domingo, 17 de marzo de 2013

FERNANDO MIRES – CAPRILES, LA POLÍTICA Y LA VERDAD

Cuando una antigua colega -una de esas profesoras heroicas que se niegan a retirarse del oficio- me solicitó dictar en su seminario una conferencia sobre el tema de la Venezuela post-Chávez, y me di a la tarea de prepararla, observé que en idioma alemán no existe un término exacto para traducir la palabra emboscada.
Emboscada según el diccionario se traduce como "Hinterhalt", palabra que literalmente significa algo así como "ser agarrado desde atrás”. En castellano, en cambio, esa es sólo parte de una emboscada. Lo fundamental de una emboscada es ser llevado a una zona sin salida (encerrona) en la cual serás atacado por el enemigo y aniquilado sin piedad. Y bien, a ese tipo de emboscada pertenece la situación a la que intentaba llevar el gobierno Maduro al conjunto de la oposición.
A través de dos violaciones consecutivas a la Constitución, una con Chávez agonizando; otra, con Chávez muerto, Maduro se había hecho elegir presidente por la "oficina de asuntos judiciales del chavismo", que eso y no más es en Venezuela el poder judicial.
De ese modo, protestar masivamente en contra de las violaciones constitucionales -cuando medio país estaba llorando a moco tendido frente al mediático féretro- habría parecido ante la opinión pública mundial como un sacrilegio. Así, el gobierno utilizó, como lo ha venido haciendo consecutivamente, el cadáver de Chávez como medio de chantaje político.
Gracias a los funerales, Nicolás Maduro creía tener la mesa servida. La oposición, blanco de las más brutales invectivas de parte del ilegal gobernante, estaba paralizada. Y cuando la MUD y Henrique Capriles denunciaron la juramentación de Maduro como espuria, los jerarcas del "entorno" se frotaron con seguridad las manos. Quizás imaginaron que el segundo paso iba a ser un llamado a la abstención como propuso  algún columnista despistado de oposición. Así, la emboscada iba a resultar perfecta. La oposición se dividiría entre "abstencionistas y  "participacionistas" para ser, después del triunfo electoral de Maduro, fácilmente "pulverizada" (Chávez dixi).
Efectivamente, desde el punto de vista de una lógica formal, que es también el de las ciencias, entre ellas la politología, declarar como espurias unas elecciones y después participar en ellas, es una incongruencia. Sin embargo, y es lo que no entienden tantos politólogos, la política no es congruente. Tampoco es una ciencia y en ningún caso es polito-lógica. Eso significa: en política se actúa no sobre condiciones ideales sino sobre las que se van dando en el camino. O para decirlo con el poeta Machado, en la política no hay caminos: "se hace camino al andar".
En el medio de la emboscada, Capriles hizo lo que en la guerra hace un buen general: unificar las tropas dispersas. Y como es un hombre de vasta experiencia sabía que la unidad en la política no se logra con piadosos llamados, sino en abierta lucha en contra del enemigo común.
Primero: El enemigo no es el difunto Chávez sino Maduro (“No es Chávez, tú eres el problema, Nicolás”). Segundo: Maduro se oculta detrás del presidente muerto y carece de identidad personal y política. Tercero: la presidencia de Maduro, y por consiguiente la elección, es el resultado de una violación constitucional. Cuarto: Capriles va a postular en nombre de la oposición unida, denunciando las violaciones cometidas por Maduro y “su combo”.
Valiente, sin dudas valiente; así lo reconoció la primera página del periódico Tal Cual.
Una amiga venezolana -no es caprilista- me escribió unas palabras que, creo, interpretan el sentimiento de muchos : "A ese chamo no lo vamos a dejar solo"
Gracias al discurso de Capriles, muchos intuyeron que ha llegado el momento de cerrar filas y dar la batalla, aunque se pierda. Efectivamente, no hay peor batalla que la que no se da. Quien mejor lo entendió en el gobierno no fue Maduro (el homófobo político solo atinó a pronunciar la frase favorita de Pablo Escobar: "has cometido el peor error de tu vida") sino Diosdado Cabello, quien dijo: "Las palabras de  Capriles son una declaración de guerra".
Efectivamente; de eso se trata: son una declaración de guerra. Pero lo que Diosdado seguramente no entendió es que se trata de una guerra política, es decir, de una guerra sin armas.
¿Fue enviado Capriles al matadero? ¿Va a enfrentar de nuevo a todo el aparato del estado, al más hipertrofiado de toda América Latina? ¿Va a competir con quien financia su campaña con el dinero de todos los venezolanos? ¿Con el amo de todas las cadenas televisivas? Y, sobre todo, ¿va a competir contra una máquina de ganar elecciones, contra destacamentos electoreros que se mueven como soldados en los “concejos”, en las misiones y en las oficinas públicas? ¿Va a competir contra amenazas, extorsiones y listas tasconas? ¿Contra esos miles de buses rojos que transportan votantes rojos? Y, no por último, ¿va a competir con el fantasma de Hugo Chávez de quien Maduro cree ser su representación terrena?
Si, lo va a hacer. Lo va a hacer como ese "cronopio" de Julio Cortazar quien, al no rendirse, y sin más armas que su propia verdad, derrotó a un ejército de "famas". Del mismo modo como Lech Walesa, Váklav Havel y Ricardo Lagos derrotaron a sus respectivas dictaduras. Del mismo modo como Yoani Sánchez y los suyos derrotarán a Raúl Castro.
