- Por El presidente John F. Kennedy solía decir que la victoria tiene muchos padres, pero que la derrota es huérfana.
Hoy asumo mi barranco y con toda propiedad reafirmo mis convicciones, esas que me hicieron no votar el domingo pasado, esas mismas que hicieron que durante varios meses mantuviera una posición si se quiere “no popular”.
No quiero aguarle la fiesta a nadie, y sé que de todas maneras no lo haría, entiendo que para muchos de mis compatriotas soy un radical, un extremista, un hombre de derecha alejado de la realidad del país, encapsulado en su cúpula de cristal, donde la ficción se confunde con la realidad.
El deber ser trata de convertirse en ser, pero lo esquiva, nunca llega a materializarse, para los ojos de mis críticos, la conjunción entre lo ideal con lo práctico, lo principista con la política, nunca se da en lo material, son polos opuestos que nunca se tocan. Afirman que la política es la política, y los principios, la ética y la lógica son cosas distintas.
Se ufanan de ser los luchadores de calle, grandes sacrificados por las luchas de verdad, las de los hombres de pelo en pecho.
No deseo entrar en detalles que quizás no vienen al caso, pero sí me gustaría dejar claro una cosa: la abstención para mi, y para la inmensa cantidad de personas que piensan como yo, no constituía precisamente una posición “cómoda”, el quedarme en mi casa comiendo cotufas y viendo Globovisión, mientras los luchadores del país se medían en las calles.
Creo que es justo recordarles que tengo nueve años haciendo todo lo que está en mis manos para evitar que lo que sucede esté sucediendo. Cuando muchos veían en Chávez la joven promesa política, antes de llegar al poder, yo organizaba foros y publicaba artículos de prensa diciendo cosas que la gente no quería escuchar, me tildaban de “radical”, sólo porque decía que Chávez escondía un proyecto Castro Comunista debajo de la piel de oveja con la que engañaba a Fedecámaras y al resto del país.
He sido crítico en todos los frentes, he redactado proyectos de leyes, he fomentado y colaborado con decenas de iniciativas intelectuales, políticas y académicas. He peleado frente a frente con círculos bolivarianos, con la Guardia Nacional, con la Guardia Presidencial, le he cantado en la cara, frente a frente, las verdades a los magistrados del TSJ, he demandado judicialmente en todos los foros del mundo a Chávez y su séquito.
He marchado en todas las marchas, tragado kilos de gases, recibido gritos, escupitajos y toda clase de insultos, he denunciado en todos los medios de comunicación escritos y audiovisuales de los cinco continentes, he concebido, redactado o colaborado con guiones de cine, novelas y videos internacionales denunciando al régimen.
He prestado y arriesgado mis propios medios para difundir ideas a favor del rescate del país, he sido conferencista en decenas de foros nacionales e internacionales, he montado seminarios y coloquios sobre el tema, me he reunido con senadores y diputados de EEUU y Europa, he hablado a la plenaria del Parlamento Europeo.
He dictado clases en la Universidad Católica Andrés Bello, en la Universidad Simón Bolívar y en la Universidad Monteávila, y he dado conferencias en la Complutense de Madrid, he prestado mis premisas para cientos de reuniones de estudiantes, políticos, militares y hasta curas.
He llegado a hacer de chofer a testigos presenciales de crímenes del régimen, les he pagado viajes y hoteles, promuevo la cultura, la educación y las letras nacionales e internacionales, he puesto todo lo que tengo al servicio de mi país, y lo he hecho sólo, sin partido, sin colchón de nada ni nadie, sólo, una y mil veces, y lo seguiré haciendo hasta el día de mi muerte.
Quiero decir con esto, y me veo en la obligación de tenerlo que decir, que cuando hacía llamados a la abstención, no era precisamente por estar soñando cómodo (y seguro) tras un computador el ideal de Alicia en el País de las Maravillas, como muchos críticos sarcásticamente apuntan (con respecto a mi y a los que asumieron posiciones como la mía), sino porque en lo más profundo de mi ser consideré y sigo considerando que esa era la mejor opción para evitar el avance del proyecto Castro Comunista, totalitario, del régimen que nos oprime.
¿Soy radical? ¿Soy extremista?
Sí, claro que lo soy, no concibo otra manera de confrontar a un régimen que insulta todo lo sagrado que hay en la vida, todas las reivindicaciones humanas que tanto dolor, sangre y siglos han costado obtener, todo lo que podría ser mi país y no lo es por la mentalidad de los dirigentes que le gobiernan.
