CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ |
La revolución ha sobrevivido gracias a
malbaratar a diestra y siniestra océanos de ingresos y no parece tomar en serio
la terrible crisis económica. El aumento de los precios del petróleo era una
apuesta decisiva, que Chávez siempre ganó, y lo sostuvo en el poder. Pero ahora
no podrán regalar, desestimular el trabajo productivo, quebrar empresas para
que el gobierno absorba los trabajadores, lo que permitió al otro la victoria
en el referéndum revocatorio de 2004 y maniatar el país. Y ahora la resaca, las
consecuencias de desastres económicos, y un contranatural remate en la miseria
de quince años de bonanza. Escasean bienes esenciales, se devalúa la moneda y
se dispara la inflación con el barril alrededor de 100 dólares. El absurdo
control de cambio con una tasa fija incrementó locamente las importaciones,
destruyó la capacidad exportadora y como paradoja demencial, devaluó la moneda
en más de 1.000 por ciento.
Estableció la primera mayor inflación del
mundo, arrastró las empresas y las dejó arruinadas. En 2012 rompió cualquier
récord en importaciones: 71.400 millones de dólares. Creían matar con eso dos
conejos de un tiro: quebraba los empresarios y las fuentes de financiamiento de
la oposición. Castraron las exportaciones privadas y se hicieron propietarios
únicos de las divisas. La sociedad profundizó su dependencia del Estado, y
Venezuela del ingreso petrolero. El gobierno contrajo una implacable y
recurrente deuda sucia a corto plazo con China que equivale a más de 260 mil
barriles diarios. A esto hay que añadir el crudo que se enviaba y se envía, el
subsidio a Petrocaribe de 266 mil barriles de los que pagan de contado apenas
entre 5% y 50% con dos años de gracia, crédito por 25 años e intereses de 2%.
Pura beneficencia.
ESTANCAMIENTO, ESCASEZ, INFLACIÓN
Venezuela regala 30% del valor de sus
exportaciones. El precio interno de los combustibles promueve el incremento del
consumo en cien mil barriles diarios, el contrabando en la frontera y la
corrupción de los organismos públicos y la Guardia Nacional. Con los pagos para
refinanciar deudas a corto plazo vencidas en los últimos tres años, el gobierno
canceló 15.000 millones de dólares anuales. A finales de 2014 fueron 6.000
millones por ese concepto. Crearon Fonden con 53 mil millones de dólares,
organismo al que el Banco Central transfería reservas sin ningún control para
operaciones políticas y financiamiento a movimientos afines en el exterior. Eso
llevó el Banco Central prácticamente a la quiebra ya que en 2012, apenas tenía
cerca de 4 mil millones de dólares líquidos para un país que importa 70.000
millones de dólares al año.
El gobierno reacciona de manera primaria,
restringe al máximo las divisas al público y contrae dramáticamente las
importaciones privadas, que retroceden en 2013 en alrededor de 13%, lo que se
añade a un aparato productivo destruido sin posibilidades de aumentar la producción.
Oculta información sobre cuentas nacionales y tendencias macroeconómicas
básicas, como el verdadero volumen de reservas, la tasa de inflación, el
porcentaje de escasez, los datos del Producto Interno y el asombroso
deslizamiento de la tasa de cambio. El racionamiento, es decir, la escasez,
unida a la recesión y la carrera inflacionaria producen un fenómeno bastante
peor que aquella plaga de los 80 llamada stagflación (estancamiento con
inflación) y se añade la escasez. En ese contexto se presenta la tendencia
hasta ahora indetenible -porque corresponde a una política de la OPEP- que
reduce los precios del petróleo.
MAYORÍA DEMOCRÁTICA ANTICAOS
El barril cayó de casi 100 dólares a 62
dólares para este diciembre. Si el gobierno no vira en 180 grados para
desmontar el control de cambios, el control de precios, la persecución a los
capitales privados, el crecimiento del gasto improductivo, y revierta todas
esas políticas con apoyo de los organismos internacionales y de la comunidad
latinoamericana, el caos será impredecible, tanto por sus consecuencias
económicas como políticas. La estancasezflación, estancamiento más escasez más
inflación, podría conducir a un caos con propensiones autoritarias. La salida
es un programa de reforma económica profundo, con base en un acuerdo nacional,
que corrija las aberraciones desde la raíz. Maduro por el contrario, sin
sentido estratégico, hace un ajuste simple y deja correr el aumento de precios,
sin percatarse que eso solo anuncia que en pocos meses suban de nuevo.
Una nueva mayoría democrática en la Asamblea
Nacional sería un interlocutor de fuerza, un poder del Estado, como establece
la Constitución. Esa mayoría, lejos de lo que muchos se imaginan, es la manera
pacífica de resolver la crisis, que muchos ilusos sueñan se dirima por la
sangre y no por el diálogo.
El país pareciera estar atrapado en una
rebelión de mermados mentales. El gobierno no actúa para enfrentar la crisis y
se siente invulnerable como Aquiles sin darse cuenta que la siniestra carreta
avanza y cuando llegue impondrá el silencio. En eso cuadran con las diversas
versiones del antipartidismo, el partido de los gerentes, que apuesten a que no
haya elecciones parlamentarias para que los partidos políticos no estén en la
escena.
Carlos Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@carlosraulher
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