Pero Capriles –no nos equivoquemos- no es un místico. Es un total político. Sabe por ejemplo que tiene algunas cartas por jugar; y ya las está jugando. Por de pronto, tiene en sus manos la carta de la legitimidad constitucional. Así, mientras Maduro, quien sin el estado no es nadie, se hizo nombrar presidente apelando a medios ilícitos, él, Capriles, se desprendió, siguiendo estrictamente la línea constitucional, de su propia gobernación en Miranda.
Capriles maneja, además, la carta de la soberanía nacional, la misma que usó Chávez en contra de Bush y que ahora Capriles usará en contra de Raúl Castro. Pues para nadie es un misterio: Maduro es el candidato venezolano de la dictadura militar cubana.
No por último, Capriles -al igual que Henri Falcón, político de centro-izquierda- posee una carta que ya jugó, y muy bien, en contra de Chávez: esa es la carta social. En ese sentido Capriles puede convertirse en el acusador de un sistema que practica un "neoliberalismo de Estado". Uno que gracias a la destrucción del aparato productivo y la consiguiente subordinación a las importaciones de las potencias externas, sobre todo de los EE UU, enriquece con devaluaciones monetarias al gobierno, pero a costa del bienestar de la mayoría de los venezolanos.
Seguramente Capriles explicará como cada centavo que gasta el gobierno en su faraónica campaña electoral, aumentará el monto del próximo "paquetazo" post-electoral; el mismo que pagarán en moneda dura todos los venezolanos.
Pero, además de todas esas cartas, Capriles tiene en su mano otra, quizás la más decisiva.
Esa es la carta de la verdad.
Capriles, sabiendo que con su postulación no tiene nada que perder, ha decidido arrojar esa carta sobre la mesa.
Decir la verdad, sea donde sea, duela a quien duela, y aunque se venga el mundo abajo, es tarea de santos y mártires, casi nunca de políticos. Capriles, en cambio, la asume políticamente. Quizás por eso se le ve más suelto; incluso más libre, en sus discursos. Ha bebido del néctar de la verdad; y lo goza. 
Ya no se preocupa de frases hechas; está más allá de los cálculos, de las poses pre-concebidas y de los comunicadores profesionales. Yo diría, más allá de la política ritual. Esa es la razón por la cual frente a Capriles, Maduro, un personaje altamente ideologizado y mitómano hasta los huesos, se ve, a pesar del carisma que succiona del presidente muerto, como un ser sin vida propia, o como uno de esos pobres hombres que nunca han podido superar el complejo paterno ("Yo soy hijo de Chávez") y que, por lo mismo, nunca serán definitivamente adultos. Maduro vive bajo el amparo mítico de su padre muerto, la fase más pubertaria de su vida política. Capriles, en cambio, es, o ha llegado a ser, un político adulto.
Solo la verdad, es decir, la disencia frente a la no-verdad, nos convierte en seres adultos.
La verdad nos hace libres; entre otras cosas, libres de la mentira. La verdad puede ser, por eso mismo, violenta (Hannah Arendt) Pues debajo de cada mentira hay una verdad, y cuando la verdad irrumpe en la superficie, destroza a una mentira. Eso a veces duele. Pero, a la vez, no hay nada más bello que vivir bajo el imperio de la verdad. Quien la ha conocido no la abandonará jamás. Quien la dice, llenará su vida con un placer incitante; me atrevería a decir: erótico.
Tengo la impresión de que Capriles abandonó todo cálculo, toda estrategia y toda táctica inútil. Está diciendo, cada vez que habla, la verdad. Quizás, más allá de toda encuesta, pronóstico, resultado, o lo que sea, un político, en este caso Capriles, ha optado por decir la verdad. Y así, aunque pierda, ganará.
fernando.mires@uni-oldenburg.de

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FAUSTO MASO, CUANDO CAPRILES ACEPTÓ LA CANDIDATURA DE LA MUD, LA PRIMERA NOCHE

Capriles accede oficialmente la candidatura, esa primera noche sacó a la oposición del derrotismo, logró galvanizarla, unificarla, animarla para un combate desigual frente a un adversario que se comporta como si poseyera el monopolio del insulto, de la rectitud moral y oponérsele fuera un delito de lesa patria; cambió las reglas del juego, entusiasmó a sus seguidores, movilizó a los que luchan por principios, desconcertó a Maduro. Seguir en ese estilo provoca la respuesta indignada de lo que califican cualquier crítica de injuria. Capriles agitó el avispero, pero si retrocede se lo comerán vivo. No queda otro remedio que avanzar y que el sol salga por donde salga.
¿Será ese el tono de la campaña? No hay otro, el de la rebeldía necesaria frente a la amenaza que se cierne sobre el país, de una dictadura democrática, un gobierno autoritario con respaldo internacional, como ya lo vimos en las exequias. Este régimen tolerará una oposición al estilo de la que permitía el PRI en el pasado.
O se pone en pie la oposición o le pasarán por encima, la convertirán en una farsa, la anularán moralmente. Se trata de hablar de igual a igual con el chavismo, rechazar ser ciudadanos de segunda clase, a menos que se le ocurra a la oposición comportarse como el que come pescado y les coge miedo a los ojos.
Los políticos crecen cuando demuestran coraje y toman decisiones sin el amparo de las encuestas. Con sus palabras, Capriles se convirtió en el líder de la oposición, algo que no había conseguido después de ganar las primarias; tomó una decisión difícil, en contra de la opinión de expertos y analistas de encuestas, apostó por que el país prefería un líder capaz de asumir riesgos, de encabezar a sus seguidores en una lucha heroica, movidos por los principios, por la convicción de que democráticamente hay que impedir seis años más de un gobierno desastroso.
¿Basta con esto para ganar las elecciones del 14 de abril? Nadie sabe, pero sirve para dar el primer paso en un largo camino, donde se requerirá armar un discurso que le muestre a los humildes una salida a la miseria que no le ofrece el chavismo.
