jueves, 7 de marzo de 2013

JOSÉ LUIS CATALÁN, MENTIRA Y AUTOESTIMA

     Llevados por la inseguridad y desconfianza en nuestra capacidad de ser aceptados tal como somos, podemos caer en la tentación de adornar aquí y allá nuestra historia y nuestras habilidades de forma que causemos una impresión favorable en las demás personas. 
     Un ladrón podrá aseverar más robos de los que realmene ha hecho si tiene que presumir delante de los compañeros carcelarios, o se pueden haber realizado más proezas sexuales de las habidas entre un grupo de hombres que se retan en su capacidad viril, o una madre puede hacer que su hijo mejore las las notas y apruebe cursos con fin de que aparezca como una madre exitosa con un hijo bien educado.
     Mentir es un recurso fácil de valer sin tener que pasar por esfuerzos ni penurias, aunque el precio que se corre es la posibilidad de ser descubierto. En esto sucede algo similar a la persona que lanza rumores falsos para disminuir a las personas que envidia: puede ser descubierto y la conducta desvelada, ir en su contra desprestigiándolo ante a los que quería influir.
     Mientras que la persona sincera no tiene que vigilar la versión que da de sus anécdotas y los episodios vividos, porque los transcribe al dictado de su memoria, en cambio el mentiroso debe controlar qué versión da de su historia, para que resulte coherente con la escuchada por cada persona ante la que ha presumido.
     Contra más se cae en la tentación de mentir más difícil es controlar la abundante base de datos de las versiones dadas y más imposible resulta comentar, repetir o seguir con coherencia lo novelado, de forma que los detalles chirrían y de pronto un personaje famoso es novio de una prima mientras que antes lo era de una hermana, estuvimos dos años estudiando en el extranjero mientras que esos mismos años estudiamos un Master de prestigio en la localidad donde vivimos, conocemos a quien luego resulta que no nos conoce, etc. .
     El hábito se mentir se puede transformar en un trastorno de la personalidad que podríamos llamar 'seudologia fantástica' que es una compulsión a imaginar una vida, unos acontecimientos y una historia en base a causar una impresión de admiración en los espectadores.
     Este afán por impresionar esta basado en la imperiosa necesidad de resultar valiosos e geniales por medios tramposos ya que por los naturales de la simpatía y ser espontáneos dudamos el poder conseguirlos.
     Refleja, por un lado, la ambición de ser dignos de amor y ojito derecho de los demás como antes de ser destronamos por el proceso de maduración lo éramos de los padres; por otro lado, se pone de manifiesto nuestra profunda duda de no ser dignos en base a la distancia, la dureza, el aislamiento y la falta de adaptación que sufrimos, que asemejan pruebas de algún tipo de minusvalía.
     El mentiroso fantasioso coge el atajo de robar atención y aprecio por la vía del fácil engaño (las palabras son cómodos sustitutos de los hechos) en vez de por su Ser-sincero, tal vez mucho mas modesto de lo que su ambición soporta.
     No se conforma con ser una persona cualquiera -tal vez se vería a sí misma con excesivo desarraigo-, sino que desea ser siempre una personalidad de primera magnitud, de esas que los demás admiramos embelesados y envidiosos.
     También mintiendo sobre lo que hacemos llevamos a cabo algo que proporciona un pequeño resto de placer que nos da una migaja de lo que nos gustaría. Imaginando que somos ricos, que seducimos a las personas más bellas, sentimos un gusto que el disgusto de ser sólo fantasías no acaba de eliminar y que puede convertirse en deleitoso manjar para satisfacer necesidades que esta forma engañosa nunca realmente será completa, pero que a base de engaño tras engaño, fantasía tras fantasía nos hace sentir el sueño tan real que casi lo podemos creer.
     Lo que nos gustaría hacer, lo que en ensueños nos prometemos, lo que según nuestros cálculos inflados seguramente nos pasará puede hacernos correr tanto en el tiempo que disfrutemos precipitadamente de lo que todavía no somos, y ello nos prepara mal para el naufragio de nuestros ilusiones durante el transcurso despiadado de la vida. Este tropiezo no le sucede a quien su mirada alcanza al escalón de arriba sólo cuando ha mirado bien que ha subido el actual.
     El problema del pseudólogo es que para mentir tanto y que no se note ha de hacer lo mismo que un actor que representa un personaje y quiere resultar creíble: esforzarse tanto, como si uno fuera esa persona inventada, que realmente uno se confunda y olvide de quien es realmente.
     El personaje suplanta al yo, con lo que su personalidad se instala en una base inautentica muy peligrosa, porque los halagos, impresiones y valoraciones que arranque a los demás con sus tretas, en realidad nunca los podrá saborear, porque sabe que no están dirigidos al Yo autentico, sino al falso, con lo cual no logra sentir lo que le gustaría sentir: sus dobles vínculos impiden que los placeres le lleguen.
     Como la sed de mérito nunca se sacia por este procedimiento cada vez está la persona más descarriada e insatisfecha y más encuentra motivos para curarse con la medicina que le agrava.
     Lo que debe plantearse el mentiroso es su misterioso desánimo, la progresiva languidez que simular produce en él. Su afán de caer bien produce el efecto contrario de que los demás se decepciones, se sientan despreciados y se disgusten, generando una profunda desconfianza muy difícil de superar (piénsese por ejemplo lo difícil que es olvidar que tu pareja te ha engañado, o te miente sistemáticamete).
     La cura del mentiroso es sustituir la mentira por la búsqueda de la excelencia. Reconociendo su necesidad de brillo y atracción dedicarse con firmeza a mejorar sus méritos verdaderos (profesionales, de cultura, relaciones interesantes, etc.) con suficiente persistencia (porque si ha caído en la mentira es por impaciencia) y seguridad (garantizando con pruebas evidentes las suposiciones).
     Jugar limpio, ser nosostros mismos, es el mejor camino para ser aceptados por los demás. Lo primero es que nos acepten aun siendo humildes y mediocres. Una vez conseguida esta aceptación básica entonces se pueden intentar el asalto al mérito, que ya no será un mérito agresivo (de esos que aunque la persona valga mucho nos da igual porque nos cae antipática) sino un afán de darnos más, de buscar una mayor cualidad, de jugar más fuerte, una activa entrega para participar, colaborar, sugerir y animar la vida familiar, los equipos de trabajo, los grupos de amigos o la excelencia profesional.
jcatalan@correo.cop.es

