas no se les puede ganar la batalla tirándoles flores. Aunque la campaña de lucha sea mano a mano donde el que pueda, si tiene la oportunidad “elimine a un esbirro comunista” del camino.
Desde pequeños, todos aprendimos que a los abusadores en la escuela sólo se les paraba enfrentándoseles y los que eran débiles físicamente usaban un palo y una piedra, y el abusador dejaba de serlo. Aprendan de la niñez.
La idea de los cambios pacíficos en la sociedad se popularizó en el siglo pasado cuando el gran líder hindú Mohandas Karamchand Gandhi condujo a la India hacia la independencia con la filosofía de la desobediencia civil y la «no violencia» como bandera.
Sin embargo, los admiradores de este gran hombre olvidan que lo más importante para él era el descubrimiento de la verdad, o Satia. Él seguía el camino aprendiendo de los errores, así como llevando a cabo experimentos en sí mismo. Para él, «La Verdad es Dios.» Por ello, en honor a la verdad divina, hay que ver la filosofía de Gandhi dentro del contexto histórico y cultural donde esta brillante mente se desarrolló.
La desobediencia civil y la no violencia funcionaron bien en la India, porque en ese país existía un gran conocimiento de esos valores y, por otra parte, los colonizadores ingleses no eran totalitaristas que controlaban la vida y la mente de la población.
Contra el comunismo, la desobediencia civil y la no violencia no funcionan. Es más, los regímenes totalitarios comunistas se aprovechan de esa filosofía para engendrar en las mentes de las víctimas de ellos, el miedo al cambio. Los ejemplos de cambio en los países socialistas son falsos.
Es un mito propagado por los comunistas entre sus enemigos que la única forma de zafarse de la dictadura comunista es la práctica de la desobediencia civil y la no violencia. Lo cierto es que la no violencia protege a los comunistas cuando gobiernan y hasta cuando pierden el poder que sustentan.
No fue ni la desobediencia civil ni la no violencia lo que causó la caída de los regímenes socialistas europeos. Fue el que los líderes se dieron cuenta de que la economía colectiva sólo llevaba a la ruina y que ellos, si querían mantener los privilegios y conseguir más privilegios todavía, tendrían que cambiar el sistema económico, con excepción de Ceausescu, el único dictador latino entre los países comunistas europeos.
En Polonia, fue la posibilidad de gran violencia en el futuro si los cambios que Lech Walesa proponía no se realizaban lo que hizo caer en pánico al Partido. En Checoeslovaquia (Chequia y Eslovaquia) el control del país no estuvo nunca en manos de los comunistas, sino en manos de dirigentes acosados y amenazados —igual caso el de Hungría.
En Cuba, se puede ver claro como la no violencia protege a los esbirros y matones del gobierno militar. En Venezuela, la violencia beneficia a las fuerzas de los demonios rojos, y hace víctimas para generar miedo en los opositores heridos, encarcelados, discriminados y acosados. Ellos nunca practican la no violencia.
Como decía en mi artículo The Mexican Embassy Case:
«El día en que las víctimas les rajen la cabeza a pedradas a los abusadores de las Brigadas de Respuesta Rápida y hieran el cuerpo de los karatecas con cuchillo caseros o cuchillas de afeitar. Esos vergantes lo pensarán dos veces antes de atacar
Los comunistas cuando sienten que pierden el apoyo del todopoderoso estado se acobardan.
Propagar la no violencia contra estados totalitarios es enviar corderos al matadero.
Los que luchan por la libertad y la democracia contra los matones rojos en Venezuela deben aprender esa realidad, en especial porque los demonios rojos cuando se apoderan del poder absoluto no tienen misericordia con nadie. Los comunistas (y sus aprendices islámicos entrenados por ellos para que un día les arranquen la cabeza los primeros) practican todo tipo de violencia desde terrorismo con bombas, hasta terrorismo de estado, causando el pánico en los ciudadanos que aprenden a auto-censurarse, fusilan, arrestan, torturan, sofocan, destruyen las vidas de los opositores discriminándolos y arrebatándoles el derecho de ganarse la vida. A los comunistas sin embargo los intelectuales del mundo les perdonan todos los crímenes y los ensalzan como héroes.
A los enemigos de los comunistas se les enseñan el pacifismo, la no violencia, aunque las víctimas vean a los torturadores y criminales paseándose por las calles de países democráticos con total falta de pudor… porque hay que perdonar.
Por favor, abran los ojos. A los comunistas no se les puede ganar la batalla tirándoles flores. Aunque la campaña de lucha sea mano a mano donde el que pueda, si tiene la oportunidad “elimine a un esbirro comunista” del camino.
Desde pequeños, todos aprendimos que a los abusadores en la escuela sólo se les paraba enfrentándoseles y los que eran débiles físicamente usaban un palo y una piedra, y el abusador dejaba de serlo. Aprendan de la niñez.
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