Hace pocos días una femenina, aunque anónima, voz telefónica nos dijo, con un dejo de amenazante arrogancia: “Aquí en Chacao somos estructuralmente abstencionistas”. Es difícil saber cuán numerosos y electoralmente significativos pudieran ser hoy esos abstencionistas “estructurales”, pero vale la pena recordar que gracias a ellos Diosdado Cabello ganó la gobernación de Miranda en 2004 así como el general Acosta Carlez les estará eternamente agradecidos por estos cuatro años de su vida durante los cuales pudo ser gobernador de Carabobo. No fueron los únicos casos.
También “Papi-Papi” Rangel Ávalos, por ejemplo, ganó la alcaldía de Petare navegando sobre la ola del “abstencionismo estructural”.
En efecto, Diosdado Cabello accedió a la gobernación de Miranda sacándole 25 mil votos de ventaja a Enrique Mendoza. La diferencia estuvo en la enorme abstención, sobre todo en el este de Caracas. Esa misma abstención hizo posible que Carlos Ocariz perdiera la alcaldía de Petare, también en el este mirandino de la capital del país, apenas por 2 mil votos de diferencia con Rangel. Un estrecho margen de 2 mil votos fue el que le dio la victoria a Acosta Carlez sobre Salas Feo en Carabobo.
Habría bastado con que apenas la cuarta parte de los electores opositores no hubieran cedido al llamado abstencionista, para que el “Pollito” hubiera ganado cómodamente.
Por su parte, el chavismo sabe perfectamente que perdió el referendo constitucional porque más de 3 millones de sus electores se abstuvieron.
Pero, además, poco se reparó en el detalle de que la derrota de la reforma constitucional fue posible porque varios centenares de miles de votantes del chavismo acompañaron el “No”, compensando así los varios centenares de miles de opositores que nuevamente dejaron de votar el 2D. De no haber ocurrido esto, el “abstencionismo estructural” habría asegurado la aprobación de la reforma constitucional.
El oficialismo aprendió la lección y tanto su maquinaria organizativa (apoyada en las instituciones y recursos del gobierno) como el propio Chávez han dirigido lo principal de su esfuerzo a recoger esa parte del electorado que se le escurrió entre los dedos la vez pasada. El brutal y grosero discurso del presidente apunta a ese objetivo. Busca espertar una suerte de solidaridad automática con él, haciendo creer que es su cargo el que está en juego si la oposición triunfa en determinadas gobernaciones y alcaldías.
¿Será tan difícil de entender por parte de esos “abstencionistas estructurales” de oposición que en una elección cerrada, como son las de Caracas y Miranda, dejar de votar es regalarle el triunfo al oficialismo? Si esa historia se repite, Aristóbulo Istúriz, Diosdado Cabello y Jesse Chacón podrán organizar una misa de acción de gracias en la Plaza de Altamira para expresar su profunda gratitud a los “abtencionistas estructurales”.
También “Papi-Papi” Rangel Ávalos, por ejemplo, ganó la alcaldía de Petare navegando sobre la ola del “abstencionismo estructural”.
En efecto, Diosdado Cabello accedió a la gobernación de Miranda sacándole 25 mil votos de ventaja a Enrique Mendoza. La diferencia estuvo en la enorme abstención, sobre todo en el este de Caracas. Esa misma abstención hizo posible que Carlos Ocariz perdiera la alcaldía de Petare, también en el este mirandino de la capital del país, apenas por 2 mil votos de diferencia con Rangel. Un estrecho margen de 2 mil votos fue el que le dio la victoria a Acosta Carlez sobre Salas Feo en Carabobo.
Habría bastado con que apenas la cuarta parte de los electores opositores no hubieran cedido al llamado abstencionista, para que el “Pollito” hubiera ganado cómodamente.
Por su parte, el chavismo sabe perfectamente que perdió el referendo constitucional porque más de 3 millones de sus electores se abstuvieron.
Pero, además, poco se reparó en el detalle de que la derrota de la reforma constitucional fue posible porque varios centenares de miles de votantes del chavismo acompañaron el “No”, compensando así los varios centenares de miles de opositores que nuevamente dejaron de votar el 2D. De no haber ocurrido esto, el “abstencionismo estructural” habría asegurado la aprobación de la reforma constitucional.
El oficialismo aprendió la lección y tanto su maquinaria organizativa (apoyada en las instituciones y recursos del gobierno) como el propio Chávez han dirigido lo principal de su esfuerzo a recoger esa parte del electorado que se le escurrió entre los dedos la vez pasada. El brutal y grosero discurso del presidente apunta a ese objetivo. Busca espertar una suerte de solidaridad automática con él, haciendo creer que es su cargo el que está en juego si la oposición triunfa en determinadas gobernaciones y alcaldías.
¿Será tan difícil de entender por parte de esos “abstencionistas estructurales” de oposición que en una elección cerrada, como son las de Caracas y Miranda, dejar de votar es regalarle el triunfo al oficialismo? Si esa historia se repite, Aristóbulo Istúriz, Diosdado Cabello y Jesse Chacón podrán organizar una misa de acción de gracias en la Plaza de Altamira para expresar su profunda gratitud a los “abtencionistas estructurales”.
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