*LA MAYORÍA SILENCIOSA ES IRRELEVANTE SI ESTÁ ACOBARDADA Y PARALIZADA
Publicado por adminsevilla
La pérdida de las elecciones ha sido emocionalmente devastadora para los votantes de media España. Como consuelo, se dicen que ellos sí son España y que los Z han ganado con el apoyo de los radicales, los antisistema y los secesionistas.
Y aunque puedan tener parte de razón, lo cierto es que hay otra media España que ha aplaudido con su voto las políticas de rendición ante el terror, de empleo y salarios basura, de ruptura de los consensos de la transición –incluida la Constitución que ya es papel mojado en sus enunciados básicos- y, sobre todo, el dolce fare niente ante el comecocos de los medios de comunicación masivos que han cumplido de forma implacable su papel de ingeniería social, convenciendo de la bondad de ciertos clichés progres a una población que ha dado la vuelta como un calcetín a su moral esencial: los experimentos con nuestros hijos en educación, en las trituradoras abortistas, en la revolución sexual; la eutanasia para nuestros mayores; la criminalización de las víctimas; la negación de la palabra pública; la justicia de cuotas de poder; una nación asimétrica donde no seremos libres e iguales, sino que dependerá el lugar de nacimiento para ver lo que te toca en el reparto; fuera nuestra Historia común con mayúsculas –lengua y cristiandad- y viva la Memoria Oficial.
Lo peor de la legislatura pasada, teniendo muchos “peores” que destacar, es el anuncio de lo que se nos viene encima. Han dividido a la población en dos grandes bloques, que no son derechas e izquierdas, como puede creerse, sino que son los buenos y los malos. Los perdedores de estos comicios somos los malos, y nos estará bien empleado lo que nos pase por no haber apoyado al Gran Gurú Maniqueo. Una cúpula dirigente tendrá todos los cánones a su disposición para imponer y saquear a placer. Pero en esta desolación que nos embarga, a la que hacía alusión al principio, lo espantoso que nos está por llegar es convertirnos en mayoría silenciosa. No podemos permitirlo.
Quiero poner un ejemplo cercano. Bajar de lo general a lo próximo. En Sevilla, en Los Bermejales –un barrio que ha votado PP y se muestra abatido y extrañamente silencioso- hay una mujer con una gran sonrisa, a la que todos se acercan para reconocerle que al menos en algo triunfó el pueblo frente al poder monolítico. Se llama Conchita Rivas y ha mantenido con tesón –¡y cuánta soledad tantas mañanas de tantas semanas frente al Ayuntamiento reclamando a un Monteseirín encastillado en su desprecio!- la lucha contra la Mezquita y porque los únicos terrenos públicos de su barrio se destinaran a servicios sociales; un centro cívico, una comisaría, una biblioteca, un centro de mayores, una guardería… Conchita no quiso ser parte de la mayoría silenciosa. Sentido común frente al fanatismo. Que hay que ponerse en marcha otra vez.
LA MAYORÍA SILENCIOSA ES IRRELEVANTE SI ESTÁ ACOBARDADA Y PARALIZADA
Con esa frase, titula su testimonio Paul E. Marek, un canadiense especializado en programas de protección de la infancia, cuya familia de origen judío huyó de los nazis ante la invasión de Checoslovaquia. Como de fanáticos y nazis se trata lo que le pasa a España, nos parece extrapolable y lo reproducimos:
Solía tratar con un hombre cuya familia pertenecía a la aristocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial. Eran propietarios de un gran número de industrias y empresas grandes. Le pregunté cuántos alemanes eran Nazis de verdad, y la respuesta que dio se me ha quedado impresa y desde entonces guía mi postura hacia el fanatismo: "Muy pocas personas eran verdaderos Nazis, pero muchos disfrutaban del retorno del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Yo era uno de los que simplemente pensaba que los Nazis eran un puñado de locos. De esa manera, la mayoría simplemente se cruzó de brazos y dejó que sucediera todo. A continuación, antes de poder hacer algo, ellos tenían las riendas y nosotros habíamos perdido el control, y el final del mundo se había presentado. Mi familia lo perdió todo. Yo terminé en un campo de concentración y los Aliados destruyeron mis fábricas".
Una y otra vez se nos relata por parte de expertos y tertulianos que el islam es la religión de la paz y que la gran mayoría de los musulmanes simplemente desea vivir en paz. Aunque esta afirmación insustancial puede ser cierta, es completamente irrelevante. Es una vaguedad insignificante encaminada a hacernos sentir mejor y concebida para reducir de alguna manera el fantasma de fanáticos que causan destrucción por el mundo en nombre del islam.
