¡ROTUNDO FRACASO... ... ese y no otro es el concepto que aplica a la política económica del actual des-gobierno. Una política diseñada para vengarse de los empresarios y del país por el paro cívico de finales del 2002, no podía generar otra cosa que calamidad. Pero la venganza también perjudicaría a sus ejecutores y sobre todo al pueblo que hoy los hace responsables de ella. Resultados y pruebas están a la vista: desabastecimiento e inflación. En diciembre tras la monumental derrota electoral, el gobierno dio el primer paso para reconocer el fracaso de esta política, admitiendo que era necesario incrementar precios —y lo ha hecho, nada menos que con el pan, las pastas, la leche y el azúcar— y despidiendo a varios de los ministros diseñadores de esta política. Es tácito el reconocimiento de su fracaso al liberar, temporalmente, al sector alimentos de algunos requisitos absurdos —solvencia laboral, certificados de no producción y otros requisitos cambiarios— que mantienen en colapso a la industria y al país desabastecido. Al admitir que esos requisitos y trabas —creados por él— son los que han ocasionado este caos, hasta el punto de que los elimina por seis meses, hará que todos nos preguntemos ¿Por qué no los elimina por siempre? Es que reconocer que su política económica “socialista” es un rotundo fracaso frente a las leyes del mercado es una medicina amarga, que tendrá que tomar más temprano que tarde.
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