Claro que soy extremista, no concibo otra forma de luchar contra la barbarie, contra la violación de la integridad humana, no puedo sino colocarme en el extremo opuesto de todo eso, y desde dicho extremo luchar con toda mi fuerza con lo único que en realidad tengo, con lo único que le puedo dejar a mis hijos y llevarme a mi tumba, mis principios, mis valores, mis creencias y mi dignidad, todo eso que muchos tildan de quijotesco, romántico, pendejo, iluso, y un largo etcétera, para mi es lo único que vale en la vida, lo único por lo que vale la pena vivir.
No me extenderé en detalles sobre el porqué no tenía sentido acudir al referéndum, para el que le interese, allí están los artículos que escribí antes de la consumación del mismo. Pero sí deseo hacer una reflexión, aunque sea para que la lean aquellos que como yo, hoy no se sienten triunfadores de nada y si, en cambio, inmensamente angustiados y preocupados por las consecuencias de lo ocurrido.
¿Quién ganó el 02 de diciembre? ¿Qué cambia en Venezuela?
Si todo el país decente se hubiera opuesto al adefesio inconstitucional, el mismo igual no se hubiera aplicado y de hacerlo, no tendría efectos prácticos más allá de los que ya los tenía sin necesidad de ninguna reforma constitucional.
Los mismos militares que obligaron a Chávez a reconocer la derrota, son los mismos que le hubieran impedido, junto con el resto del país, incluyendo millones de chavistas, que materializara la susodicha reforma.
El mismo dictador se hubiera colocado al margen de la ley y muy probablemente hubiera sido depuesto de su cargo al fundamentar su poder sobre un presupuesto abiertamente inconstitucional y mayoritariamente rechazado (había una alta probabilidad de que eso sucediera, ahora simplemente nunca lo sabremos porque se despreció la oportunidad).
Se hubiera aprovechado el momento en que todo el país (mucho más del pírrico 50,7% divulgado el domingo), la Guardia Nacional, las FFAA, y toda la comunidad internacional, incluyendo la prensa más influyente, estaban dispuestas a presionar por la restitución de la constitucionalidad, que lógicamente pasaba por deponer al responsable del Golpe de Estado generado por la “reforma” (en caso de haber ganado el SI, o de haber luchado exitosamente por la no materialización del acto electoral).
El solo hecho de que los políticos le hubieran garantizado al CNE, el día antes del referéndum, que respetarían los resultados, ya es en sí mismo un acto deplorable.
Pero a eso hay que sumarle el hecho de haber convencido a los estudiantes, a los medios de comunicación social, y a buena parte de los opinadores nacionales, que el camino a seguir era el referéndum, cuando no existía garantía de triunfo por ninguna parte, al punto que el CNE, y toda la cúpula del chavismo estaban dispuestos a perpetrar el fraude.
Prueba de ello es el empate técnico que arrojó el “resultado” y la hora en que finalmente se divulgó el mismo, seis horas después de haber tenido las verdaderas cifras a la mano (todas las páginas web del chavismo y algunos periódicos internacionales “dateados”daban triunfador al SI).
En resumen fue un riesgo demasiado alto que al final dependió de las luces de Chávez, con un empujoncito de sus propios militares.
El fraude no se cometió no porque se pudiera evitar o por lo que hizo o no hizo la oposición, el fraude se evitó porque a Chávez le dio la gana (después de sacar sus propias conclusiones tácticas) y porque así se lo exigieron sus militares, los mismos que hubieran actuado en el escenario de un país completo oponiéndose al referéndum o de un SI victorioso sin la concurrencia de la oposición y de millones de chavistas al acto electoral inconstitucional e inmoral (según calificativos de los obispos venezolanos).
Pero lo cierto es que ganó el NO. ¡Vaya!, ¡gran descubrimiento!, como si se necesitara de un referéndum para saber eso.
El domingo ganó Chávez. La realidad sigue mostrando un balance muy claro. Decenas de muertos, miles de heridos, miles de despedidos criminalmente, miles de oprimidos y perseguidos, listas Tascón y Maisanta, miles de millones de dólares botados en aventuras personalistas y corrupción descarada.
Persecución criminal y ofensiva de la disidencia, lenguaje de odio, racista, clasista, resentido, decenas de propiedades violadas, fábricas confiscadas, televisoras cerradas, círculos paramilitares y terroristas, alianzas con Corea del Norte, Irán, Cuba, Rusia y todo lo que huela a rojo y a fracaso, presos políticos, padres sin hijos, huérfanos, y un largo etcétera de víctimas.