La estrategia de Maduro no por elemental e inescrupulosa deja de ser efectiva: apelar a los peores instintos machistas, usar sin pudor el sentimentalismo que despierta el fallecimiento de Chávez, explotar el resentimiento social, las inmensas ventajas de un poder omnímodo.
Los dados están cargados a favor de Nicolás Maduro, pero no queda otro remedio que dar la pelea para salvar la democracia porque el plan del PSUV es convertirse en una dictadura con apariencias democráticas que celebre elecciones en las que la oposición no tenga oportunidad de luchar, como en los peores tiempos del PRI.
El PSUV marcha hacia el enfrentamiento entre militares y civiles, por eso los guiños que envía Maduro al Ejército. Los gobernadores tampoco lo obedecerán como si fuera Chávez.
¿Y quién quita que al final la abstención chavista no nos sorprenda el 14 de abril?
La campaña de la mentira ataca el corazón del socialismo del siglo XXI, cuando el gran mentiroso no es tan ingenioso como su antecesor, porque, al final, el socialismo totalitario se vuelve un embuste en beneficio de una nueva clase.
El que tenga ojos que vea.
Por: FAUSTO MASÓFAUSTO MASO, CUANDO CAPRILES ACEPTÓ LA CANDIDATURA DE LA MUD, LA PRIMERA NOCHE
Capriles accede oficialmente la candidatura, esa primera noche sacó a la oposición del derrotismo, logró galvanizarla, unificarla, animarla para un combate desigual frente a un adversario que se comporta como si poseyera el monopolio del insulto, de la rectitud moral y oponérsele fuera un delito de lesa patria; cambió las reglas del juego, entusiasmó a sus seguidores, movilizó a los que luchan por principios, desconcertó a Maduro. Seguir en ese estilo provoca la respuesta indignada de lo que califican cualquier crítica de injuria. Capriles agitó el avispero, pero si retrocede se lo comerán vivo. No queda otro remedio que avanzar y que el sol salga por donde salga.
¿Será ese el tono de la campaña? No hay otro, el de la rebeldía necesaria frente a la amenaza que se cierne sobre el país, de una dictadura democrática, un gobierno autoritario con respaldo internacional, como ya lo vimos en las exequias. Este régimen tolerará una oposición al estilo de la que permitía el PRI en el pasado.
O se pone en pie la oposición o le pasarán por encima, la convertirán en una farsa, la anularán moralmente. Se trata de hablar de igual a igual con el chavismo, rechazar ser ciudadanos de segunda clase, a menos que se le ocurra a la oposición comportarse como el que come pescado y les coge miedo a los ojos.
Los políticos crecen cuando demuestran coraje y toman decisiones sin el amparo de las encuestas. Con sus palabras, Capriles se convirtió en el líder de la oposición, algo que no había conseguido después de ganar las primarias; tomó una decisión difícil, en contra de la opinión de expertos y analistas de encuestas, apostó por que el país prefería un líder capaz de asumir riesgos, de encabezar a sus seguidores en una lucha heroica, movidos por los principios, por la convicción de que democráticamente hay que impedir seis años más de un gobierno desastroso.
¿Basta con esto para ganar las elecciones del 14 de abril? Nadie sabe, pero sirve para dar el primer paso en un largo camino, donde se requerirá armar un discurso que le muestre a los humildes una salida a la miseria que no le ofrece el chavismo.
La estrategia de Maduro no por elemental e inescrupulosa deja de ser efectiva: apelar a los peores instintos machistas, usar sin pudor el sentimentalismo que despierta el fallecimiento de Chávez, explotar el resentimiento social, las inmensas ventajas de un poder omnímodo.
Los dados están cargados a favor de Nicolás Maduro, pero no queda otro remedio que dar la pelea para salvar la democracia porque el plan del PSUV es convertirse en una dictadura con apariencias democráticas que celebre elecciones en las que la oposición no tenga oportunidad de luchar, como en los peores tiempos del PRI.
El PSUV marcha hacia el enfrentamiento entre militares y civiles, por eso los guiños que envía Maduro al Ejército. Los gobernadores tampoco lo obedecerán como si fuera Chávez.
¿Y quién quita que al final la abstención chavista no nos sorprenda el 14 de abril?
La campaña de la mentira ataca el corazón del socialismo del siglo XXI, cuando el gran mentiroso no es tan ingenioso como su antecesor, porque, al final, el socialismo totalitario se vuelve un embuste en beneficio de una nueva clase.
El que tenga ojos que vea.
FAUSTO MASÓ
Fausto.maso@gmail.com
@FaustoMaso

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FERNANDO OCHOA ANTICH CANALLADAS NO, VERDADES, PRESENTACION DE LA CANDIDATURA DE HENRIQUE CAPRILES RADONSKI,

La brillante intervención de Henrique Capriles, con motivo a la presentación de su candidatura presidencial, ha sido fuertemente atacada por el oficialismo a partir del mismo momento en que se dirigió a los venezolanos. Las razones del ataque están a simple vista. Sus palabras, firmes, valientes y serenas, lograron de inmediato un efecto sorprendente en el espíritu de lucha de una oposición que parecía desmoralizada, y casi ausente, después de la derrota sufrida durante las elecciones de gobernadores. Ese importante  impacto fue percibido de inmediato por los asesores de opinión del régimen que, equivocadamente, decidieron que el propio Maduro le respondiera. Craso error. El efecto se multiplicó al infinito. Definitivamente, no hay peor consejero que el miedo.