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ELEONORA BRUZUAL, LA RELIGIOSIDAD DE LOS IMPÍOS

No es nuevo para los venezolanos que esta montonera colorada devenida en Revolución nos inserte de cuando en vez una teatral religiosidad que se pasea por credos y ritos pero que simplemente no es más que otro templete, otra farsa de quienes han sacado gran provecho de la mentira y la burla.
A Chávez lo hemos visto decir -crucifijo en mano- que él como Cristo llegó para redimir a los pobres del mundo, a los que sufren “hambre y sed de justicia” porque Jesús de Nazareth era marxista y aunque a él (Chávez) El capital y otros libracos de Carlitos le resultan muy pesados y por tanto no leyó nunca, eso no le convierte en menos marxista, ni impide que Cristo, Fidel y él sean una especie de Santísima Trinidad comunista. Un dogma que se acata, que no se discute y que genera un nuevo santoral, una liturgia adaptada a los tiempos de “Robolución” y a la mentira como axioma.
Siempre me ha resultado curioso que muchos teman hablar de la maldad cuando el malo muere… La muerte pareciera un baño de santidad que cubre de olvido la perversión de muchos. Esto están tratando de hacer con Chávez el golpista, el que irrumpió el 4 de febrero de 1992 regando de cadáveres las calles de una Venezuela que amanecía viéndole el rostro al que cómplices y también ingenuos apoyarían en el atentado contra un gobierno democrático y alfombrarían de ambiciones y malos cálculos el camino a Miraflores de ese que llegó con violencia y muerte y la ha ejercido por casi tres lustros de poder. Ahora, que no se sabe -ni siquiera sus compinches- si Chávez vive o es un fiambre, es pecado mortal recordar sus crímenes, sus canalladas, sus traiciones, sus saqueos y más pecaminoso, por supuesto, mostrar el derecho que cada venezolano tiene de saber si está muerto y si con él muere esta pesadilla que nos hermanó a tragedias como la cubana y a monstruosas ideologías como las de los santones iraníes y su terrorismo trajeado de nacionalismo, religiosidad y justicia de una deidad que tiene al odio como guía.
Tratan de hacer de Chávez el “Cid nuevo”, el que muerto siga ganando batallas… Batallas que no son más que atentados espantosos contra la libertad, contra la soberanía de una nación, contra la democracia en un continente que a cuenta de renombrarlo como la “Casa grande” pretenden adueñárselo para que sea por fin el Imperio con el que se obsesionó siempre el truhan cubano, el que poco le importaba desencadenar una guerra mundial si con ella dejaba de ser sólo un malandrín suertudo que trastocó sus rabias de hijo bastardo por una tiranía sangrienta y hambreadora que cobró caras las negaciones que por bastantes años el gallego Ángel María Castro Argiz le hizo a él y a los otros hijos de Lina Ruz González, la sirvientica canaria que despertó la lujuria del que procreó en ella a los verdugos de Cuba.
Religiosidad imperiosa, más cuando desesperados necesitan construir un mito y con él revestir a unas rémoras engordadas en la barriga de Tiburón 1. Rémoras que no saben de qué otra manera pueden ellos quedarse en el poder y por supuesto seguir sirviendo de arca de chulos, tesoro de tiranos expertos en la siembra de terror, en doblar el espíritu y también en cómo hacer de un pollito, un rollo de papel higiénico o un kilo de harina algo más importante y perentorio que la libertad.
Religiosidad que no es otra cosa que un capítulo más de esta tragicomedia donde la nación con la más grande tradición libertadora terminó convertida en una colonia de una islita ruinosa cuyos verdugos -insaciables chulos- ahora son los que ordenan, mandan, disfrutan mientras un pueblo cada vez más pobre tiembla de miedo al creer que si desaparece el gran farsante, con él se acaban las limosnas, el pellejo que comen aun cuando por primera vez en la historia de Venezuela hubo tanto y tanto dinero que pudo terminarse con la pobreza extrema y convertirnos en un país desarrollado y vacunado contra tiranillos cuartomundistas.
Religiosidad colorada, castrochavista. Mazacote de ritos, de fetiches, de farsas… La última de estas cómicas sin dudas fue la “remodelación” de la capilla del hospital militar de Caracas, donde se asegura está el “Invisible”, el que nadie ve pero que debemos aceptar como inmortal. Capilla de la esperanza la llaman y con ella emerge una de las infantas -María Gabriela Chávez- ya no como mera hija del Supremo, sino en franca competencia histórica con Baccio Pontelli, el arquitecto de la Capilla Sixtina. En la obra magna de esta heredera del talento y la audacia del padre, se realizó una misa donde el catolicismo a la manera castrochavista se adueña de ateos, de budistas, de evangélicos, de musulmanes. Donde la banda en pleno ruega por la única vida que importa para ellos en este pobre país donde la muerte violenta se hizo cotidiana y la impunidad el abono para que prolifere.
Lloran los vándalos colorados, esos que hace 14 años eran unos pobres de solemnidad y ahora muestran el milagro de ser mil millonarios sólo con el sueldo de empleados públicos. Llora Nicolás Maduro, no sabemos si por el miedo a no tener a tiempo construido el mito Chávez o porque cada vez que habla nos demuestra que sigue siendo el chofer de autobús siempre gozando de permisos laborales, el reposero eterno, que por flojo ni siquiera concluyó el bachillerato pero la Revolución lo elevó a Estadista. Maduro, llorando por el que lo nombró heredero.
Maduro y los cabecillas de la banda en una misa negra, misa donde se adora al demonio, a sus pompas y a sus obras y se ofende la fe de millones que practican la religión del amor y el perdón y no olvidarán jamás que este perverso segundón no ha sentido piedad nunca. Ni siquiera ante las lágrimas de una niña llamada Ivana Simonovis, la hija de Iván Simonovis, una víctima más del odio y el ensañamiento de una víbora que jamás sintió temor de Dios.
Religiosidad de unos delincuentes, de unos farsantes, de unos forajidos. De los que desconocen el respeto al otro, la piedad, la contrición de corazón. Ridículos discípulos del Maestro Ciruela, que no sabe leer y pone escuela…
ebruzual@gmail.com

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UMBERTO MAZZEI, LOS MAGOS DE LA MENTIRA

