13 diferencias con la Izquierda (y una semejanza)
“Y hablando Elías a todo el
pueblo, les dijo: ¿Hasta cuándo estaréis oscilando entre dos pensamientos?” I
Reyes 18:21
Hoy un candidato que en campaña se atreva a hablar de “mercado” (no
digamos “libre”), sin repetir las eternas consignas populistas de las
izquierdas, se pone en muy graves aprietos. De inmediato le acusan de
“¡Neoliberal!”, y su carrera política peligra.
Por un ratito, supongamos que un candidato así, quiera seguir en carrera,
pero con la verdad. Y diga la verdad: que el “Neoliberalismo” es el mismo viejo
“Consenso de Washington” de los ’90, recetario Neo mercantilista, aún de moda
entre gobiernos estatistas que pretenden lidiar de forma menos irracional con
la inflación, y reducir el déficit estatal pero no el gasto. Aumentando los
impuestos y liquidando empresas del Estado; nada más. Y que esa fórmula es la
continuación del estatismo por otros medios: jugosos monopolios privados, y sus
reglamentos monopolistas. Y esa supuesta panacea – como los TLC – habrá tenido
sólo un par de renglones de libre mercado, si acaso, y esos fueron precisamente
las que no se aplicaron cabalmente en esos años, ni después ni ahora.
En tal caso, y como castigo a su osadía, este candidato será acusado de
algo aún mucho peor: defender “el Capitalismo”, como si eso fuera el delito más
atroz de este mundo.
Pero sigamos suponiendo: si se pone a balbucear algo sobre “capitalismo
humano” o “capitalismo popular”, como hacen muchos, entonces le disparan con el
arma fulminante, la última: “¡Derechista!” Y ahí es donde está muerto, porque
ya no tiene nada ni para balbucear.
Intro
Hace 50 años, la mínima insinuación sobre la posible condición homosexual
de alguien, provocaba fuertes respuestas horrorizadas. “Noooo, ¡jamás!” Era
algo insultante. Hoy las cosas son diferentes, nos guste o no. ¿Por qué? Porque
nos guste o no, la homosexualidad fue reivindicada y socialmente aceptada. Pero
la menor alusión a que alguien sea “de derecha”, provoca ese tipo de negativas
airadas. “¿Derecha? Noooo, ¡qué horror!” Se considera casi una obscenidad.
El capitalismo está proscrito, legalmente, prohibición que sufren los
microempresarios informales, a diario aplastados con la colección de vedas y
restricciones legales que les impiden desarrollar sus empresas. ¿Por qué?
Porque la Izquierda (en general, por eso la I mayúscula) dictaminó que el
capitalismo es inmoral, y eso enseñó, sobre todo a la masa de clase media.
Hasta que la Derecha (en general) no se reivindique en la opinión,
hablando en primer término a la burguesía de hoy – que no es la clase media
“letrada”, es el empresariado informal, en la ilegalidad o al borde de la misma
– el capitalismo seguirá prohibido. Porque la Izquierda – dueña de la ética
política y del lenguaje, del hablar “políticamente correcto” – seguirá
mandando. Y la palabra “Derecha” seguirá con su potente carga explosiva
descalificadora e inhabilitante, colocada por la Izquierda. Al igual que con
los términos capitalismo y burguesía, si nadie los rehabilita, guardan todo su
veneno, y así los socialistas nos quitan de en medio fácilmente.
Si lo negamos, o esquivamos la respuesta, nos sacan del juego, y pronto.
Aquello de “el liberalismo no es izquierda ni derecha” no se lo cree la gente;
y con razón, es como decir “No soy mujer ni hombre”. La respuesta que se da es
ésta: “si no eres de izquierdas, ha de ser por derechoso y facha; y si ni te
atreves a admitirlo, ¡es porque eres culpable!”
Lo que nos incapacita por completo a los liberales, y sella nuestra
suerte adversa en la arena ideológica, política y electoral, no es la cercanía
con la Derecha, ni la sospecha de esta “afinidad peligrosa”; al contrario: es
el tabú de la Derecha, que nos inhibe, nos amordaza y hace impotentes para la
defensa ante los injustificados ataques socialistas.
Pero hablamos de liberales clásicos, en pro del Gobierno limitado,
mercados libres y propiedad privada. No de esa contradicción de “capitalismo
anarquista”, como si los mercados abiertos y la propiedad pudiesen subsistir
sin policías y jueces a cargo y cuenta de un Gobierno limitado, como última
instancia vinculante, y exigible para los transgresores reticentes, por sobre
el nivel de las agencias privadas de seguridad, y provisión de justicia. Siempre
hubo estas entidades voluntarias, incluso las hay, bajo el estatismo, y habrá
siempre, porque son fundamentales instancias previas. Pero ello no implica
suprimir hasta un tipo de Gobierno limitado. ¿Que cómo va a mantenerse
limitado? Simple: con una fuerza de Derecha eficaz, familiarizada con los
principios del Liberalismo Clásico, y comprometida a su defensa en todo
terreno, incluso la arena política y electoral.
Tampoco hablamos de esos “liberales sociales”, que ahora se dicen de
izquierdas, y con justa razón, porque lo son. Son intervencionistas – en
términos de Mises – partidarios de la “Economía mixta” (o “social de mercado”),
al estilo democristiano, la que siempre tuvimos y tenemos, la que falla.
