viernes, 21 de diciembre de 2007

*CARLOS EDUARDO HELLMUND ESCRIBE EN ELUNIVERSAL: “EL MUNDO Y LA RIQUEZA PETROLERA”

El mundo entró en una época más inestable con actores repletos de dinero y ambición
El balance del mundo ha cambiado drásticamente, y el petróleo es el culpable. Esta delicada situación no parece que pueda modificarse en el corto plazo. En este sentido, son reveladores algunos datos que señala Robin West en su excelente artículo The Power of Petroleum en Newsweek (5/11/07).

Con el petróleo a USA $94 por barril, y subiendo, ese mineral es una fuerza vital de energía que lo ha convertido en un commodity, o producto de consumo de importancia vital. Los precios han subido desde 1966, más de USA $30 por barril. Esto les cuesta a Estados Unidos y a Europa USA $300 millones diarios. En contrapartida, aumentaron los ingresos de Medio Oriente en más de USA $500 millones por día. El mundo consume hoy 85 millones de barriles cada día, versus 71 millones hace 10 años. Las implicaciones financieras y políticas de este incremento son de gran impacto.

Rusia en bancarrota en 1998 ya eliminó toda su deuda externa con USA $450 mil millones de reservas monetarias. El petróleo -que también benefició a otros pequeños países en Medio Oriente, el Mar Báltico y América Latina- ha engrasado las ruedas del capitalismo mundial, pero las democracias se han deteriorado. West acota que "los gobiernos reciben gigantescas sumas vendiendo petróleo, pero ahora necesitan menos consentimiento de sus gobernados para mantenerse en el poder. Pueden favorecer a sus amigos, comprar la oposición o pagar para extirparla. Favorecen empresas del Estado y desestimulan mercados libres. Basta observar Nigeria y Azerbaiján y sus corruptas y represivas instituciones políticas, más sus burocracias ineficientes y sobredimensionadas, subsidiadas por el petróleo. Rusia usa su poder económico en vez de poderío militar, para crear nuevos imperios". Todos los países productores se sienten más confiados y menos dependientes de los poderes tradicionales. Los que suplican ahora son los países dependientes de energía.

Empresas petroleras estatales controlan 80% de las reservas de petróleo mundiales, mientras las compañías privadas multinacionales apenas 6%. Muchas de esas empresas estatales son ineficientes: cumplen con las ingentes necesidades de sus gobiernos dueños, pero sin nuevas inversiones para mantener su producción. En Irán y Venezuela los altos precios actuales esconden bajas en producción. Gastos políticos a corto plazo suplantan planes de inversión a largo plazo. Irán, con las segundas reservas del mundo, si combinamos gas y petróleo, importa gas y dependerá de petróleo importado en pocos años, predice West.

La escasez será más probable por falta de inversión en producción de petróleo que por razones geológicas. Por lo tanto, los grandes consumidores -Estados Unidos, Europa, Japón, China y la India- tendrán que iniciar enérgicas campañas de conservación de energía para evitar devastadoras consecuencias geopolíticas.

Venezuela no es la excepción con sus políticas de dádivas al extranjero, las cuales buscan conseguir apoyo internacional para adquirir notoriedad. Junto a esto, se aplican pañitos calientes internos, completamente insuficientes frente a las grandes necesidades de la población. Ian Bremmer, autor del libro La curva J: entendiendo por qué naciones crecen y luego caen, destaca que en Venezuela hay un antagonismo exagerado con Estados Unidos, y que los márgenes de comercialización de Pdvsa cayeron 25% en 2006. Además, el país se endeudó en USA $12 mil millones, mientras la inflación, cree él, está cerca de 30%, una de las más altas del mundo.

"Con tanto poder en manos de un hombre, y Chávez es volátil, la estabilidad económica venezolana a largo plazo estará en duda"; aunque los altos precios del petróleo lo han hecho popular. Pero, se pregunta Bremmer, ¿por cuánto tiempo más? Su influencia en la OPEP es limitada. En Arabia fue rechazada su sugerencia de que la organización se politice.

El mundo entró en una época más inestable, con nuevos actores, repletos de dinero y ambición, que juegan roles confusos. Hoy la seguridad energética, o sea los "abastecimientos confiables a precios razonables, con conciencia energética y sustentables en el tiempo", no pueden garantizarse. Los viejos poderosos -Estados Unidos, entre otros- dice West, tendrán que "ponerse las pilas"; o sea, invertir en tecnologías alternas, asociaciones más novedosas con países productores y lograr eficiencias energéticas; si no, todos sufriremos, pues habrá más demanda que oferta y nuestros gobiernos democráticos seguirán debilitándose.

cedice@cedice.org.ve

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