lunes, 17 de noviembre de 2008

* CARLOS ALBERTO MONTANER:CONVERSACIÓN ENTRE EL PRESIDENTE OBAMA Y JOE THE PLUMBER.

Durante su primera noche en la Casa Blanca, el presidente Obama tuvo un percance con la ducha y llamó a Joe the Plumber para que la arreglara, como cuenta una historia que circula por internet. Durante la campaña, Obama se percató de que Joe era un hombre trabajador, dispuesto a no dejar una oportunidad de ganar dinero, así que se atrevió a molestarlo a esa hora. Joe, que está ahorrando para montar su taller, inmediatamente acudió en su ayuda, cargado con su maletín de herramientas. Estuvo una hora apretando tuercas hasta que solucionó el problema.

--Gracias, Joe --le dijo Obama muy complacido--. ¿Cuánto te debo?

--Son diez mil dólares --le respondió Joe con una sonrisa.

--¿Diez mil dólares por una hora de trabajo? ¿Por qué? Eso es un abuso --le dijo Obama con una expresión de sorpresa.

--No, señor Presidente --le respondió Joe--. Estoy cobrándole de acuerdo con su teoría del costo de los servicios. Según usted, y según todos los que creen que las personas deben pagar impuestos de acuerdo con lo que ganan (a mayores ingresos una tasa más alta), debo cobrarle mucho más. Usted es millonario, y recibe mucho dinero por los derechos de sus libros. Si le hubiera arreglado la ducha a su chofer le habría cobrado cien dólares.

--Pero una cosa son los impuestos y otra los servicios que se brindan los particulares --argumentó Obama.

--Se vuelve a equivocar, señor Presidente. Es lo mismo. Pagamos impuestos para recibir ciertos servicios. La tasa de impuestos es el precio que me cobran por esos servicios comunes. Si el Estado me va cobrar de acuerdo con mi nivel de ingresos, me está diciendo que es así, con una tarifa variable, como yo debo cobrar los servicios que brindo como particular.

--Pero eso es absurdo, Joe. Si extendemos la lógica de ese razonamiento hasta sus últimas consecuencias eso nos llevaría a que los restaurantes o los vendedores de automóviles cobraran de acuerdo con los recursos del cliente y no por la calidad de la comida o por el tipo de coche.

--Claro que es absurdo, señor Presidente. Pero hay algo más grave todavía: es inmoral.

--¿Por qué es inmoral, Joe? --preguntó Obama preocupado.

--Porque un precio que se fije de acuerdo con los recursos del que tiene que pagar es siempre arbitrario y subjetivo, y penaliza al que más riquezas crea. En una economía libre nunca podremos saber si los ingresos que reciben las personas, pocos o muchos, se deben a la intensidad de su trabajo, al talento o a la suerte, de ahí que la única forma moral de cobrar los impuestos es una tasa fija. Si la Casa Blanca fuera un condominio, Presidente, con varios propietarios, todos pagarían una cuota fija de acuerdo con el tamaño de la vivienda que ocupan (una variable realmente objetiva) y no por su nivel de ingresos.

--Pero Joe, el Estado debe redistribuir los ingresos para disminuir la pobreza y reducir las diferencias entre los que más tienen y los que menos tienen.

--Presidente, ésa no es la función del Estado. Hace muchas décadas que Estados Unidos tiene una tabla progresiva de impuestos y las diferencias se mantienen o aumentan. El Estado debe limitarse a crear las instituciones y proporcionar los servicios básicos para que los individuos puedan perseguir sus fines. Unos alcanzarán grandes fortunas y otros tendremos resultados más modestos. Pero nadie es más pobre en Estados Unidos porque Bill Gates y Warren Buffet posean miles de millones de dólares.

--Pero ellos, y Soros, y Kennedy, y tantos millonarios, están de acuerdo en pagar una tasa progresiva.

--Sí, señor Presidente, pero ser millonario no otorga a las personas un juicio ético mejor o más ajustado a las normas morales. En los siglos XVIII y XIX los millonarios eran partidarios de la esclavitud y eso no justificaba ese horror. Si a estos millonarios de hoy les parece justo pagar una tasa mayor de sus ingresos, ¿por qué no cobrarles el 99%? ¿Cuál es el punto exacto de la presión fiscal para ser justos?

--¿Cuál sería, Joe, el mejor sistema fiscal? --preguntó Obama con cierta ironía.

--Una tasa única, presidente, para todos los que perciben ingresos superiores al límite de la pobreza, más un impuesto sobre el consumo. Así no se penalizaría a quienes crean más riquezas y todos pagaríamos menos impuestos.

--Pensaré en ello, Joe --dijo el presidente Obama sin convicción--. ¿Algo más?

--Sí, señor Presidente: no olvide pagarme los diez mil dólares que me debe.

Carlos Alberto Montaner

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