*EDITORIAL DIARIO EXTERIOR/ESPAÑA: “VENEZUELA: ENTRE COCA COLA Y LOS PIQUETES”
Diario Exterior publicó recientemente una noticia que daba cuenta de la protesta de Coca Cola al gobierno venezolano para que actúe contra los piquetes instalados próximos a sus instalaciones. Que garantice la libre circulación de proveedores y transportistas encargados de distribuir esa bebida a todo el país.
La anécdota de la noticia esconde un reverso dramático. En primer lugar, el gobierno venezolano apoyará las reivindicaciones que, por uno u otro motivo, hayan provocado los piquetes. En segundo, amenazará a la empresa con castigar su desempeño si no rectifica ante los reclamos. Tercero, podrá determinar la expulsión de Coca Cola de Venezuela.
Por descabellado que parezca, esta es la secuencia que ha demostrado seguir el gobierno de Chávez frente a todos los conflictos. La paralización, el castigo y la ocupación. El chavismo está convencido de que esta es la forma en que se puede “disciplinar” a la economía en favor de un mejor orden social. En que las empresas explotadoras pueden remitir ante un socialismo popular.
El desabastecimiento
Pues la realidad golpea al gobierno en su propia cara, y más fuerte de lo que supone. Las empresas, además de buscar ganancias, ponen en movimiento el mercado. Y esto no es más que la provisión de diversos bienes y servicios a la sociedad. Que la búsqueda de beneficios por medio de mejores técnicas y de un más amplio rango de productos. Es lo que permite, entre otras cosas, satisfacer el consumo, generar empleo y mejorar la acumulación.
De acuerdo a lo hechos, el chavismo ha logrado todo lo contrario. Se ha disparado el desabastecimiento y lo que antes era habitual encontrar en el mercado, ahora es excepcional. No sólo hablamos de artículos suntuarios, sino de bienes más elementales como la leche, el pan o la carne.
El socialismo de Chávez, ocasionalmente demostrado con el ejemplo de Coca Cola, ignora los mecanismos básicos que hacen que una sociedad pueda producir y consumir aquello que necesita. Y lo que es más grave, parece congratularse de ello.
El gerente de Coca Cola señaló que este paro afecta al 36 por ciento de la red comercial y al 45 por ciento de los clientes. Y que implicará una perdida millonaria en términos de ventas. Pues seguramente esto provocará regocijo a los burócratas chavistas. Lo interpretarán como un triunfo frente a los tentáculos imperialistas. Y detrás de ello, un pueblo engañado y llevado, tristemente, hacia el atraso más indeseable.
Diario Exterior publicó recientemente una noticia que daba cuenta de la protesta de Coca Cola al gobierno venezolano para que actúe contra los piquetes instalados próximos a sus instalaciones. Que garantice la libre circulación de proveedores y transportistas encargados de distribuir esa bebida a todo el país.
La anécdota de la noticia esconde un reverso dramático. En primer lugar, el gobierno venezolano apoyará las reivindicaciones que, por uno u otro motivo, hayan provocado los piquetes. En segundo, amenazará a la empresa con castigar su desempeño si no rectifica ante los reclamos. Tercero, podrá determinar la expulsión de Coca Cola de Venezuela.
Por descabellado que parezca, esta es la secuencia que ha demostrado seguir el gobierno de Chávez frente a todos los conflictos. La paralización, el castigo y la ocupación. El chavismo está convencido de que esta es la forma en que se puede “disciplinar” a la economía en favor de un mejor orden social. En que las empresas explotadoras pueden remitir ante un socialismo popular.
El desabastecimiento
Pues la realidad golpea al gobierno en su propia cara, y más fuerte de lo que supone. Las empresas, además de buscar ganancias, ponen en movimiento el mercado. Y esto no es más que la provisión de diversos bienes y servicios a la sociedad. Que la búsqueda de beneficios por medio de mejores técnicas y de un más amplio rango de productos. Es lo que permite, entre otras cosas, satisfacer el consumo, generar empleo y mejorar la acumulación.
De acuerdo a lo hechos, el chavismo ha logrado todo lo contrario. Se ha disparado el desabastecimiento y lo que antes era habitual encontrar en el mercado, ahora es excepcional. No sólo hablamos de artículos suntuarios, sino de bienes más elementales como la leche, el pan o la carne.
El socialismo de Chávez, ocasionalmente demostrado con el ejemplo de Coca Cola, ignora los mecanismos básicos que hacen que una sociedad pueda producir y consumir aquello que necesita. Y lo que es más grave, parece congratularse de ello.
El gerente de Coca Cola señaló que este paro afecta al 36 por ciento de la red comercial y al 45 por ciento de los clientes. Y que implicará una perdida millonaria en términos de ventas. Pues seguramente esto provocará regocijo a los burócratas chavistas. Lo interpretarán como un triunfo frente a los tentáculos imperialistas. Y detrás de ello, un pueblo engañado y llevado, tristemente, hacia el atraso más indeseable.
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