Desde el siglo XX, controlar la información sin usar constricción formal, para limitar el alcance de la mente y del espíritu, obsesiona a los ambiciosos del lucro desmedido, como lo llamó Adam Smith. Es en Estados Unidos donde se elaboró el modelo. Allí se redujo al mínimo en la educación media –la de la masa- la enseñanza de temas humanísticos, como la historia, la geografía o la filosofía, que son la referencia del pensamiento crítico.
La idea es impartir sólo el conocimiento necesario para que el trabajador sea útil, pero ignorante en lo político. Eso permite forjar en la mente de las mayorías una visión del mundo alejada de la verdad, pero que la orienta según convenga a la ambición de los dirigentes. El truco sirve también a gobiernos que sin alharaca electoral tienen una clase dirigente visible, pero es en las democracias donde es más útil, porque allí los que de verdad mandan se ven poco, pero usan la propaganda engañosa para promover sus títeres en los carnavales electorales.
El siglo XXI comienza con la propiedad de los medios está muy concentrada y la difusión de noticias muy orquestada. Hay un cartel internacional cuyas miras políticas van más allá de las definidas por el Consenso de Washington o la OTAN. Su técnica básica es mentir por omisión. Se amputan partes esenciales de la verdad o de la realidad histórica y política, mientras se inventa o exagera lo que se quiere revelar. El fin es demonizar personas o países, creencias o ideologías, que molesten la ambición vagabunda.
La novedad típica del siglo, es el uso de Internet para difundir noticias fuera del cartel mediático. Esa información la aprovecha la creciente clase que usa la informática. Es un grupo aún minoritario pero influyente, porque es el estrato más instruido de la clase trabajadora. En sitios virtuales de Internet se encuentran versiones más completas de la realidad, pero el cartel mediático y agentes de los gobiernos títeres también manipulan información allí, sobre todo en las llamadas redes sociales.
Debates sobre normas para el medio informativo
La concentración de la propiedad y el anonimato de los accionistas, dificulta la identificación específica de los intereses económicos, políticos o confesionales que orientan la manipulación de la información, pero el modo como los grandes grupos informativos coinciden en calificar los intentos de democratizar la información como atentados contra la libertad de expresión, indica temor a la transparencia.
Datos europeos recientes muestran que la concentración aumenta, porque la crisis afecta más a los medios de información pequeños e independientes. Según El País (14/12/2012) desde el 2008, en España desaparecieron 132 revistas y 22 diarios y se sumaron 6300 periodistas al paro. La inversión en prensa, radio y televisión cayó un 45%, pero en cambio la inversión en Internet subió un 171%.
En estos momentos, en el mundo hay varios casos públicos relacionados con la concentración de la distribución de la información, los métodos de hacer noticias y la veracidad de su contenido. Los que más acaparan la atención suceden en Argentina, Gran Bretaña y Estados Unidos. En Argentina la iniciativa se origina en el poder ejecutivo y el poder legislativo, con tropiezos ante el poder judicial. En Gran Bretaña es más bien a la inversa. En Estados Unidos el juicio contra el soldado Bradley Manning arroja luz sobre el riesgo de violar el monopolio de la información.
En Argentina el gobierno introdujo una ley para democratizar el suministro de información que fue aprobada por una amplia mayoría del congreso. La nueva ley permite que una persona o empresa posean hasta 24 sistemas de televisión por cable, 10 licencias de radiodifusión -sean de radio FM, AM o televisión abierta- y una señal de contenidos. La ley fue apelada como inconstitucional por el Grupo Clarín, que con 250 licencias predomina entre los medios argentinos, tanto que, sin ser oficialmente un partido, ejerce el rol de oposición política al gobierno.
Clarín alegó que era una ley que violaba la constitución ante un tribunal de lo Civil y Mercantil. La Corte Suprema, otorgó entonces a Clarín un beneficio cautelar que vencía el 7 de diciembre, pero la Cámara de lo Civil y Comercial se lo renovó hasta que se dicte sentencia, con lo que atrasó la aplicación de la ley sólo para Clarín. Los otros propietarios de medios ya se adecuaron a la ley. El gobierno apeló ante la Corte Suprema que ordenó al tribunal de la causa que acelerase los trámites. El tribunal obedeció y falló el 15 de diciembre que la ley no es contraria a la constitución.
En Gran Bretaña hubo escándalos por la conducta de los medios durante todo el siglo XX. A pesar de eso, se aplica como virtud el principio de la “autorregulación”, desde 1953. Los resultados son indicio de que eso no funciona y la Comisión que preside el Juez Leveson recomendó la elaboración de una ley que regule su conducta. La lista de los delitos cometidos por la prensa amarillista incluye la interferencia de los mensajes electrónicos, el envilecimiento de acusados inocentes, la persecución de celebridades.
Pero hay cosas de más profundidad. La investigación descubrió complicidades entre la prensa y la clase política, entre el Grupo Murdoch y los dos partidos principales, entre la policía y los diarios. El Juez Leveson ya se pronunció sobre los vínculos entre barones de los medios y los políticos británicos, con un clásico “understatement” británico: “Durante los últimos 35 años hubo en esa relación una insalubre proximidad”.
Por esa proximidad es que el primer ministro David Cameron rechazó la elaboración de una ley porque “pondría en peligro la libertad de prensa” y conversa, justo con los barones de los medios y los jefes de partidos políticos, buscando un acuerdo que evite normar la propiedad y a la conducta de los medios. Cameron sirve bien al grupo Murdoch, que tiene la mitad de la prensa y de la cadena televisiva Sky. El modelo británico de Clarín.
Ed Miliband, el líder laborista, apoyó las recomendaciones del Juez Leveson y propuso volver a la ley sobre propiedad de los medios anterior a la desregulación de la Thatcher. Ojala sea coherente con lo que dice.
En Estados Unidos, el caso Manning muestra dos hechos: el control casi total de la noticia y el trato cruel a quien dé información sobre crímenes cometidos por agentes del gobierno. Los medios allí, como los políticos, siguen órdenes. Si quiere saber lo dicho por Manning o su defensa en las audiencias del pre-juicio, debe buscar medios extranjeros; como sobre la crisis económica norteamericana, los asesinatos tele-comandados u otros crímenes oficiales.
Verdades y mentiras en Internet
Internet crece como fuente de información, porque se puede escribir con libertad. Un indicio es que en Estados Unidos, el país donde la información está más concentrada, es donde la información por Internet crece más y donde se leen analistas muy lúcidos. Hay varios sitios gratuitos importantes con noticias y análisis de esos que esquiva la gran prensa, como la Information Clearing House o Counterpunch, para citar un par conocido.
Todo diario o revista de alguna importancia tiene ahora una edición digital en Internet. Los programas televisivos siguen también esa tendencia. En español hay distribuidores de opiniones alternativas muy eficaces, con variedad de temas, proyección internacional, a veces plurilingües, como ALAI, Argenpress o Rebelión, para citar sólo algunos.
Las redes sociales, como Facebook o Twitter, no son solo para conversar con amigos, se usan también para expresar opiniones, pero allí comienzan las complicaciones. En ellas es posible asumir identidades falsas que se usan para difundir falsos rumores y mentiras. Hay perfiles falsos que aparecen por centenares simultáneamente -creados por robots- que difunden unos “me gusta” o comentarios en apoyo de una causa o persona política. Hubo casos durante la campaña electoral de Estados Unidos, con sitios a favor de algo y luego se comprobó que su apoyo venía de sitios improbables como Bangkok o Vilnius. Ese mismo truco se usó en las revoluciones de color contra gobiernos en Europa del Este, también en crear apoyo falso a revueltas en Irán o en la llamada “Primavera Árabe” para justificar las guerras contra Libia y Siria.
En América Latina destaca la actividad de Daniel Gabriel, experto de la CIA en el uso subversivo de redes sociales en Afganistán e Irak, que fue contratado por BBG [1] para dirigir un grupo de periodistas en Cuba, que entregase cinco historias a la semana. La líder del grupo es Yoani Sanchez, que ya trabajaba para Applied Memetics, la empresa de Gabriel. Yoani Sanchez es cubana y emigró a Suiza en 2002. Regresó a Cuba y en 2007 abrió el blog “Generación Y” que en breve tiempo tuvo gran reconocimiento internacional. Sólo en 2008, tuvo el Premio de Periodismo Ortega y Gasset; TIME la puso entre las 100 personas más influyentes del mundo; CNN puso su blog entre los 25 mejores; Foreign Policy la puso entre los 10 intelectuales del año y la revista mejicana Gatopardo hizo igual. Siguieron más galardones y en 2012, la SIP [2] la nombró Vicepresidente de su Comisión de Libertad de Prensa, para vigilar la libertad de prensa en Cuba. Ahora es la corresponsal de El País en Cuba, un diario que en España recortó su plantilla a la mitad.
La Señora Sánchez es llamativa también por otras razones. La calidad de sus ideas la muestra cuando dijo que a Gabriel García Márquez nunca debió dársele el Premio Nobel de Literatura, por ser amigo de Fidel Castro. En Le Monde Diplomatique se interrogan sobre como puede tener desde La Habana un blog en 18 idiomas. Se preguntan también como en su cuenta Twitter revindica 214 mil seguidores –pero sólo 32 en Cuba- y dice comunicarse con más de 80 mil “por sms, sin acceso a la Web”. Eso es inscribir 200 cuentas por día, una actividad posible sólo con robots y fuera de Cuba, por la dificultad de conexión que hay allí. En efecto, muchos perfiles en la cuenta @yoanisanchez no tienen foto ni actividad en la red.
He señalado el caso de Yoani Sanchez por ser de una manipulación evidente, pero hay otros muchos en el mundo y Latinoamérica. Por eso hay que leer con cautela las noticias que circulan en blogs y redes sociales. La informática global da la posibilidad de exponer verdades, pero también allí hay nuevos trucos inventados por los magos de la mentira. Ecoportal.net
- Umberto Mazzei es doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia. Es Director del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales en Ginebra.
http://www.ventanaglobal.info