La respuesta de Maduro, al contrario, fue desproporcionada, mal preparada y peor dicha, en la cual demostró muy poco instinto político. Al día siguiente, ese error fue centro del debate en la calle. No hubo nadie, ni oficialistas ni opositores, que no llegaran a una inmediata conclusión: Hugo Chávez jamás le hubiera respondido. Voz de pueblo, voz de Dios, Sin lugar a dudas, en esa frase se resumió la percepción popular. Además, equivocó totalmente la estrategia. Se dedicó a atacarlo desde un punto de vista personal que le hizo perder de inmediato la estatura necesaria en un líder emergente que, sin tener suficiente arrastre popular, se encuentra ante el reto de reemplazar al jefe de un proceso político que, por catorce años,  ha sido la única figura del régimen con  propio brillo personal.
Las palabras de Maduro buscaron descalificar al candidato opositor al llamarlo de manera desconsiderada: "canalla, infame, e irresponsable", sin realmente responder ninguno de los señalamientos de fondo que caracterizaron su intervención. Además, del ataque personal trató de convencer a sus seguidores que Capriles había ofendido  la figura de Hugo Chávez y la dignidad de su familia, al afirmar que sus palabras "eran  la mayor ofensa a su memoria" y que "el objetivo de la oligarquía, de este señorito que acaba de llegar de Nueva York, el de los apellidos, es provocar al pueblo". El único aspecto de alguna trascendencia que tuvieron sus palabras fue la absurda defensa a la indebida e  inaceptable posición del almirante Diego Molero Bellavia, ministro de la Defensa.
En realidad, el discurso de Capriles lo único que hizo fue hacerse vocero de los mil rumores que, de manera permanente, circulan en la sociedad venezolana sobre la enfermedad, gravedad y muerte de Hugo Chávez y señalar un conjunto de innegables verdades. Es imposible desconocer que las antijurídicas interpretaciones que hizo la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia para autorizar la continuidad del anterior gobierno, sin que Hugo Chávez se hubiese juramentado como presidente constitucional, y permitir ahora que Nicolás Maduro se transforme de manera inconstitucional en "presidente encargado" de la República han comprometido la legitimidad de la candidatura presidencial de Nicolás Maduro y del gobierno nacional.
Es imposible negar, que la enfermedad de Hugo Chávez fue tratada de manera muy poco transparente desde el mismo momento en que tuvo que reconocer que sufría de cáncer para detener los comentarios existentes en la opinión pública. La verdad, la única verdad, es que a Hugo Chávez se le exigió un esfuerzo sobrehumano con la tesis de que era imprescindible, para ganar las elecciones del año pasado, que él fuera el candidato presidencial. Esta verdad la conocía perfectamente la camarilla gobernante, que se aprovechó del sentido de trascendencia histórica que dominaba la personalidad de Chávez para convencerlo de mantener su candidatura, aún con riesgo de su propia vida, y de que se tratara  en Cuba para evitar se conociesen los pormenores de su estado de salud...
Tampoco se puede negar, que la operación a que fue sometido Hugo Chávez fue retardada demasiado tiempo para facilitar el triunfo en las elecciones para gobernadores. Estoy seguro, que la familia de Hugo Chávez no estuvo de acuerdo con ese sacrificio, pero era difícil doblegar su voluntad y, mucho menos, en medio de las presiones de todo orden a que debió de estar siendo sometido. De igual manera, no encuentro explicación de su traslado a Venezuela en medio de un problema respiratorio tan delicado. Henrique Capriles, lo único que hizo fue plantear las mismas interrogantes que diariamente se hacen los venezolanos. De lo que sí está plenamente seguro nuestro pueblo es que Nicolás Maduro está utilizando la muerte de Hugo Chávez para fortalecer sus aspiraciones presidenciales.
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich.

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DARÍO ACEVEDO CARMONA, EN OLOR DE SANTIDAD, DESDE COLOMBIA

No me explico cómo le pudo haber salido tan bien al impostor Maduro y a la inteligencia cubana el manejo de la muerte de Chávez, sobre todo después de tantos errores y misterio. Ahora entendemos una de las pretensiones que se estaban jugando durante la agonía del caudillo. Crear una atmósfera de inmensa expectativa respecto de la suerte del líder, de tal manera que el anuncio de su muerte por una falla del sistema cubano de salud o una septicemia, nunca fuera la noticia oficial sino su lucha sobrehumana contra la enfermedad.
Durante la agonía hubo tiempo para preparar una sucesión sin sobresaltos, asegurar la lealtad de la fuerza armada, acallar las ansias de poder de otros dirigentes y conjurar la división. Por supuesto, los cubanos necesitaban la continuidad de las ayudas y de las Misiones, por eso dejaron el cadáver embalsamado o el enfermo en estado vegetativo en La Habana, para organizar a Maduro, pulirlo, comprometerlo y alinearlo plenamente e idear la manera de obtener réditos en la presentación del desenlace.