El hecho es que los fanáticos dirigen el islam en este momento de la historia. Son los fanáticos los que se manifiestan. Son los fanáticos los que emprenden cualquiera de las cincuenta guerras activas en todo el mundo. Son los fanáticos los que masacran sistemáticamente a los cristianos o los grupos tribales de África y los que están gradualmente tomando el control de todo el continente en una oleada islámica. Son los fanáticos los que revientan, decapitan, asesinan o ejecutan los crímenes de honor. Son los fanáticos los que toman el control de mezquita tras mezquita. Son los fanáticos los que extienden fanáticamente las lapidaciones y las ejecuciones con la horca de las víctimas de violación y los homosexuales. El hecho demostrable y difícil es que "la mayoría pacífica" es "la mayoría silenciosa", y está acobardada y paralizada.
La Rusia comunista se componía de rusos que simplemente querían vivir en paz, pero los comunistas rusos son responsables de la muerte de alrededor de cuarenta millones de personas. La mayoría pacífica fue irrelevante. La enorme población de China también era pacífica, pero los comunistas chinos lograron matar a unos sobrecogedores setenta millones de personas. El individuo japonés medio antes de la Segunda Guerra Mundial no era un sádico fanático de las guerras. Pero Japón se abrió camino a base de matanzas y carnicerías por todo el sureste de Asia en una orgía de muerte que incluyó el asesinato sistemático de doce millones de civiles chinos, asesinados la mayoría a través de la espada, la hoja o la bayoneta. Y quién puede olvidar Ruanda, que colapsó por completo en una carnicería. ¿No podría decirse que la mayoría de los ruandeses eran "pacifistas"?
Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y obvias; pero con todos nuestros ejercicios de raciocinio con frecuencia pasamos por alto las ideas más básicas y sencillas. Los musulmanes pacifistas han pasado a ser irrelevantes gracias a los fanáticos. Los musulmanes pacifistas han pasado a ser irrelevantes a través de su silencio. Los musulmanes pacifistas se convertirán en nuestro enemigo si no se pronuncian, porque, al igual que mi amigo de Alemania, despertarán un día y descubrirán que los fanáticos dirigen su futuro, y el final del mundo habrá comenzado.
Los alemanes, los japoneses, los chinos, los rusos, los ruandeses, los bosnios, los afganos, los iraquíes, los palestinos, los somalíes, los nigerianos, los argelinos pacifistas y muchos otros pacifistas han muerto a causa de que la mayoría pacífica no se pronunció hasta que era demasiado tarde. En cuanto a nosotros, contemplando mientras todo se desenvuelve, tenemos que prestar atención al único grupo que cuenta: los fanáticos que amenazan nuestro estilo de vida.
Publicado por adminsevilla
La pérdida de las elecciones ha sido emocionalmente devastadora para los votantes de media España. Como consuelo, se dicen que ellos sí son España y que los Z han ganado con el apoyo de los radicales, los antisistema y los secesionistas.
Y aunque puedan tener parte de razón, lo cierto es que hay otra media España que ha aplaudido con su voto las políticas de rendición ante el terror, de empleo y salarios basura, de ruptura de los consensos de la transición –incluida la Constitución que ya es papel mojado en sus enunciados básicos- y, sobre todo, el dolce fare niente ante el comecocos de los medios de comunicación masivos que han cumplido de forma implacable su papel de ingeniería social, convenciendo de la bondad de ciertos clichés progres a una población que ha dado la vuelta como un calcetín a su moral esencial: los experimentos con nuestros hijos en educación, en las trituradoras abortistas, en la revolución sexual; la eutanasia para nuestros mayores; la criminalización de las víctimas; la negación de la palabra pública; la justicia de cuotas de poder; una nación asimétrica donde no seremos libres e iguales, sino que dependerá el lugar de nacimiento para ver lo que te toca en el reparto; fuera nuestra Historia común con mayúsculas –lengua y cristiandad- y viva la Memoria Oficial.
Lo peor de la legislatura pasada, teniendo muchos “peores” que destacar, es el anuncio de lo que se nos viene encima. Han dividido a la población en dos grandes bloques, que no son derechas e izquierdas, como puede creerse, sino que son los buenos y los malos. Los perdedores de estos comicios somos los malos, y nos estará bien empleado lo que nos pase por no haber apoyado al Gran Gurú Maniqueo. Una cúpula dirigente tendrá todos los cánones a su disposición para imponer y saquear a placer. Pero en esta desolación que nos embarga, a la que hacía alusión al principio, lo espantoso que nos está por llegar es convertirnos en mayoría silenciosa. No podemos permitirlo.