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MANUEL BARRETO HERNAIZ, EXHIBIR LA MENTIRA

 “La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral, siempre significarán el seguro camino del fin”. Vaclav Havel.
Nicolás Maquiavelo, en “El Príncipe” dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra a alguien que se deja engañar.”
Han transcurrido dos siglos de aquellos principios que consideraba Emmanuel Kant, deberían regir tanto la política, como el manejo del Estado. 
Con la clara visión de que la política fue creada para otorgar argumentos sustentables al antagonismo violento, con principios bien definidos -aún en vigencia, aunque dejados de lado por estos lares- tales como “Sin moral no hay Derecho, sin Derecho no hay Estado”, enunciaba que ni a los individuos ni al Estado les está permitido mentir, si es que pretenden regular sus relaciones alguna vez. Pero no se trata de que la mentira deba ser prohibida por ser un pecado sino porque, en primera línea, desfigura la realidad, lo que dificulta la comunicación humana, base de toda la política.
Y la declaración política -sostenía el pensador alemán- debe estar fundamentada si no sobre la verdad, que es un término cuasi-religioso, por lo menos sobre la veracidad, que es un término filosófico y político a la vez. Esto nos indica que si para un ciudadano la mentira es una falta, para un político debe ser un delito, sin embargo, nunca se ha mentido tanto como ahora. Ni se ha mentido de forma tan constante, descarada y sistemática. Hace pocos días Ramón Guillermo Aveledo declaraba: “Resulta evidente que no se dice la verdad (sobre la situación del Presidente) y que los voceros gubernamentales caen en contradicciones.... Tratan de suplir sus obvias limitaciones, convirtiendo la salud del Presidente en tema central y escudándose en su nombre para no asumir responsabilidad por sus actos. Todo con muy poco respeto por el pueblo, en especial con quienes son seguidores del liderazgo del actual Presidente”.
También refiriéndose al tema anotaba Manuel Malaver:”... Hay materias preferidas por los castrochavistas para ejercer su gran pericia en la manipulación y la confusión, como la económica o la política: pero es con el cáncer de Chávez donde han exhibido todo el poder de la mentira como forma de gobierno...”
En tanto que recientemente en el conocido espacio informativo “Aporrea” podíamos leer, de Nelson Jesús Lanz Fuentes: “No hay nada más peligroso para los mentirosos de un gobierno que la verdad. No hay nada más sano para un pueblo que esta sea dicha por los que los gobiernan. Con y para la verdad vivimos los seres humanos. Con la mentira viven los interesados en ocultarla para hacerle daño a un colectivo o a una persona para saciar sus apetitos personales... En mi anterior artículo, yo simplemente solicité que se nos diga la verdad sobre la enfermedad del presidente Chávez, eso bastó para que los revolucionarios de “orilla” quieran crucificarme. Yo jamás pensé que hubiera tantos disociados en las filas chavistas como los hay en la oposición....”
El hecho está a la vista del país (o mejor dicho, oculto a buena parte de él). Basta leer la prensa diaria, oír los noticieros de la radio o de la televisión, sopesar el cotarro político de todo color y de todo pelaje. No hay que demostrarlo. Pero lo más preocupante no es el hecho de vivir engañados. Lo peor de todo es que se nos engaña en asuntos muy graves, pues no es cuestión de darle forma a ese complicado entramado jurídico que ya resulta hasta extenuante. Ahora realmente estamos ante un serio problema político: ¿Está o no está el Presidente en capacidad de gobernar el país?... Esto es cuanto exigen esos aguerridos estudiantes en sus manifestaciones, y la respuesta es la engorilada peinilla. Una vez más el régimen miente cuando se afirma que todas las ideas son respetables. Aquí lo que tenemos es una descontrolada Nomenklatura enferma de poder, que está dispuesta a hacer lo que sea, por mantenerse atornillada en él, cueste lo que cueste, que trasgrede, corrompe y miente sin recato. Ya resulta un atentado contra la ciudadanía el hecho de confundir la verdad con la mentira, al punto tal de exhibir la mentira como verdad. Pero lamentablemente nos hemos acostumbrado con facilidad a la mentira, o a hacernos la vista gorda ante la triste realidad que nos abofetea cotidianamente.
barretom2@yahoo.com