Indiscutible que Chávez fue una figura de la política venezolana e internacional, pero no se debe exagerar su gestión. Su liderazgo se debió ante todo a sus generosas donaciones y favores en dinero a los gobernantes amigos, por sus dimes y diretes salidos de tono, desafiantes y humillantes contra sus rivales, por haber alineado a varios países en contra de un imperialismo yanki ausente que ya no es tal o que ya ni nos mira ni tiene como su patio trasero. Chávez con su verborragia desenfrenada creó un enemigo absoluto, condición necesaria a todo fanatismo. Supuestamente venció a sus rivales: el imperialismo, el neoliberalismo, el capitalismo, el sistema, la rancia oligarquía, la pobreza. La política que le granjeó mayores respaldos, la lucha contra la pobreza, fue popular mas no eficaz porque no liberó de la miseria a millones sino que las abrumó de dádivas, regalos, subsidios, promesas e ilusiones en vez de trabajo productivo. No forjó un sistema económico socialista sino una economía entre estatista y capitalista debilitada y en franca bancarrota como bien ilustra Anastasia O’grady “En los 12 meses previos a la elección presidencial de octubre del año pasado, el gasto fiscal en Venezuela aumentó 40% interanual en términos reales, según Francisco Monaldi, profesor visitante en la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard... El gasto total en 2012 fue equivalente a un asombroso 51% del PIB y generó un déficit fiscal de 17% del PIB, el mayor en la historia del país... De cara a la elección, el mandatario simplemente inundó la economía con clientelismo y otros favores para sus partidarios, como lo había hecho en 2004 y 2006. El Estado venezolano obtuvo más US$60.000 millones en ingresos petroleros en 2011, haciendo del oro negro su principal fuente de financiamiento para las estratagemas clientelistas de Chávez.” (The Wall Street Journal, New York, 5/03/2013)
Chávez no es Perón pero algo de su tufo populista si exhibió, con óptimos resultados. Tenía mucho de Perón y también de Evita, la santa elevada al cielo por los justicialistas argentinos, milagrosa e intocable (Véase la genial versión novelada de su consagración de Tomás Eloy Martínez en Santa Evita). Ha ingresado Chávez al panteón de los mitos, cual Bolívar, aunque no haya liberado ningún país de un dominador extranjero ni haya montado a caballo ni siquiera una veintena de kilómetros en comparación con los miles que anduvo Bolívar. Trató, hasta hacer el ridículo, de parecerse al libertador, adoptando una nueva iconografía del caraqueño.
El culto a la personalidad de Chávez impulsado por el servicio secreto cubano ha sido una obra magistral que emula con el que se le profesaba al “padrecito” Stalin, sentirían envidia Beria y Goebbels, maestros del engaño vía propaganda. Las imágenes de la multitud en las calles de Caracas son espectaculares, estremecedoras. Un halito religioso creado y estimulado por un poderoso aparato publicitario ha tenido eco. De algo ha servido el reparto de millones de dólares de las arcas del petróleo a sus aliados cubanos hoy fuerza ocupante y determinante en Venezuela.
El balance no podía haber sido mejor: un nuevo mártir, héroe de la patria, asesinado por sus enemigos. El culto a la personalidad del neolibertador que ha entrado al terreno acrítico de la leyenda. Un legado que servirá de manto a sus sucesores, previamente ungidos, como en toda dictadura. El socialismo populista, derrochador. Un fenómeno de masas forjado en el verbo desbordado, en el abuso de su carisma en la pose victimista, de la que tanto abusan los revolucionarios: perseguidos siempre por algún monstruo.
Nada que decir sobre el daño que le hizo a la democracia al controlar calculadamente todos los poderes públicos, convertir las elecciones en fabulosas piñatas que temerosos  e irresponsables secretarios generales de la OEA fueron incapaces de denunciar. Daño a la Fuerza Armada Nacional al comprometerla con un programa de gobierno, con un partido y con el ideal de una revolución convertida en dogma de toda Venezuela. Daños irreparables a la economía nacional que ha dejado en situación calamitosa, con la deuda externa más abultada de su historia. Daño a las expectativas de los pobres a los que acostumbró a una actitud mendicante ante el todopoderoso líder y el providente estado.
Cabalgando sobre el desastre labró su gloria, su fama y su grandeza. A pesar de que hoy Venezuela no es más democrática ni más próspera ni más segura ni más tolerante ni más liberal ni más garantista con la prensa.
En un acto de extrema arbitrariedad se pretende imponer a toda la población venezolana la figura sacralizada de Chávez. Un abuso contra más del 45% que se opusieron a su reelección el pasado 7 de octubre. Sus émulos rayan en lo grotesco al embalsamar su cuerpo y hacer proselitismo con su cadáver.  Y, como dijo Emilio Figueredo “Pretender convertir a Chávez en un ídolo cuasi religioso es una regresión a lo más primitivo de nuestra historia.” (Revista Analítica, Caracas, 6/06/2013).
Es probable que Chávez les sirva al fin de perpetuarse en el poder, pero al convertirlo en santo guía vendrán, tarde que temprano las disidencias, las corrientes chavistas verdaderas, las auténticas, las purasangre, las moderadas, las conciliadoras, las centristas, las radicales, las revisionistas. Aunque también puede llegar a ocurrir que se torne en icono inofensivo como el del Ché Guevara. Nunca obtendrá el consenso alcanzado por la figura incuestionable de Bolívar fundador de repúblicas. Maduro, el usurpador, se vestirá con el traje de la unción, pero los semiólogos nos explican que ni el carisma ni las dotes de mando son transferibles. Maduro no pinta nada mejor que su padrino, ha pelado el cobre y los colmillos, ha recurrido al insulto y a la amenaza contra la Oposición, su discurso orbita cansonamente como una letanía alrededor de Chávez impregnado de un hálito belicoso propio de campos de batalla donde no hay rivales sino enemigos. Es factible que le sonría el triunfo, por ahora, porque sus principales contendientes esperan dentro de su propio partido, agazapados. La ambición de poder será el mortífero veneno de todos los que se consideran auténticos herederos del comandante.
Dario Acevedo
rdaceved@gmail.com
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LUIS VICENTE LEON – ¿QUÉ ESPERAR DEL 14 DE ABRIL?

Una vez que sabemos que se han definido los dos candidatos, Nicolás Maduro y Henrique Capriles Radonski, podemos empezar a plantearnos qué podemos esperar de aquí al 14 de abril y cuáles podrían ser los escenarios que se presenten.