Abusos de todo tipo, fraudes electorales, todos los órganos del poder concentrados en una sola persona, una nación sin justicia y con la vida pendiendo de la voluntad de un caudillo, el país tratado como una alcancía personal, despreciado, insultado, burlado y oprimido, la moneda sin valor y la confianza y honorabilidad del país en un basurero…
¿Y algo de eso cambió el domingo?
NO…todo eso sigue igual, sólo que ahora hay una diferencia.
Antes del domingo, el consenso internacional y nacional era que teníamos un dictador en el poder, un “DICTADOR”…Bajo esa premisa, muchas de las luchas del pasado se mantenían vivas, y más fuertes que nunca.
Bajo esa premisa tenía sentido activar el 350 y el 333, tenía sentido exigir que se depusiera al dictador por todos los medios al alcance de una sociedad respaldada por muchos factores determinantes, teníamos la oportunidad, la cierta y posible oportunidad, de terminar esta pesadilla en un tiempo perentorio. Pero a partir del domingo, esa realidad cambió.
Ya no tenemos a un Dictador, hoy hasta suena a payasada afirmar eso.
El domingo los principales líderes políticos se encargaron, y de una forma totalmente innecesaria, de transformar al Dictador en el más sabio de los demócratas (y todos los observadores internacionales tomaron nota).
Como si fuera parte de un pacto secreto y macabro (que creo que no se hizo), agradecieron al déspota, le alabaron, y le solicitaron una reunión, para charlar sobre el país, sobre la felicidad, sobre la reconciliación, insistieron en reafirmar su carácter de presidente legítimo y demócrata, llegaron a la náusea de felicitar su conducta cívica y ejemplar.
Dejando atrás, en un rincón oscuro y solitario, las encarnizadas luchas, padecimientos y sacrificios de millones de venezolanos que han perdido todo, y mucho más, gracias al régimen que el domingo fue tan coloridamente aplaudido y felicitado por la “elites” de Venezuela.
A partir del 02 de diciembre, el CNE dejó de ser la madriguera de tramposos que ciertamente es. Hoy, gracias a los apologistas del referéndum, el CNE es un club de virtuosos altamente profesional y técnico, preparado para servir de árbitro imparcial de todo evento electoral que se celebre en el futuro (y muchos serán los que se celebrarán).
Nunca en los años que tengo de vida, supe de una dirigencia política tan incapaz, tan profundamente ciega y corto placista, tan irresponsable y tan olímpicamente descarada.
Lo que hicieron no tiene justificación. Y quiero dejar bien claro que no incluyo en esta reflexión a los gallardos estudiantes que durante meses han dado una pelea digna y ejemplar.
Seguro estoy, porque los conozco personalmente, que estos muchachos hubieran sido el mejor ejército para evitar que se llevara a cabo el adefesio, pero no lo hicieron, porque, jóvenes e inexpertos que son, fueron influidos y dirigidos por los partidos políticos que con sonrisas pepsodent celebraban entarimados su glorioso triunfo dominical.
En cuanto al grueso de personas que también votó, amas de casa, profesionales, etc… éstos también deben quedar fuera de estas consideraciones, en su inmensa mayoría actuaron siguiendo la voz de sus honestas conciencias, siguiendo lo que creyeron era una directriz política razonada y blindada (simplemente aceptaron lo irremediable y se fueron por lo que consideraron práctico… práctico porque así se lo hicieron ver los directores de las matrices de opinión, que jamás permitieron otras opciones, ni siquiera tuvieron la humildad de considerarlas).
Pero sí quiero denunciar lo que considero una posición irresponsable de aquellos que pretenden ser la élite de este país. Náuseas producía leer como supuestos intelectuales se declaraban borregos de los estudiantes, que votarían para no traicionarlos.
¿Qué tipo de élite supedita sus pensamientos y decisiones al criterio de unos muchachos casi adolescentes? ¿Qué tipo de élite permite que los medios de comunicación prohíban el debate de ideas y execren cualquier posición diferente a los que ellos consideran bueno porque según ellos los estudiantes así lo decidieron?
¿Alguno se tomó la molestia de saber cómo y quiénes tomaban las decisiones en las asambleas estudiantiles? ¿Alguien lo hizo?