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AURELIOFERNÁNDEZ, EL OCTAVO MANDAMIENTO, DE LA LEY DE DIOS

El octavo Mandamiento enseña como debe usarse la lengua, de forma que sea vehículo de la verdad y no de la mentira. En el se estudia la obligación de practicar la veracidad.
La palabra es el signo más visible de la racionalidad. El hombre piensa, pero también articula sonidos, de forma que emite palabras que son portadoras de sus ideas. Por la palabra, la persona expresa su pensar y su querer, incluso las emociones repercuten en el tono de voz con que emite la palabra. «Ser hombre de palabra» es asegurar que ofrece garantía de hombría de bien y de fidelidad, puesto que es capaz de llevar a término el compromiso hecho. Mediante la palabra, el hombre y la mujer pueden alabar a Dios, pero también blasfemar su nombre. De modo semejante, con la palabra cabe amar y ensalzar al hermano o insultarle y despreciarle.
En efecto, la palabra puede ser vehículo del bien y del mal que el hombre y la mujer encierran en su corazón. Como enseña el Apóstol Santiago: «La lengua, con ser un miembro pequeño, se gloria de grandes cosas. Ved que un poco de fuego basta para quemar todo un gran bosque. También la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. Colocada entre nuestros miembros, la lengua contamina todo el cuerpo, e inflamada por el infierno, inflama a su vez toda nuestra vida. Todo género de fieras, de aves, de reptiles y animales marinos es domable y ha sido domado por el hombre, pero a la lengua nadie es capaz de domarla; es un mal turbulento y está llena de mortífero veneno. Con ella bendecimos al Señor y Padre nuestro y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a imagen de Dios. De la misma lengua proceden la bendición y la maldición. Y esto, hermanos, no debe ser así» (Sant 3, 5-10).
El octavo Mandamiento enseña, precisamente, como debe usarse la lengua, de forma que sea vehículo de la verdad y no de la mentira. En el se estudia la obligación de practicar la veracidad. En consecuencia, se prohíbe el mal uso de la palabra que puede mentir y maldecir. Asimismo, se prescribe que no se use la palabra cuando deba guardarse silencio para mantener un secreto. Asimismo, en la sociedad actual, en la que los medios de comunicación son tantos y tan plurales, se acentúa su importancia, pero, al mismo tiempo, se advierte que se han de evitar los daños que pueda ocasionar el uso indiscriminado de los medios de comunicación social. Finalmente, la palabra dada tiene un especial eco en los tribunales, en donde es garantía y testigo de la verdad. Por eso se condena como especialmente grave el pecado de perjurio.
«NO DIRÁS FALSO TESTIMONIO NI MENTIRÁS»
La formula del Éxodo sobre el contenido moral del octavo mandamiento es mas limitada. Dice así: «No darás falso testimonio contra tu prójimo» (Ex20,16). Esta misma expresión se repite, literalmente, en el Deuteronomio (Dt 5,20). Pero en el Levítico se enuncia así: «No mentiréis, ni os engañaréis unos a otros» (Lev 19,11). De este modo, la mentira se unió a la calumnia, pues ambas van con frecuencia unidas. Así lo sentencia el Eclesiástico: «No trames calumnias contra tu hermano ni lo hagas tampoco con tu amigo. Proponte no decir mentira alguna, porque acostumbrarse a ellas no es para bien» (Ed 7,12-13). Y es que la gravedad de la mentira no consiste tanto en ocultar la verdad con el fin de engañar, cuanto en usarla como arma para dañar al prójimo. Es lo que denuncia Jesucristo cuando perfeccionó este mandamiento: «Se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos» (Mt 5,33). En efecto, quien se habitúa a la mentira casi siempre la usará para defenderse frente al prójimo, lo cual lleva a la calumnia. Mas aún, puede conducir al perjurio, o sea a jurar en falso incluso ante los tribunales.
Existen diversas definiciones de la mentira, pues no siempre es fácil fijar su sentido exacto. El Catecismo de la Iglesia Católica, en la edición típica, la matizó en estos términos: «Mentir es hablar u obrar contra la verdad para inducir a error» (CEC 2483). Y esta otra: «Mentir consiste en decir algo falso con intención de engañar al prójimo» (CEC 2508). En consecuencia, la mentira entraña el deseo de engañar.
Pero, a aparte de ese «engaño» que persigue la mentira, es importante destacar el aspecto positivo de este mandamiento, el cual implica la obligación de decir la verdad. En efecto, el hombre y la mujer deben amar la verdad, expresarla, defenderla y comunicarla, pues la “verdad” es propia del ser inteligente. Y ello porque la racionalidad -característica esencial del ser humano- busca espontáneamente la verdad. Como escribe Aristóteles al inicio de la Metafísica, «todo hombre, por naturaleza, desea conocer la verdad»1.
LA VIRTUD DE LA VERACIDAD
Si la “verdad” es el objeto y el fin de la reflexión humana, también es una realidad central de la Revelación, pues la verdad está en estrecha relación con Dios: El “es la verdad” (Jn 17, 17) . Mas aún, como enseña el libro de los Proverbios, «Dios es fuente de toda verdad» (Prov 8,7). Por su parte, el libro de Samuel constata: «Tú eres Dios y tus palabras son verdad» (2 Sam 7,28). Y el Salmista confiesa que el ha «elegido el camino de la verdad» (Sal 119,30), pues «todos los mandamientos divinos son verdad» (Sal 119, 86), y la razón es que «la ley de Dios es la verdad» (Sal 119, 142).
Sobre todo, la verdad hace relación a la misma Persona de Jesús. Como es sabido, describir a Jesucristo como la verdad y relacionar su mensaje con ella, es uno de los temas centrales del Evangelio de san Juan. Según este Apóstol, Jesucristo “es la verdad” (Jn 14,6). En consecuencia, el evangelista lo presenta como «lleno de gracia y de verdad» (]n 1, 14) y como “la luz del mundo” (Jn 8,12). Por ello, «el que cree en Él, no permanece en las tinieblas (]n 12,46), si no que «conocerá la verdad y la verdad le hará libre» (]n 8,32-32), y quien le sigue «vive el espíritu de verdad» (]n 14,17). Jesús pide al Padre que a sus discípulos los «santifique en la verdad» (]n 17,17), hasta conducirlos a «la verdad completa» (]n 16,13). En consecuencia, san Juan define a los discípulos como aquellos que «viven en la verdad». Y les ofrece este criterio para el discernimiento de su conducta: «Si decimos que estamos en comunión con el y caminamos en las tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad» (1 Jn 1,6).
Esa vocación del hombre a la verdad -que para el cristiano constituye su estilo de vida- Jesús la sella con un mandato imperativo a sus discípulos, con el que completa el octavo precepto: «Sea vuestro sí, sí; sea vuestro no, no» (Mt 5, 37). En otras palabras, dado que «Dios es verdad» y Jesús afirmo de sí «Yo Soy la verdad», sus discípulos deben vivir la verdad en sus vidas. Es lo que se denomina veracidad; y que el Catecismo de la Iglesia Católica define en los siguientes términos:
«La verdad coma rectitud de la acción y de la palabra humana, tiene por nombre veracidad; sinceridad a franqueza. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía» (CEC 2468).
A la vista de la grandeza de la verdad, se deduce la importancia de la virtud de la veracidad, no solo porque garantiza que se diga, la verdad, sino porque, al mismo tiempo, se evitan algunos vicios que desdicen de la dignidad de la persona, cuales son el doblez, la falsedad, la hipocresía, la simulación, el embuste…, en una palabra, la mentira y, llegado el caso, la calumnia y hasta el perjurio.
LA MENTIRA
San Agustín la define en estos términos: «La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar»2. A la esencia de la mentira pertenecen dos cosas: Primero; decir lo contrario de lo que se piensa. Segundo, decirlo con intención de engañar . Los autores suelen distinguir tres clases de mentira: «jocosa», si con ella se quiere hacer una broma o pasatiempo; «oficiosa», cuando se profiere para obtener un beneficio propio o en favor de un tercero; «dañosa», si mintiendo, se persigue hacer daño alguien En esta división no entra lo que, coloquialmente, se denomina «mentira piadosa», la cual de ordinario se identifica con la «oficiosa».
En la mentira se contienen numerosos males, por lo que es condenable. He aquí algunos de ellos:
- encierra una ofensa directa contra la verdad;
- induce al error a quien se le dice, el cual tiene derecho a no ser engañado;
- lesiona el fundamento de1a comunicación de los hombres entre si;
- fomenta -yen ocasiones en ella tienen su origen- la vanidad y la soberbia;
- quien miente pierde la reputación y la fama;
- lesiona la caridad en el trato con el prójimo;
- puede faltar a la justicia, cuando se miente en perjuicio de otro;
- la mentira es funesta para la convivencia, puesto que crea desconfianza en las relaciones sociales.
Estos y otros males que ocasiona la mentira explica por qué, mientras el origen de la verdad se sitúa en Dios, la mentira se en atribuye al demonio. El origen diabólico de la mentira es mencionado por Jesús: “Vuestro padre es el diablo… porque no hay verdad en el; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8,44).
El Catecismo de la Iglesia Católica pone de relieve ese cúmulo de males que conlleva la mentira, tanto para el individuo como para la colectividad.
«La mentira, por ser una violación de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a los demás. Atenta contra ellos en su capacidad de conocer, que es la condición de todo juicio y de toda decisión. Contiene un germen de división de los espíritus y todos los males que esta suscita. La mentira es funesta para toda la sociedad: socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales» (CEC 2486).
Toda mentira es intrínsecamente mala (esto no quiere decir que sea siempre grave) y nunca debe decirse. En el lenguaje corriente se utilizan expresiones hiperb6licas que no son mentira.
Sin embargo la mentira en sí misma es pecado venial (cf. CEC 2484). De ordinario, no es pecado la mentira «jocosa». Es pecado venial casi siempre la «oficiosa». Sin embargo, la mentira «dañosa» es pecado mortal cuando se lesiona gravemente la caridad o la justicia. Esto se deduce por las circunstancias que concurren. Por ejemplo, es pecado mortal, si con la mentira, se tiene la intención de ocasionar un mal grave al prójimo o cuando una persona constituida en autoridad miente a los súbditos en cuestiones que atañen gravemente a sus intereses. También es pecado mortal en caso de que, mintiendo, se lesione gravemente la fama del prójimo. Asimismo, se peca mortalmente si con la mentira al juez se conculcan los derechos ajenos en la administración de la justicia, etc. O como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica:
«La gravedad de  mentira se mide según la naturaleza de la verdad que deforma, según las circunstancias, las intenciones del que la comete, y las daños padecidas par las que resultan perjudicadas» (CEC 2484).
Los moralistas admiten con razón –lo dice el sentido común y también es el proceder de personas rectas- que, en algunos casos, es lícito no sólo ocultar la verdad, sino incluso dar contestaciones que induzcan al error a quien pregunta, si éste interroga injustamente. La explicación teórica de la licitud de este tipo de comportamiento se fundamenta en la llamada restricción latamente mental. Por ejemplo, no sería mentira decir: «el señor no está en casa», cuando, atendidas las circunstancias, quien escucha podría saber que esa contestación puede tener un sentido diverso por una restricción mental. Puede ser el medio, por ejemplo, de guardar un secreto o de evitar un compromiso. Por el contrario, la llamada «restricción puramente mental», que tiene lugar cuando la expresión utilizada hace imposible descubrir el sentido verdadero, no es lícita. Por ejemplo, decir «he visto París», pensando interiormente «en fotografía», es una mentira.