El primer elemento relevante es que esta será una batalla entre lo divino y lo terrenal. la campaña que vamos a ver los venezolanos por parte del candidato Nicolás Maduro estará absolutamente conectada con Hugo Chávez, sus símbolos y su imagen, una magnificación del líder con la intención de ubicarlo en la mente de la población como un semidiós.
La colocación de su único gran mensaje será a través de darle credibilidad a esa conexión entre Maduro y el semidiós en que intentan convertir a Chávez. 
Hasta podríamos advertir que la pieza audiovisual que más veremos será el discurso del presidente fallecido y la designación de Nicolás Maduro como su sucesor, su hijo dilecto, su delfín, y la petición de votar por él.
No habrá nada que no sea Chávez en la campaña de Maduro. ¿Por qué? Porque hay una diferencia abismal entre lo que pude conseguir la sola imagen de Hugo Chávez y lo que podría conseguir Nicolás Maduro por su cuenta. Pero dado que Chávez le entregó a Maduro el activo político más importante que tienen ahora, que es su representación política, lo máximo que puede buscar Nicolás Maduro no es estar a la altura de esa imagen sino apenas a la altura de su representante.
Será el uso de la simbología y la conexión con el mito lo que mantendrá la fuerza electoral en el medio de una elección muy corta, muy cercana a la muerte del presidente y esa muerte convertida en un activo político valioso. Por eso la estrategia más poderosa será repetir “Soy el hijo de Chávez”, “Soy el representante de Chávez”, “Soy la llama que continuará lo que hizo el líder fallecido”.
¿Qué es lo que vamos a ver del otro lado? Está claro que vamos a ver un cambio en la estrategia de Henrique Capriles Radonski porque su objetivo inmediato debe ser hacer que Nicolás Maduro toque tierra. Mientras Maduro se eleva hacia Chávez, Henrique Capriles Radonski tiene que aterrizar a su oponente porque eso es precisamente lo contrario al interés de la campaña del chavismo.
La acción del chavismo es darle credibilidad a esa unidad mística entre el líder máximo y Maduro, mientras que la de la oposición será mostrar la brecha entre uno y otro. Para la candidatura de Henrique Capriles Radonski es necesario que la población entienda que maduro no es Chávez y que no se quede enredado en la idea de que votar por Maduro es votar por Chávez.
Será un objetivo de la oposición hacer que en el elector surjan las preguntas que lo lleven a diferenciar qué significa votar por Maduro y cuáles son las diferencias entre eso y votar por lo que Chávez dijo. ¿Cómo se logrará este cambio? Capriles Radonski será más duro, más agresivo e incluso desafiante con Nicolás Maduro. Mucho más de lo que fue con Hugo Chávez.
La campaña de Henrique Capriles Radonski para el 7 de octubre de 2012 fue exitosa en aumento de emoción, en movilización y en capitalización de símbolos. Los 11 puntos porcentuales por los que perdió versus los 26 puntos de la candidatura anterior contra Hugo Chávez demostró que fue una campaña que, si bien no pudo ganar, capitalizó a casi la mitad del país.
Mientras la campaña de Capriles contra Chávez intentó sacar del centro de atención la figura de Chávez y moverla hacia la oferta de cambio, las expectativas de país, la opción de ir hacia algo moderno, esta estrategia deberá sumarle a eso el enfrentamiento con Maduro.

Un semidiós no se sube al ring y no tiene sentido que Capriles Radonski ataque a Chávez, que ahora está blindado por una muerte que ha sido convertida en un activo político. La campaña de la oposición debe demostrar que Chávez no está. Capriles va a intentar subirse al ring con Maduro porque Maduro en el ring se “terreniza”.
Incluso, es posible que veamos a una oposición que conserve los valores positivos de la figura del fallecido presidente para mostrar que Maduro no es Chávez, para llevarlo a una comparación con Chávez, un contraste que dejaría al candidato del PSUV como malísimo, incapaz y hasta peligroso en comparación con el líder máximo. La posibilidad de que exista una constante comparación de Nicolás Maduro no con Capriles Radonski, sino con el mismísimo Chávez, está ahí.
Este ataque va a buscar sin duda un tú-a-tú para demostrar que el candidato del oficialismo es alguien diferente, un actor que está aquí y que ya no es el representante del fallecido presidente sino un hombre concreto que, si no se considera suficientemente bueno, podría hasta dudar en subirse al ring y quedarse resguardado en la imagen de Hugo Chávez.
¿Cuáles serán los aspectos que van a estar en la mesa por parte de la oposición? Evidentemente los económicos. La economía se ha quebrado y la población recibe estos efectos. Se hizo evidente cuando la popularidad del gobierno perdió 8 puntos porcentuales de diciembre a febrero. Los temas económicos: devaluación, deterioro en el abastecimiento, la pérdida de variedad en el mercado, la escasez de productos como repuestos y materiales de construcción, las restricciones a las cuales ha sido sometida la población, afectan desde ya la evaluación de este posible gobierno.
En las elecciones anteriores el oficialismo tenía capital político suficiente para perder un poco con algunas medidas impopulares y seguir teniendo capacidad de maniobra tras la victoria, aunque ese escenario no proponía una situación segura.
Así la evaluación positiva de la situación del país perdió 14 puntos, bajando de los más de 60 puntos que tenían en un inicio. ¿Qué tenemos ahí? Un riesgo que puede terminar afectando la popularidad.