Yo al menos asistí a varias asambleas, le presté mis oficinas a sus dirigentes y me considero en cierta forma inspirador y colaborador del movimiento, con acciones concretas, con vivencias propias… ¿Alguno de esos intelectuales y opinadores realmente conocía el mecanismo de toma de decisiones del movimiento estudiantil en cuestión?
¿Alguno de estos seguidores a ciegas del movimiento estudiantil se tomó la molestia de reunirse en privado con ellos? ¿Sabían acaso que los más ejemplares se oponían rotundamente al referéndum y finalmente aceptaron el mismo por no sabotear la decisión de la mayoría? ¿Y quiénes estaban detrás de estas mayorías?
¿Sabían acaso nuestros autocalificados borregos que tras bastidores no eran precisamente muchachos los que movían los hilos? A juzgar por lo que escribían y publicaban los intelectuales y opinadores, las respuestas son negativas y esto no tiene excusa ni perdón de Dios…es simplemente una irresponsabilidad demasiado grande como para obviarla y dejarla pasar sin crítica alguna.
La gran desgracia de Venezuela es la ausencia de élites. Nadie parece responsabilizarse por nada, siguen ciegamente cosas que no conocen, aceptan lo inaceptable y comprometen los principios y valores más sagrados. ¿Y porqué? ¿Acaso ganamos algo?
Nos quedan todavía largos años por delante. Es poco lo que resta por destruir. Pero eso que aun queda sobre sus dos pies, ahora es más fácil destruirlo. Lo que no se pudo formalizar el domingo, realmente ya existe en la práctica. Pero hay una diferencia.
A partir del domingo, el dictador es un demócrata, su aparato electoral se transformó en Hércules, y el mundo entero observó como los principales líderes políticos del país, lo abrazaron, lo felicitaron y le invitaron al mundo feliz.
Un mundo donde el hijo de Merhi y demás muertos, los presos políticos, los botados de PDVSA, los propietarios confiscados, las víctimas de las listas, el robo más descarado y descomunal de las arcas nacionales del que se tenga noticia, la entrega de la patria a países forajidos, y tantos crímenes más por los que tantos sufren y lloran, esos hechos ya no existen, eso es pasado…
Porque ahora, en el mundo nuevo, en el mundo post 02 de diciembre, en Venezuela tenemos democracia y un país bonito, reconciliado y en paz.
Para finalizar, insisto en lo que alguna vez dije. Yo la lucha la mantendré hasta que me muera, y jamás olvidaré, para mi está prohibido olvidar… para mi la reconciliación empieza con la justicia, y sólo hay justicia cuando los criminales están en la cárcel y los hombres dignos son libres…
Hay justicia cuando Francisco Usón comparta la vida con su esposa y vea a sus hijos crecer mientras los que hoy están en el poder paguen sus delitos, hay justicia cuando las élites de un país lleven la batuta y los demás sigan y no al revés…hay justicia cuando actos como los del domingo no sean posibles, porque las leyes se cumplen y la gente no renuncia a sus principios y valores en aras de fines políticos subalternos.
Repito, no creo que la sociedad sea criticable. Los únicos vencedores el domingo pasado fueron la sociedad como un todo y el espíritu hermoso de los estudiantes… fueron vencedores porque actuaron, porque se preocuparon, porque reaccionaron…
Pero los políticos y las élites…esos deben cuestionarse, lo menos que pueden hacer, es cuestionarse. ¿Dónde están sus ideas y propuestas? ¿Hacia dónde ven caminar a Venezuela? ¿Qué son en realidad, aparte de movimientos electorales? ¿Qué son, aparte de defensores de un voto que no vale nada?
La justicia llegará el día en que creamos posible que pueda llegar, el día que hagamos lo que los principios y la dignidad nos gritan que tenemos que hacer…porque lo inaceptable, no debería seguirse aceptando.
Es una vergüenza ser venezolano con un régimen como el que tenemos. Uribe triunfa en Colombia porque no le da tregua a los narcoguerrilleros, porque dijo NO, cuando todos le recomendaban seguir diciendo que SI, porque no se sentó a reconciliarse con los criminales, porque les dijo NO y punto. En Venezuela el ejemplo de Uribe es válido y necesario.
¿Hasta cuándo seguiremos tolerando? El NO del domingo no fue un NO…fue un SI… Nuevamente Venezuela decidió aceptar lo inaceptable… decidió continuar con lo que no se puede continuar…
El domingo 02 de diciembre de 2007, Venezuela prefirió seguir siendo esclava. Vergüenza para los dirigentes que lo alentaron y permitieron.
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