EL SECRETO
Secreto es el conocimiento de una verdad que debe mantenerse oculta. El secreto es un género específico de verdad. En efecto, se puede llegar a alcanzar ciertos conocimientos que ni pueden ni deben ser comunicados a terceras personas.
Existen diversos tipos de secretos. Cabe reducirlos a dos: prometido y natural. «Secreto prometido» es el que debe guardarse en virtud de la promesa hecha cuando se da algo a conocer. Esta promesa puede ser expresa, lo que se denomina «secreto comiso», bien implícita, la cual se supone siempre que se conoce por el ejercicio de la profesión: se denomina «secreto profesional». El «secreto natural» es aquel que debe guardarse por la propia naturaleza de la cosa, puesto que deriva de la ley natural.
Algunos secretos pueden ser ocasionales, o sea, se han adquirido, bien por comunicación íntima del interesado o por medio de otra persona distinta, o bien porque se ha sido testigo ocasional de hecho. Otros secretos tienen origen en el ejercicio del ministerio o cargo. Tal es el secreto medico, jurídico o del sacerdote, los cuales han llegado a adquirir conocimiento de hechos a través el desempeño de sus respectivos cargos.
La obligación de guardar el secreto profesional, además de ser de derecho natural, frecuentemente lesiona también la justicia, dado que existe un compromiso tácito de que no debe revelarse lo que se comunicó confidencialmente. La obligación de guardar el secreto es grave o leve, según la materia de la que se trate y del modo en que se ha obtenido conocimiento de él.
Así, es pecado mortal si se trata de algo que daña gravemente la fama del prójimo o si se sigue un mal grave para el interesado o para un tercero. Puede ser el caso, de un médico que descubre datos de la enfermedad que ocasiona al enfermo un daño notable. También si se trata de una verdad comunicada al sacerdote, el cual está especialmente obligado a guardar el secreto de una confidencia que se le ha hecho3.
También se puede pecar si se usa el secreto para provecho propio o ajeno. El caso puede repetirse en el ámbito de la compraventa, de la industria e incluso en el campo intelectual o de la investigación.
En ocasiones se puede revelar el secreto yen otras puede ser un deber revelarlo. Es lícito revelar un secreto si se sigue un daño grave e irreparable para un tercero. Puede ser el caso de dar a conocer a la novia una enfermedad grave de un novio por el daño que puede ocasionarle. Asimismo, se debe manifestar un secreto si se sigue un daño grave para sí mismo o para un tercero. También se ha de considerar el bien común de la sociedad, que en ocasiones sufre un grave quebranto si no se da a conocer el secreto confiado. En todo caso, se deben tener en cuenta las circunstancias que concurren. A este respecto, la casuística puede ser muy variada. Por eso basta enunciar los principios generales, tal como los expone el Catecismo de la Iglesia Católica:
«Los secretos profesionales -que obligan, por ejemplo, a políticos, militares, médicos, juristas- o 1as confidencias hechas bajo secreto deben ser guardados, salvo los casos excepcionales en los que el no revelarlos podría causar al que los ha confiado al que los ha recibido o a un tercer daños muy graves y evitables únicamente mediante la divulgación de la verdad. Las informaciones privadas perjudiciales al prójimo, aunque no hayan sido confiadas bajo secreto, no deben ser divulgadas sin una razón grave y proporcionada" (CEC 2491).
Para obrar rectamente y con el fin de aplicar estos principios a los circunstancias tan variadas que puedan darse, se exige la recta formación de la conciencia. Pero en ocasiones también es conveniente buscar el consejo prudente que garantice una decisión moralmente correcta. En todo caso, la revelación del secreto debe hacerse como último recurso y ante circunstancias excepcionales, puesto que es preciso velar por la valoración social del secreto. De 1o contrario, se resiente la seriedad que merecen las profesiones, cuyo ejercicio lleva anexo la obligación de guardar secreto de los asuntos que confidencialmente se han tratado.
LAS OFENSAS CONTRA LA VERDAD
Además de los pecados de mentira (veracidad “por defecto”) y de faltas cometidas por revelación indebida del secreto (veracidad “por exceso”), también se puede faltar a la veracidad si se cometen otras acciones, cuales son, por ejemplo, la calumnia, el juicio temerario, la sospecha, la maledicencia, el falso testimonio y el perjurio.
a) Calumnia es mentir causando un daño a la reputación de alguien o si se da ocasión para que se originen juicios falsos sobre una persona. Lo específico de la calumnia, frente a la murmuración, es que esta contribuye a hacer juicios negativos sobre alguien, pero lo que se comenta en la murmuración es verdad, mientras en la calumnia, lo que se dice contra alguien es mentira.
b) Juicio temerario es formar un juicio negativo sobre la persona o sobre su actuación, pero sin tener fundamento suficiente para ello. El juicio temerario puede ser subjetivo, o sea interior, y puede emitirse externamente. Si el juicio es tácito, sin manifestarlo, también puede ser pecado interno, en la medida en que se consienta deliberadamente en él.
c) Sospecha es el juicio hecho sobre una persona o acontecimiento a partir de algunos datos, pero sin tener todos los elementos que garanticen formular un juicio seguro. La sospecha es legítima siempre que los indicios tengan suficiente verosimilitud. Asimismo, es legítimo seguir la indagación hasta alcanzar la certeza debida o para rectificar el juicio.
d) Maledicencia es manifestar los defectos y las faltas reales de alguien a otra persona que los desconoce. Se distingue de la calumnia, por cuanto en este caso se comunican faltas y defectos reales de la persona, si bien no son conocidos.
e) Falso testimonio es afirmar públicamente, ante un tribunal, algo falso a favor o en contra de alguien. El falso testimonio, por las circunstancias que concurren a la mentira, encierra una especial gravedad. El libro de los Proverbios sentencia que «el testigo falso no quedará impune» (Prov 19,9).
f) Perjurio es el testimonio falso emitido en un juicio hecho bajo juramento. El perjurio es un pecado especialmente grave contra el segundo mandamiento, puesto que, además de contribuir a la condena del inocente, «compromete gravemente el ejercicio de la justicia» y la desprestigia.
Las acciones, en las que se actúa con mentira y de las que se siguen males para el prójimo, son especialmente graves. Como la mentira puede lesionar la justicia, siempre que ocasiona un mal, el que miente tiene obligación de reparar. Esto obliga especialmente en la calumnia. En este caso, no es suficiente arrepentirse e incluso no basta con demandar perdón, se requiere además reparar el mal cometido. En ocasiones puede hacerse personalmente. Pero, en caso de que el daño ocasionado sea público, la reparación debe hacerse públicamente.
Esta reparación –y en su caso, la restitución- obliga en conciencia. Lo cual indica que no hay perdón del pecado si no se tiene intención de cumplir la reparación o la restitución. Se ha de devolver la buena fama perdida, pero en algunas cuestiones que se han seguido males materiales, la restitución debe hacerse incluso económicamente. El Catecismo de la Iglesia Católica amplía la casuística en los siguientes términos:
 “Toda falsa cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación, aunque su autor haya sido perdonado. Cuando es imposible reparar un daño públicamente, es preciso hacerlo en secreto; si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente, en nombre de la caridad. Este deber de reparación se refiere también a las faltas cometidas contra la reputación del prójimo. Esta reparación, moral y a veces material, debe apreciarse según la medida del daño causado. Obliga en conciencia”. (CEC 2487).
LIBERTAD DE EXPRESIÓN: MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL
El derecho a alcanzar la verdad y a comunicarla ha adquirido en la actualidad tales proporciones, que a los medios de comunicación social se les denomina con razón “el cuarto poder”. En efecto, la importancia de estos medios es tal, que condicionan y en ocasiones dirigen la vida social, económica y política de los pueblos. Mas aún: en la actualidad la cantidad de información es tal, que supera las posibilidades del hombre de lograr la síntesis de los hechos y de las ideas que circulan en los distintos ámbitos del saber o de la vida social, cultural y política.
Este papel decisivo que juegan en la vida individual y en la convivencia es lo que ha motivado que el Concilio Vaticano II se haya ocupado expresamente de los medios de comunicación y haya emitido el Decreto «Inter mirifica» (1965), que estudia detenidamente las exigencias éticas que han de regir en el ámbito de la comunicación. Mas tarde, en el año 1971, la Santa Sede hizo pública la Instrucción «Communio et progressio», que trata de la recta aplicación del Decreto conciliar. Además de estos dos documentos, existe abundante doctrina magisterial en discursos y mensajes papales, emitidos con ocasión del «Día de los medios de comunicación social».
