*ROBERTO GIUSTI EL UNIVERSAL DE VENEZUELA: “CHÁVEZ, EL IMPUNE”
"El objetivo es liquidar la democracia e instaurar un régimen narcotalitario"
"El objetivo es liquidar la democracia e instaurar un régimen narcotalitario"
Si bien resulta materialmente imposible probar que las computadoras que involucran al presidente Chávez con las FARC provienen del campamento guerrillero donde murió Raúl Reyes, la carga de evidencias resulta tan apabullante que cualquier investigación seria, capaz de tomar un hilo de esa madeja y seguirlo hasta el principio de la conexión, puede demostrar cómo operó esa alianza y cuáles eran (o siguen siendo) sus objetivos.
Para muestra un botón: en 1999 el actual ministro de Relaciones Interiores y para entonces enlace del Gobierno con las FARC, Ramón Rodríguez Chacín, propuso al Presidente, en punto de cuenta rescatado por el ex-director de la Disip, Jesús Urdaneta, la entrega de petróleo a las FARC a cambio de no seguir operando en territorio nacional.
Pues bien, en carta enviada por los jefes guerrilleros Iván Márquez y Rodrigo Granda a Tiro Fijo aparecida en la computadora, aquellos señalan "..la posibilidad de un negocio en que nosotros recibimos una cuota de petróleo para comercializarla en el exterior, lo cual no dejaría una jugosa utilidad", para más adelante advertir que Chávez también planteó "la venta de gasolina en Colombia o Venezuela", así como "la creación de una empresa rentable para hacer negocios en Venezuela" con la adjudicación de contratos por parte del Estado. Nueve años después de la propuesta original de Rodríguez Chacín se replanteaba la idea y la investigación que sobre esto se haga debería determinar hasta dónde se llegó en la concreción de tal iniciativa.
Pero más allá de los hechos concretos, constatables o no, una visión de conjunto le permite al menos avisado de los observadores establecer una relación ideológica y afectiva que no sólo ha sido confirmada por los interesados ("somos igualitos a Chávez: marxistas y bolivarianos", le confió a este cronista Raúl Reyes en una entrevista), sino pregonada a los cuatro vientos en declaraciones públicas como el minuto de silencio solicitado por Chávez luego de la muerte de Reyes o su propuesta de darle beligerancia a las FARC.
Sólo que resulta necesario mantener las apariencias y si por un lado se reclaman como legítimos los vínculos evidentes en esta alianza, tan natural que ya no sorprende a nadie, por el otro se niega la forma en cómo se han desarrollado y los fines que persiguen: la liquidación de la democracia en Colombia con el establecimiento de un régimen narcototalitario de presunta adscripción socialista.
El problema está en que parece haber poco interés en llegar hasta las últimas consecuencias. Tanto en Colombia (privan los intereses comerciales), como en Estados Unidos (privan intereses políticos y está en juego el 15% de su consumo petrolero). Por eso Chávez se mantiene retador, confiando en su mejor aliada, tanto adentro como afuera del país: la impunidad
Para muestra un botón: en 1999 el actual ministro de Relaciones Interiores y para entonces enlace del Gobierno con las FARC, Ramón Rodríguez Chacín, propuso al Presidente, en punto de cuenta rescatado por el ex-director de la Disip, Jesús Urdaneta, la entrega de petróleo a las FARC a cambio de no seguir operando en territorio nacional.
Pues bien, en carta enviada por los jefes guerrilleros Iván Márquez y Rodrigo Granda a Tiro Fijo aparecida en la computadora, aquellos señalan "..la posibilidad de un negocio en que nosotros recibimos una cuota de petróleo para comercializarla en el exterior, lo cual no dejaría una jugosa utilidad", para más adelante advertir que Chávez también planteó "la venta de gasolina en Colombia o Venezuela", así como "la creación de una empresa rentable para hacer negocios en Venezuela" con la adjudicación de contratos por parte del Estado. Nueve años después de la propuesta original de Rodríguez Chacín se replanteaba la idea y la investigación que sobre esto se haga debería determinar hasta dónde se llegó en la concreción de tal iniciativa.
Pero más allá de los hechos concretos, constatables o no, una visión de conjunto le permite al menos avisado de los observadores establecer una relación ideológica y afectiva que no sólo ha sido confirmada por los interesados ("somos igualitos a Chávez: marxistas y bolivarianos", le confió a este cronista Raúl Reyes en una entrevista), sino pregonada a los cuatro vientos en declaraciones públicas como el minuto de silencio solicitado por Chávez luego de la muerte de Reyes o su propuesta de darle beligerancia a las FARC.
Sólo que resulta necesario mantener las apariencias y si por un lado se reclaman como legítimos los vínculos evidentes en esta alianza, tan natural que ya no sorprende a nadie, por el otro se niega la forma en cómo se han desarrollado y los fines que persiguen: la liquidación de la democracia en Colombia con el establecimiento de un régimen narcototalitario de presunta adscripción socialista.
El problema está en que parece haber poco interés en llegar hasta las últimas consecuencias. Tanto en Colombia (privan los intereses comerciales), como en Estados Unidos (privan intereses políticos y está en juego el 15% de su consumo petrolero). Por eso Chávez se mantiene retador, confiando en su mejor aliada, tanto adentro como afuera del país: la impunidad
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