¿Qué puede ocurrir ahora, cuando la muerte de Hugo Chávez inunda la mente del debate nacional? Si tenemos que evaluar probabilidades, no hay que ser demasiado perspicaz para entender que el gobierno y Maduro arrancan con ventaja: ganaron los dos eventos electorales previos y es obvio que controlan recursos, medios, instituciones y mensajes. Hablamos de una campaña electoral muy corta y que va a estar completamente intervenida por la las emociones despertadas por el fallecimiento del presidente. Una muestra es que durante el 25% de la campaña tendremos el cuerpo de Hugo Chávez en capilla ardiente. El resto, vamos a ver los eventos alrededor de la movilización del cuerpo hasta lo que será su destino final. Hoy, por ejemplo, Nicolás Maduro visitó al menos siete veces la capilla. ¿Qué vemos ahí? Obviamente la maximización de esa emocionalidad.
Bajo ese contexto, es fácil decir que este actor tiene una ventaja electoral y que se puede considerar claramente como “el favorito”. ¿Pero eso significa que podemos dar por descontado un triunfo de Nicolás Maduro? La política nunca es 100% predecible: hay miles de eventos que pueden cambiar el resultado. Obviamente el candidato del oficialismo es el favorito, pero los favoritos no siempre ganan.
¿Cuáles son los riesgos que va a enfrentar Maduro en este proceso? Arranca con una ventaja obvia que ya hemos señalado, pero la misma situación de ser dependiente de la imagen de Chávez sin ser Chávez lo hace ocasionalmente vulnerable. Su gran problema es que la brecha entre el líder ausente y él en muchos momentos se nota. Y la oposición va a encargarse de que se note cada vez más.
El chavismo debe intentar minimizar el riesgo de que esto se ponga en evidencia y por eso la campaña es corta y estará saturada con la imagen de los funerales, para lograr que el electorado haga un click con Maduro que intente ir un poco más allá de la orden que dejó Hugo Chávez. Pero nadie sabe a ciencia cierta si ese click va a suceder de manera eficaz en la mente de los electores.
Y precisamente la campaña de Henrique Capriles Radonski debe evitar ese click. Por eso el ataque, por eso la confrontación, por eso va a ubicar claramente a su enemigo. Esa estrategia será vital para que Capriles logre su propio click.
Un último elemento importante a considerar ahora es la situación económica en la que se va a desarrollar esta campaña. En la campaña de octubre pasado estábamos en una bonanza, pero actualmente estamos en una situación crítica que es imposible esconder. Ni siquiera durante sólo 30 días. Ni siquiera entregando todas las divisas hoy mismo el gobierno evitaría los baches en la cotidianidad de los venezolanos. Ni siquiera con los más férreos controles de peso lograrían controlar la inflación.
Es una campaña adversa para la oposición, pero representa riesgos para Maduro. Mientras el candidato oficialista tiene que surfear la ola del plano emocional, Capriles Radonski y su campaña deben aterrizar a Maduro y mostrarlo como un contrincante concreto, real, palpable.
Lo que sucederá el 14 de abril no lo podemos proyectar ahora, pero evidentemente ésta es una campaña muy dura y muy compleja para la oposición. Para ellos es un reto infinitamente mayor al del año pasado. Es importante que la población seguidora de la candidatura de Henrique Capriles Radonski entienda que hay sacrificios que su liderazgo tiene que hacer para que la oposición pueda mostrarse, sin abandonar ninguna batalla y manteniéndose activa.
Gane o pierda la oposición, ya habían perdido un gobierno por seis años. Estar en la palestra, colocar a Maduro en el plano adecuado y denunciar el abuso de poder, incluso si pierden, sería una importante ganancia.
Nunca desaparece la incertidumbre de los llamados “cisnes negros”, esos eventos impredecibles capaces de cambiarlo todo. Pero si eso no pasa y la oposición se concentra en los puntos que debe, pueden hacerle a Maduro esta campaña mucho más difícil de lo que esperaba con su nombramiento. Un líder no plantea una batalla sólo cuando está seguro de que la va a ganar. Las plantea todas, así sean duras, para poder ganar la guerra. No decide cuándo sí y cuándo no. Siempre batalla.
Luis Vicente Leon ‏
@luisvicenteleon

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RICARDO VALENZUELA, FRANCISCO I ¿PAPA REFORMADOR?, REFLEXIONES LIBERTARIAS

Habemus Papam, escuchó el mundo cuando Francisco I emergía al balcón para dar su primera bendición al gran rebaño de católicos. Si hay algún sector de ese rebaño que con ansias esperábamos ese momento, éramos los católicos liberales. 
Yo esperaba un Papa más joven, de mente más abierta, dispuesto a reformar la iglesia milenaria. Un Papa que rompiera con los esquemas que han identificado a la iglesia católica como enemiga de los mercados libres y del capitalismo, el único antídoto contra la pobreza que tanto les preocupa.
Antecedentes:                    
Hace 2000 años apareció sobre la faz de la tierra el primer libertario de la historia, Jesús de Nazaret. La tradición nos dice que Jesucristo vino al mundo para la redención del hombre. Lo que omiten decirnos es que su cruzada fue para liberar al hombre de las cadenas impuestas por Reyes, déspotas y tiranos. La Biblia es la referencia más clara de la moralidad de los gobiernos. El libro de Samuel relata cómo el pueblo de Israel acudió a Dios exigiéndole un Rey, y Dios le describe el escenario que tendría ese pueblo con un Monarca:
“Y el Señor le dice a Samuel; tu gente me ha rechazado y ya no reinaré sobre ellos. Les daré un Rey y él reclutará a sus hijos para hacerlos soldados de su caballería, otros montarán sus carruajes de guerra. Los hará Capitanes con autoridad sobre miles, pero para cuidar sus tierras, recoger sus cosechas y los hará instrumentos de guerra.”