Estos son los aspectos que el Concilio señala como más decisivos para el comportamiento individual y para la convivencia en el uso de los medios de comunicación social:
- Valor moral. El uso de «mass media» no es ajeno a la moral: “El recto uso de tales medios es absolutamente necesario que todos los que se sirven de ellos conozcan y lleven a la práctica en este campo las normas de orden moral”. (n. 4).
- Recta conciencia. Los usuarios deben «formar una recta conciencia sobre tal uso», de modo que la información que reciben «contribuya al bien común y al mayor progreso de toda la sociedad humana». El derecho de información exige que esta “sea objetivamente verdadera y, salvada la justicia y la caridad, integra”. Además, «en cuanto al modo, ha de ser honesta y conveniente, es decir, que respete las leyes morales del hombre y los legítimos derechos y dignidad» (n. 5).
- Considerar el orden moral objetivo. Se ha de proclamar que «la primacía del orden moral objetivo ha de ser aceptada por todos, puesto que es el único que supera y concurrentemente ordena todos los demás ordenes humanos, por dignos que sean, sin excluir el arte» (n. 6).
- Tratamiento del mal moral. Los distintos medios han de cuidar atentamente como se ha de tratar los temas relacionados con el mal. Es cierto que su conocimiento puede «servir para conocer y descubrir mejor al hombre»; pero debe evitarse el riesgo de que «produzca mayor daño que utilidad alas almas», tal puede ser el caso en que no se atiendan «las leyes morales», especialmente, cuando se tratan «los deseos depravados» (n. 7).
- Opinión pública. Una de las finalidades de los medios de comunicación, tal como siempre ha destacado el Magisterio, es la formación de la opinión publica, tan decisiva para una convivencia plural y democrática: «con el auxilio de estos medios, se procura formar y divulgar una recta opinión publica» (n. 8).
- Deberes de los usuarios. Los que hacen uso de los medios de comunicación deben también tener a la vista los siguientes criterios:
- hacer una «recta elección» de publicaciones, cadenas televisivas, programas de radio o televisión, etc.;
- evitar «10 que puede ser causa u ocasión de daño espiritual para ellos o para otros»;
- atender «al mal ejemplo» que pueden ocasionar la lectura o apoyo a ciertos medios;
- «favorecer las malas producciones» y «no oponerse a las buenas»;
- «no contribuir económicamente a empresas que tan sólo persigan el lucro en la utilización de estos medios»; I
- «atender al juicio y criterios de las autoridades competentes» que se hayan emitido;
- formar la conciencia recta con el fin de «oponerse a los malos atractivos y secundar los buenos»;
- todos, pero especialmente los jóvenes, «deben ser moderados y disciplinados en el uso de estos medios»;
- es conveniente mantener una actitud crítica para «formar un recto juicio»;
- los padres tienen la obligación de «vigilar cuidadosamente» que los hijos hagan un uso adecuado de los medios (nn. 9-10)4.
- Los agentes de los mass media; Periodistas, escritores, actores, productores, realizadores, exhibidores, distribuidores, directores, vendedores, críticos… deben «tratar las cuestiones económicas, políticas o artísticas de modo que no produzca daño al bien común». En la medida de lo posible, deberían asociarse «en aquellas entidades que impongan a sus miembros el respeto a las leyes morales en las empresas y quehaceres de su profesión» (n. 11).
- Deberes de las autoridades. Las autoridades «tienen peculiares deberes en esta materia en razón del bien común al que se ordenan estos instrumentos». Su misión es «defender y tutelar la verdadera y justa libertad» que necesita la sociedad. También la autoridad debe emitir leyes con el fin de que del uso de los medios de comunicación «no se siga daño a las costumbres y al progreso de la sociedad». Un deber especial de las autoridades es el cuidado «en proteger a los jóvenes» (n. 12).
- Deberes de los católicos. El Concilio urge a que los católicos «utilicen los medios» para «las más variadas formas de apostolado» y se «adelanten a las malas iniciativas». Por su parte, los pastores cuiden estos medios «tan unidos a su deber ordinario de predicar» (n. 14) .Asimismo, los sacerdotes, religiosos y también laicos» han de poseer la «debida pericia en estos instrumentos y puedan dirigirlos a los fines del apostolado» (n. 15). Esa formación debe extenderse a todos los católicos (nn. 16-18).
En todo momento, el Magisterio insiste en que los profesionales de los medios de comunicación consideren la dimensión ética de su profesión y que sean incorruptibles ante la verdad. En estos términos se expreso Juan Pablo II en un discurso a los periodistas en su primera visita a España:
«Un sector que tan de cerca toca la información y formación del hombre y de !a opinión publica, es lógico que tenga exigencias muy apremiantes de carácter ético (…). La búsqueda de la verdad indeclinable exige un esfuerzo constante, exige situarse en el adecuado nivel de conocimiento y de selección crítica. No es fácil, lo sabemos bien. Cada hombre lleva consigo sus propias ideas, sus preferencias y hasta sus prejuicios. Pero el responsable de la comunicación no puede excusarse en lo que suele llamarse la imposible objetividad. Si es difícil una objetividad completa y total, no lo es la lucha por dar con la verdad; la actitud de ser incorruptibles ante la verdad. Con la sola guía de una conciencia ética, y sin claudicaciones por motivos de falso prestigio, de interés personal, político, económico o de grupo»5.
DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD: EL MARTIRIO
El cristiano no solo debe expresar la verdad y proclamarla, sino que también tiene la obligación de defenderla, en ocasiones, hasta la muerte. San Juan recoge las palabras de Jesús en las que señala su misión en orden a la verdad: «Yo he venido al mundo para dar testimonio de la verdad» (]n 18,37). Y san Pablo encarece a su discípulo Timoteo que cumpla este mismo encargo, aunque le sea costoso: «No te avergüences jamás del testimonio de nuestro Señor Jesucristo» (2 Tim 1,8).
El Concilio Vaticano II profesa que la confesión de fe es exigencia obligatoria de todos los bautizados:
 “Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación”.(AdG 11) .
Pero en ocasiones este testimonio exige cierto heroísmo, pues demanda jugarse la vida hasta la muerte. Siguiendo este deber, los cristianos de todos los tiempos, cuando se vieron forzados a confesar la verdad en Jesucristo yen sus enseñanzas, lo hicieron incluso ofreciendo su propia vida. La biografía de los mártires cristianos a lo largo de la dilatada historia de la Iglesia constituye una de las páginas más brillantes de la crónica de la humanidad. Pues, a la grandeza y ejemplaridad de sus vidas, se añade su inquebrantable amor a la verdad y su fidelidad a las enseñanzas salvadoras del Evangelio. Son numerosos los testimonios martiriales en los que se contiene de modo explícito que ellos mueren, precisamente, por defender la verdad que profesan. Por ejemplo, san Policarpo alaba a Dios porque “es el Dios de la fidelidad y de la verdad” por eso él se asocia a esa verdad con la oblación de su propia vida.
En este sentido, los mártires no solo son modelos de existencia y ejemplares de vida cristiana, si no que son garantía de la verdad del cristianismo. Un argumento a favor de la veracidad del dogma y de la moral cristiana es, precisamente, el martirio, pues, además de la garantía que ofrece la revelación y el magisterio, el creyente encuentra en los mártires otra señal más inmediata de la verdad que profesa. En este sentido, el martirio es como el sello y el resello de la verdad de lo que se cree y se practica. En efecto, unos hombres y mujeres concretos han sellado la verdad del dogma y de la moral cristiana con su propia sangre. Ellos son, pues, los verdaderos testigos de la fe y del Evangelio que profesamos.
Quien ama la verdad, conforme a la enseñanza del Señor (Jn 8,32), no sólo alcanza la libertad, sino que se sentirá libre, pues esta en disposición de medir la veracidad de tanta información que se acumula sobre él. Por el contrario, el hombre y la mujer de nuestro tiempo, ante tal abundancia de noticias, corren el riesgo de trivializarlas, pues se sienten incapaces de medir el grado de veracidad de cada una en singular. Máxime, cuando la verdad está sometida a la manipulación publicitaria, entonces o no se cree nada o, a la inversa, se cree todo. Y esto que puede acontecer al individuo se multiplica cuando se aplica al conjunto de la sociedad. Es así como la verdad manipulada o trivializada ni es para el hombre el camino de la libertad ni favorece la convivencia justa.
http://encuentra.com/de_la_ley_de_dios/el_octavo_mandamiento__11950/EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

