La pasividad y la abstención no conducen a ningún puerto ni ofrecen ninguna solución.
El próximo domingo 23 de noviembre será un día clave para la historia de Venezuela. Todo indica que Hugo Chávez perderá un buen número de gobernaciones y alcaldías, lo que no le permitirá consolidar el control absoluto institucional del quinto exportador de crudo del mundo y sembrar lo que él llama un “socialismo del siglo XXI”, o sea, el fracaso y la suma del poder. La unidad-estamos seguros-deberá trascender, en cualquier escenario, las elecciones regionales y locales.
Chávez no cuenta con la ventaja que en años anteriores tenia, su popularidad ha disminuido. Si bien vemos que en estas elecciones para elegir a los gobernadores y alcaldes ha dispuesto de dinero de los venezolanos, de todos los recursos financieros, propagandísticos y políticos con que cuenta, ha empleado todos los canales de televisión y de emisoras del Estado para realizar propaganda en forma abusiva a favor de sus candidatos, violando la Constitución de la República, leyes, reglamentos y demás disposiciones electorales, sin que el CNE diga nada, encuentra trabas y obstáculos en su camino para una victoria que le permita avanzar en una victoria perfecta, pues su gobierno no sólo muestra signos de agravamiento de la incompetencia, de ministros y funcionarios ineptos, de desbordada inseguridad personal y corrupción, sino que a ello hay que añadir que sus candidatos carecen de cualidades propias
Al término de la campaña electoral que no se caracterizo por haber mantenido los niveles de calidad, tolerancia y respeto que corresponden a la mejor tradición republicana, la ciudadanía venezolana se dispone a concurrir a las urnas. A pesar de que hasta el último momento Chávez recurrió al agravio personal o al uso de expresiones denigratorias para descalificar a sus adversarios políticos, la campaña electoral tuvo coloraturas diversas: en ella mezclaron, como suele ocurrir, lo mejor y lo peor de la sociedad a la que pertenecemos. De un modo u otro sirvió para que entrara en contacto una propuesta distinta que permitirá a la unidad de las fuerzas democráticas reconstruir las instituciones en Caracas y parte del país.
Lamentablemente, hay un hecho central que no puede desconocerse, la ciudadanía el 23 de noviembre va a votar en medio de una crisis política, económica y social, que no ha podido ser superada. Está claro que sigue faltando en el país una genuina vocación de dialogo que permita armonizar voluntades entre el gobierno de Chávez y la amplia franja de partidos opositores y de de la sociedad civil, paso indispensable para asegurar políticas de Estado. Por supuesto, esos rasgos negativos de la vida pública nacional no deben conducirnos al desaliento ni- mucho menos- a la desesperanza. Al contrario en jornadas como la que tenemos enfrente, se nos presenta a los ciudadanos la oportunidad de influir, mediante el voto, para empezar a modificar el escenario social y político de la nación.
Los venezolanos tenemos conciencia de atravesar una situación de profunda crisis en nuestra forma de convivencia. Los datos adversos u oscuros de la realidad deben convertirse en el gran acicate que movilice a todo ciudadano a cumplir con su voto, es un gran instrumento de que dispone la población para impulsar el cambio que necesitamos en todo el país.
La pasividad y la abstención no conducen a ningún puerto ni ofrecen ninguna solución. El votante debe utilizar esa herramienta suprema que la democracia pone en sus manos y que se traduce en la decisión de emitir un sufragio positivo, nacido del análisis realista y sereno del panorama electoral que la realidad dispone. La consigna es una sola, concurrir a las urnas y votar por la unidad de todos los venezolanos, por la mejor Venezuela posible; por los valores democráticos. sxmed@hotmail.com
Chávez no cuenta con la ventaja que en años anteriores tenia, su popularidad ha disminuido. Si bien vemos que en estas elecciones para elegir a los gobernadores y alcaldes ha dispuesto de dinero de los venezolanos, de todos los recursos financieros, propagandísticos y políticos con que cuenta, ha empleado todos los canales de televisión y de emisoras del Estado para realizar propaganda en forma abusiva a favor de sus candidatos, violando la Constitución de la República, leyes, reglamentos y demás disposiciones electorales, sin que el CNE diga nada, encuentra trabas y obstáculos en su camino para una victoria que le permita avanzar en una victoria perfecta, pues su gobierno no sólo muestra signos de agravamiento de la incompetencia, de ministros y funcionarios ineptos, de desbordada inseguridad personal y corrupción, sino que a ello hay que añadir que sus candidatos carecen de cualidades propias
Al término de la campaña electoral que no se caracterizo por haber mantenido los niveles de calidad, tolerancia y respeto que corresponden a la mejor tradición republicana, la ciudadanía venezolana se dispone a concurrir a las urnas. A pesar de que hasta el último momento Chávez recurrió al agravio personal o al uso de expresiones denigratorias para descalificar a sus adversarios políticos, la campaña electoral tuvo coloraturas diversas: en ella mezclaron, como suele ocurrir, lo mejor y lo peor de la sociedad a la que pertenecemos. De un modo u otro sirvió para que entrara en contacto una propuesta distinta que permitirá a la unidad de las fuerzas democráticas reconstruir las instituciones en Caracas y parte del país.
Lamentablemente, hay un hecho central que no puede desconocerse, la ciudadanía el 23 de noviembre va a votar en medio de una crisis política, económica y social, que no ha podido ser superada. Está claro que sigue faltando en el país una genuina vocación de dialogo que permita armonizar voluntades entre el gobierno de Chávez y la amplia franja de partidos opositores y de de la sociedad civil, paso indispensable para asegurar políticas de Estado. Por supuesto, esos rasgos negativos de la vida pública nacional no deben conducirnos al desaliento ni- mucho menos- a la desesperanza. Al contrario en jornadas como la que tenemos enfrente, se nos presenta a los ciudadanos la oportunidad de influir, mediante el voto, para empezar a modificar el escenario social y político de la nación.
Los venezolanos tenemos conciencia de atravesar una situación de profunda crisis en nuestra forma de convivencia. Los datos adversos u oscuros de la realidad deben convertirse en el gran acicate que movilice a todo ciudadano a cumplir con su voto, es un gran instrumento de que dispone la población para impulsar el cambio que necesitamos en todo el país.
La pasividad y la abstención no conducen a ningún puerto ni ofrecen ninguna solución. El votante debe utilizar esa herramienta suprema que la democracia pone en sus manos y que se traduce en la decisión de emitir un sufragio positivo, nacido del análisis realista y sereno del panorama electoral que la realidad dispone. La consigna es una sola, concurrir a las urnas y votar por la unidad de todos los venezolanos, por la mejor Venezuela posible; por los valores democráticos. sxmed@hotmail.com
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