Quiero poner un ejemplo cercano. Bajar de lo general a lo próximo. En Sevilla, en Los Bermejales –un barrio que ha votado PP y se muestra abatido y extrañamente silencioso- hay una mujer con una gran sonrisa, a la que todos se acercan para reconocerle que al menos en algo triunfó el pueblo frente al poder monolítico. Se llama Conchita Rivas y ha mantenido con tesón –¡y cuánta soledad tantas mañanas de tantas semanas frente al Ayuntamiento reclamando a un Monteseirín encastillado en su desprecio!- la lucha contra la Mezquita y porque los únicos terrenos públicos de su barrio se destinaran a servicios sociales; un centro cívico, una comisaría, una biblioteca, un centro de mayores, una guardería… Conchita no quiso ser parte de la mayoría silenciosa. Sentido común frente al fanatismo. Que hay que ponerse en marcha otra vez.
LA MAYORÍA SILENCIOSA ES IRRELEVANTE SI ESTÁ ACOBARDADA Y PARALIZADA
Con esa frase, titula su testimonio Paul E. Marek, un canadiense especializado en programas de protección de la infancia, cuya familia de origen judío huyó de los nazis ante la invasión de Checoslovaquia. Como de fanáticos y nazis se trata lo que le pasa a España, nos parece extrapolable y lo reproducimos:
Solía tratar con un hombre cuya familia pertenecía a la aristocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial. Eran propietarios de un gran número de industrias y empresas grandes. Le pregunté cuántos alemanes eran Nazis de verdad, y la respuesta que dio se me ha quedado impresa y desde entonces guía mi postura hacia el fanatismo: "Muy pocas personas eran verdaderos Nazis, pero muchos disfrutaban del retorno del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Yo era uno de los que simplemente pensaba que los Nazis eran un puñado de locos. De esa manera, la mayoría simplemente se cruzó de brazos y dejó que sucediera todo. A continuación, antes de poder hacer algo, ellos tenían las riendas y nosotros habíamos perdido el control, y el final del mundo se había presentado. Mi familia lo perdió todo. Yo terminé en un campo de concentración y los Aliados destruyeron mis fábricas".
Una y otra vez se nos relata por parte de expertos y tertulianos que el islam es la religión de la paz y que la gran mayoría de los musulmanes simplemente desea vivir en paz. Aunque esta afirmación insustancial puede ser cierta, es completamente irrelevante. Es una vaguedad insignificante encaminada a hacernos sentir mejor y concebida para reducir de alguna manera el fantasma de fanáticos que causan destrucción por el mundo en nombre del islam.
El hecho es que los fanáticos dirigen el islam en este momento de la historia. Son los fanáticos los que se manifiestan. Son los fanáticos los que emprenden cualquiera de las cincuenta guerras activas en todo el mundo. Son los fanáticos los que masacran sistemáticamente a los cristianos o los grupos tribales de África y los que están gradualmente tomando el control de todo el continente en una oleada islámica. Son los fanáticos los que revientan, decapitan, asesinan o ejecutan los crímenes de honor. Son los fanáticos los que toman el control de mezquita tras mezquita. Son los fanáticos los que extienden fanáticamente las lapidaciones y las ejecuciones con la horca de las víctimas de violación y los homosexuales. El hecho demostrable y difícil es que "la mayoría pacífica" es "la mayoría silenciosa", y está acobardada y paralizada.
La Rusia comunista se componía de rusos que simplemente querían vivir en paz, pero los comunistas rusos son responsables de la muerte de alrededor de cuarenta millones de personas. La mayoría pacífica fue irrelevante. La enorme población de China también era pacífica, pero los comunistas chinos lograron matar a unos sobrecogedores setenta millones de personas. El individuo japonés medio antes de la Segunda Guerra Mundial no era un sádico fanático de las guerras. Pero Japón se abrió camino a base de matanzas y carnicerías por todo el sureste de Asia en una orgía de muerte que incluyó el asesinato sistemático de doce millones de civiles chinos, asesinados la mayoría a través de la espada, la hoja o la bayoneta. Y quién puede olvidar Ruanda, que colapsó por completo en una carnicería. ¿No podría decirse que la mayoría de los ruandeses eran "pacifistas"?
Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y obvias; pero con todos nuestros ejercicios de raciocinio con frecuencia pasamos por alto las ideas más básicas y sencillas. Los musulmanes pacifistas han pasado a ser irrelevantes gracias a los fanáticos. Los musulmanes pacifistas han pasado a ser irrelevantes a través de su silencio. Los musulmanes pacifistas se convertirán en nuestro enemigo si no se pronuncian, porque, al igual que mi amigo de Alemania, despertarán un día y descubrirán que los fanáticos dirigen su futuro, y el final del mundo habrá comenzado.
Los alemanes, los japoneses, los chinos, los rusos, los ruandeses, los bosnios, los afganos, los iraquíes, los palestinos, los somalíes, los nigerianos, los argelinos pacifistas y muchos otros pacifistas han muerto a causa de que la mayoría pacífica no se pronunció hasta que era demasiado tarde. En cuanto a nosotros, contemplando mientras todo se desenvuelve, tenemos que prestar atención al único grupo que cuenta: los fanáticos que amenazan nuestro estilo de vida.