MARTHA COLMENARES, LA MANIPULACIÓN DE LA MENTIRA, EL MANEJO DE LA VERDAD, ALFREDO GARCÍA DEFFENDINI

Preciso atender la reflexión de Garcia Deffendini, estamos en peligro: La tragedia venezolana se profundiza, entonces, mediante el perverso mecanismo de que cada proceso electoral fraudulento no sirve sino al objetivo de darle una cobertura “democrática” de impunidad al proceso destructivo de nuestra democracia y valores republicanos, y al avance de la instauración de un régimen totalitario militarista y comunista.

Guardé un imperativo y voluntario silencio con respecto a las pasadas elecciones del 23N, sin que ello impidiera que ante los amigos y ante el Consejo Directivo del Frente Patriótico defendiera mi posición, al igual que otros directores, sobre la no participación electoral como método legal y activo de lucha frente a una dictadura constitucional, que utiliza la ruta electoral sólo para manipular a la opinión pública nacional e internacional. Ya es tiempo que ese autoimpuesto silencio termine, ya que considero hoy más que ayer, que para salir de tal dictadura, la vía de la no participación electoral activa nos permitiría confrontar al régimen constitucionalmente, obligándolo a quitarse la careta de demócrata, para mostrarle al mundo lo que realmente es: una dictadura militarista, totalitaria y comunista, vale decir, todo lo contrario de lo que la trampa electoral pretende reafirmar y relegitimar. Entendamos que el cometido del fraude habrá de ser el mismo de siempre, generar pasividad en el colectivo, ya que el objetivo de los partidos participacionistas complementarios es ir de elección en elección, sin importarles hacia dónde se nos conduzca y lo que el resultado le costara a las presentes y futuras generaciones.
El régimen ha venido jugando a la democracia a la luz pública, mientras por trastienda va avanzando en la destrucción de ella, ardid perverso de jugar a la democracia para encubrir su destrucción paulatina. Es la dictadura “constitucional”, violando la constitución para ir construyendo la dictadura militarista, totalitaria y comunista. Puede hacerlo, porque la destrucción de la democracia avanza al amparo de procesos electorales fraudulentos cubierto con un falso manto de institucionalidad democrática. Puede hacerlo, porque una parte de la oposición, la participacionistas complementaria, ve correr las acciones de fraude y se las presenta al electorado como meras “dificultades a superar”, dificultades que nunca se ha superados por completo. Puede hacerlo, porque el régimen que ha llegado a ser franca minoría en la realidad, sigue apareciendo con abultada votación en las cuentas de su más importante asociado, el CNE.
Así la farsa camina con éxito en el campo internacional. Los organismos y organizaciones que perciben las acciones fraudulentas, se estrellan contra las falsas apariencias democráticas de los procesos, falsas apariencias de las cuales forma parte importante la convalidación implícita y/o explicita de los opositores complementarios participantes. Asimismo, y lo que viene a ser tan grave como lo anterior, le sirve de coartada a gobiernos y agrupaciones internacionales que mercenariamente apoyan el proyecto bolivariano a todo evento.
La tragedia venezolana se profundiza, entonces, mediante el perverso mecanismo de que cada proceso electoral fraudulento no sirve sino al objetivo de darle una cobertura “democrática” de impunidad al proceso destructivo de nuestra democracia y valores republicanos, y al avance de la instauración de un régimen totalitario militarista y comunista.
Las elecciones del pasado 23NOV nos dejan evidencias fehacientes de un cúmulo de acciones de fraude cometidas antes, durante y después de ese día, acciones que –al igual que en procesos anteriores- lograron el objetivo de inflar tramposamente la votación a favor del régimen. ¿Donde esta el fraude?, todos los conocemos, volver a enumerarlos seria llover sobre mojado, allí está, pero si algún lector quiere indagar sobre la materia, puede conseguir numerosos estudios y denuncias, de nuestros mejores académicos de nuestras mejores universidades en la Web del Frente Patriótico.
Esa es la realidad y por esa realidad se mantiene a un país engañado, y quienes no lo acepten se les excluye y se les criminaliza. Es por ello, del porque, gobierno y oposición participacionistas complementaria y “sus medios de comunicación social”, ignoran a ese sector mayoritario del país, que representa a más del 51% del electorado, que se niega a cohonestar el fraude electoral. Gobierno y oposición participacionista les criminaliza, haciéndoles un apartheid, como lo realizaron en las dos últimas elecciones -2D2007 y 23N2008-. Ambos, les temen al poder de la gente.
Termino con dos reflexiones:
1.- Este dictador por ahora constitucional ha intervenido todos los poderes públicos y entre todos el más importante, el de la justicia. Hace tiempo ésta salió por la ventana de los tribunales mientras que por la puerta entró la política, les obliga hacer su voluntad. Cuando una nación se vuelve corrompida y cínica y prefiere -aun involuntariamente- el gobierno de los hombres al de la ley, va camino de su propia destrucción, va hacia el caos.
2.- Recordemos que los tiranos mas brillantes pero malignos han sido estupendos charlatanes y han permanecidos en el poder porque una parte importante de la oposición no estuvieron a la altura de las circunstancias históricas que les correspondió vivir. Por ello, por el peligro que representan -ambos-, los hombre virtuosos tiene que hablar, más cuando lo manda el honor y la indignación, mas cuando el gobernante de hoy por una ambición insensata ha destruido todo lo que debió de crear y creado todo lo que quería destruir.
marthaccolmenares@yahoo.com

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