* CARLOS R. ALVARADO GRIMÁN ESCRIBIO: EL HORROR DEL SUBDESARROLLO
(TOMADO DE ASERNE)
Los liderazgos populistas que han regido los destinos de los países latinoamericanos, son subproductos, tumores secundarios o metástasis de la pobreza de conciencia y educación de nuestros pueblos. Estos liderazgos perniciosos impuestos por la mayoría acostumbrada a vivir de mendrugos, dádivas y limosnas nos roban el futuro, condenándonos a vivir en un eterno círculo vicioso que nos impide encontrar la senda del progreso y el desarrollo.
Los populistas son especialistas en el arte del engaño, y la ignorancia es terreno fértil para que éstos liderazgos germinen. Los pueblos ignorantes son fácilmente manipulables, presas dóciles y mansas. No en balde Simón Bolívar sentenció que: “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” Los populistas odian la inteligencia por ende están siempre atentos para aplastar cualquier vestigio de lucidez. El fin último del populista es castrarle al pueblo sus capacidades, para discernir, analizar y acumular experiencias que puedan servirles para liberarse y tomar las riendas de sus propios destinos.
La educación del pueblo y la elevación de su grado de conciencia son armas efectivas y a las cuales los populistas les temen. El caso de Venezuela es muy interesante y esclarecedor, pues mientras Chávez incrementa su poder aplastando la disidencia y conculcando los derechos de todos los venezolanos, los índices de desarrollo humano, innovación y educación se hunden en el foso. El problema de la ignorancia, ese tumor maligno primario que destruye la sociedad, es un asunto estructural, no tendrá solución dentro de la actual coyuntura política, por el contrario tendera a empeorar dramáticamente.
No obstante, quienes estamos comprometidos con la democracia y el progreso, tenemos por delante la histórica tarea de trabajar sin tregua, mediante la realización de foros, talleres y charlas en cada, barrio, calle y urbanización, para explicarle al pueblo: la grave amenaza que se cierne sobre Venezuela, si no rectificamos el rumbo del país; el alcance de las inconstitucionales leyes habilitantes; los retos que debemos enfrentar en la era pos negocio petrolero; y la necesidad de la instauración de un gobierno de emergencia nacional, una vez concluya la nefasta gestión chavista.
La agenda es inmensa, pero si no accionamos ahora, nos condenaremos a repetir por décadas el mismo vía crucis vivido durante el siglo XX y jamás superaremos el crónico horror del subdesarrollo.
(TOMADO DE ASERNE)
Los liderazgos populistas que han regido los destinos de los países latinoamericanos, son subproductos, tumores secundarios o metástasis de la pobreza de conciencia y educación de nuestros pueblos. Estos liderazgos perniciosos impuestos por la mayoría acostumbrada a vivir de mendrugos, dádivas y limosnas nos roban el futuro, condenándonos a vivir en un eterno círculo vicioso que nos impide encontrar la senda del progreso y el desarrollo.
Los populistas son especialistas en el arte del engaño, y la ignorancia es terreno fértil para que éstos liderazgos germinen. Los pueblos ignorantes son fácilmente manipulables, presas dóciles y mansas. No en balde Simón Bolívar sentenció que: “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” Los populistas odian la inteligencia por ende están siempre atentos para aplastar cualquier vestigio de lucidez. El fin último del populista es castrarle al pueblo sus capacidades, para discernir, analizar y acumular experiencias que puedan servirles para liberarse y tomar las riendas de sus propios destinos.
La educación del pueblo y la elevación de su grado de conciencia son armas efectivas y a las cuales los populistas les temen. El caso de Venezuela es muy interesante y esclarecedor, pues mientras Chávez incrementa su poder aplastando la disidencia y conculcando los derechos de todos los venezolanos, los índices de desarrollo humano, innovación y educación se hunden en el foso. El problema de la ignorancia, ese tumor maligno primario que destruye la sociedad, es un asunto estructural, no tendrá solución dentro de la actual coyuntura política, por el contrario tendera a empeorar dramáticamente.
No obstante, quienes estamos comprometidos con la democracia y el progreso, tenemos por delante la histórica tarea de trabajar sin tregua, mediante la realización de foros, talleres y charlas en cada, barrio, calle y urbanización, para explicarle al pueblo: la grave amenaza que se cierne sobre Venezuela, si no rectificamos el rumbo del país; el alcance de las inconstitucionales leyes habilitantes; los retos que debemos enfrentar en la era pos negocio petrolero; y la necesidad de la instauración de un gobierno de emergencia nacional, una vez concluya la nefasta gestión chavista.
La agenda es inmensa, pero si no accionamos ahora, nos condenaremos a repetir por décadas el mismo vía crucis vivido durante el siglo XX y jamás superaremos el crónico horror del subdesarrollo.
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