“Tomará a tus hijas como sus sirvientas. Les arrebatará sus campos, sus viñedos, sus animales para dárselos a sus amigos y sirvientes. Tomará una tercera parte de sus cosechas para dárselo a sus oficiales. Reclutará a los jóvenes, dispondrá de sus animales, sus herramientas para que trabajen para él. Tomará una tercera parte de sus ovejas. Al final todos serán sus esclavos. Luego llegará el día en que llorarán ante la opresión, pero yo no los escucharé.”
Pero el pueblo de Israel ignoró el menaje y escogieron un Rey para que los juzgara, los representara, los protegiera y peleara sus batallas. Nacía así la autoridad tiránica de los Reyes. La advertencia del Señor se convirtió en dolorosa realidad por lo cual Jesucristo apareció sobre la faz de la tierra en medio de un mundo de opresión y esclavitud. Jesucristo fue el primer insurgente retando la autoridad de los tiranos.
Sin embargo, la iglesia fundada por Jesús, establecía una sociedad con los Monarcas que dominaría el mundo durante 16 siglos. Los conceptos de libertad por los que Jesucristo murió, fueron olvidados para establecer la tiranía de la iglesia, hasta que fuera cimbrada por la rebelión de Martín Lutero. 
El movimiento de Reforma aceptaba las ideas de libertad económica y política que florecerían en las mentes de hombres como Adam Smith y John Locke, afirmando los derechos naturales del hombre provienen de Dios, no del Rey. Estas ideas daban vida a dos eventos que cambiarían el destino de la humanidad: El nacimiento de los EU y la Revolución Industrial.
AMÉRICA LATINA.
Pero España las rechazaría prohibiendo, inclusive, la lectura de “La Riqueza de las Naciones” bajo pena de muerte luego de comparecer ante la sagrada inquisición y, de esa forma, daba vida a un nuevo estilo de gobierno que plantaba en sus colonias; la sociedad cerrada. Una sociedad no en busca de utilidades, sino rentas, subsidios y privilegios de parte del gobierno. Siendo los regalos del gobierno más atractivos que el riesgo de las utilidades, la sociedad se organizó alrededor de los beneficios políticos y no la eficiencia económica. Ese ha sido nuestro esquema durante siglos y el cual se trató de modificar Juan Pablo II, provocando el fiero contraataque del establishment.
¿Tenemos esperanza los católicos de América Latina? Tal vez; España, como la borriquita, da dos pasos pa delante y 24 para atrás. Tenemos ya el ejemplo de Chile. Pero durante siglos hemos esperado que la iglesia católica, la gran influencia en nuestro estado mental y cultural, abrazara esas ideas de libertad que tanto han beneficiado a los países desarrollados. Juan Pablo II fue el hombre que iniciara un gran movimiento de reforma pero, cuando los años lo cansaban, su obra fue detenida.
Ahora tenemos un Papa latinoamericano y tal vez podamos pensar en que la iglesia finalmente asuma su papel de moldeadora de las conciencias regionales, tan oxidadas y domesticadas que no reclaman su libertad más que por las vías equivocadas, como el Peje, Venezuela y el resto de mulas guaquilarianas espantadas.
Sin embargo, hace poco más de un año Alberto Benegas Lynch, gran pensador argentino, escribió un artículo en el cual describía la visión económica del entonces Arzobispo de Buenos Aires. Vale la pena destacar este revelador fragmento, donde se detectan en el pensamiento del nuevo Papa algunas populares confusiones en cuanto a conceptos de economía y derecho:
 “La crisis económico-social y el consiguiente aumento de la pobreza tiene sus causas en políticas inspiradas en formas de neoliberalismo que consideran las ganancias y las leyes de mercado como parámetros absolutos en detrimento de la dignidad de las personas y de los pueblos. Reiteramos la convicción de que la pérdida del sentido de la justicia y la falta de respeto hacia los demás se han agudizado y nos han llevado a una situación de inequidad”.
Más adelante subrayó la importancia de la “justicia social”, la “igualdad de oportunidades”, el daño de las “transferencias de capitales al extranjero”, debe exigirse la “distribución de la riqueza”, señaló los perjuicios de las desigualdades patrimoniales y la necesidad de “evitar que el empleo de recursos financieros esté moldeado por la especulación”, todo en el contexto de que la “deuda social” —que a su juicio reviste carácter eminentemente “moral”— consiste en reformar “las estructuras económicas” en el sentido antes expresado.
El resto del artículo de Benegas Lynch despeja varias de estas confusiones. 
Él reconoce que “No hay duda de las buenas intenciones del Arzobispo y de su genuino interés por resolver el tema de la pobreza, lo cual es compartido por toda persona de bien. Desafortunadamente, lo que propone, lejos de mitigar el problema, lo agravan en grado sumo. En estas materias y en muchas otras, las intenciones más puras resultan irrelevantes, lo que importa son los resultados”.
Si Francisco I llega a entender que, como afirma Lorenzo Meyer, la mejor arma contra la pobreza es un buen sueldo y, sobre todo, que eso sólo lo pueden crear los empresarios libres en una economía desburocratizada, bajo el estado de derecho, tendremos un aliado.
Pero el nuevo Papa es jesuita y me viene a la mente la nefasta influencia jesuita en toda América Latina, en donde se les concede la autoría de gran parte de las guerrillas marxistas. Sin embargo, Francisco I ha sido gran crítico de la Teología de la Liberación, el marxismo religioso. Entonces, tenemos señales confusas pero cuando menos yo, estoy dispuesto a darle el beneficio de la duda.
Twetter@elchero
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