Este escrito es para liberales clásicos, y tampoco para todos; sólo para
quienes dejamos la comodidad de las poltronas y las academias, y nos atrevemos
a jugar el juego rudo de la política en su espinoso terreno, sin dejar de ser
consistentes. Necesitamos una retórica efectiva, que hasta ahora no hemos
tenido; y de urgencia, sobre todo si queremos ganar. Pero ganar es imposible
sin aclararnos las ideas.
El Mito de la Izquierda
Los socialistas dominan el juego porque le han metido en el seso a la
gente el Gran Mito: que ser de “Izquierda” es una causa buena, es ser
“idealista”, defender a los pobres de la voracidad de los ricos, causantes de
la pobreza y la miseria. Y por consiguiente “la Derecha” es tan malvada como
las causas que defiende. Que el Socialismo es un noble ideal, quizá
inalcanzable por ser tan elevado, pero el intento vale la pena. Y si alguien
señala que los socialistas concretos no son pobres, y jamás ayudan a nadie con
su propio dinero, la respuesta es: “No son de Izquierda verdadera”. Ese es el
Mito.
Nada va a cambiar hasta no tumbar el mito. Todo seguirá igual, hasta
recuperar el lenguaje ordinario, distinguir entre derechas mercantilistas y
liberales, y revertir la situación: que baste insinuar que un político es “de
izquierdas” para desacreditarle sin más trámite, así como hoy se le quita
diciendo que es “de derechas”. Hay sobrada base para ello; sólo hay que
informarse, y clarificar qué es Izquierda, y – por lógica – qué es Derecha.
En la política, quien no sabe identificarse a sí mismo no puede
identificar amigos, enemigos ni adversarios, y pierde. Y la realidad, nos guste
o no, es que hay sólo dos grandes familias ideológicas. Y tabúes aparte, el
liberalismo “clásico” es de derechas, nos guste o no, como bien saben las
izquierdas.
Con mercantilistas y otros estatistas de derechas, en su mayoría
ignorantes a más de aprovechados, los liberales clásicos tenemos muchos pleitos
de familia, gravísimos; somos adversarios. Pero con la Izquierda tenemos guerra
a muerte; somos enemigos. Ellos o nosotros. En su mayoría no son sólo
ignorantes y aprovechados: son criminales. Y a la guerra la declararon ellos,
los socialistas.
Antecedentes
En 1848, a 72 años de “La Riqueza de las Naciones” (Adam Smith, 1776) los
liberales todavía estaban enzarzados en el pleito con el mercantilismo, por la
cuestión de los privilegios monopolistas, y el libre cambio. Ese año 1848, las
izquierdas ya iban por la tercera ola “revolucionaria”. Y ese año, Marx y
Engels publicaron su “Manifiesto Comunista”, y enseguida los marxistas nos
metieron a todos en el mismo saco, a liberales y a mercantilistas:
“capitalismo, la Derecha”. Y ya pues.
Es cierto que las dos palabras proceden de la primera Revolución Francesa
de 1789, y de la distribución de los asientos de la Asamblea Nacional en París,
pero no así las ideas respectivas, que vienen desde mucho tiempo atrás. Por eso
la polaridad no ha perdido vigencia ni interés; y sigue viva en sus rasgos
esenciales, aunque ciertos temas y contenidos ideológicos específicos han
cambiado, por ej. en la Izquierda, desde Platón y sus “gobernantes filósofos”
hasta Cousteau y su Econazismo, pasando por Robespierre, Dantón y sus
jacobinos; y desde la Comuna de París de 1871 hasta Chávez, pasando por el
marxismo cultural, Betty Friedan y sus Naziféminas, Mao y sus Guardias Rojos,
Mayo de 1968, Pol Pot y los Kim-Il coreanos.
¿Qué es la la Izquierda? El Movimiento que capitaneó las sucesivas olas
de sangrientas revoluciones sacudiendo a Europa en los años 1789-92, 1820,
1830, 1848, 1871 y 1917-18, y al mundo entero desde 1945. Fue y sigue siendo la
fuerza que propone el Socialismo, internacionalista, “nazionalista” o el que
sea. En nombre de ese “ideal” – y seguidos por masas de engañados – los
“ilustrados” y sus sargentos políticos arremetieron contra el capitalismo y la
propiedad privada. Y contra todo lo que fuese o pareciese afín: la ética común
y socialmente aceptada, de base cristiana (descalificada como “moral “victoriana”
o “burguesa”), y las instituciones tradicionales: matrimonio, familia, religión
y escuela privada. Y con cruel ferocidad: por todas partes los socialistas
violentos han masacrado aldeas y ciudades completas, han diezmado aldeas y
pueblos, y barrios enteros en muchas grandes ciudades, sin piedad. Todo
persiguiendo “el sueño”.
Pero ¿qué “sueño” es ese, que siempre termina en pesadilla? ¿Qué
pretenden realmente los socialistas? ¿No ven que los pobres siguen pobres en
todos los países comunistas? Los únicos que dejan la pobreza – si acaso la han
conocido alguna vez – son los políticos, burócratas y académicos de la
“Nomenklatura”, únicos que viven como reyes. ¿No ven que son inestables e
insolventes los sistemas socialdemocráticos “de Bienestar”, en Europa y EEUU?
Por allá el estatismo también está en quiebra, pese a todos los trillones de
dólares en “gasto social”, y en “rescates” a bancos y compañías, en el marco
del contubernio entre políticos socialdemócratas y empresarios mercantilistas.
Los socialistas están en un error, gravísimo y trágico. Pero si sólo
fuese un error, el remedio sería simple: bastaría con dejarles gobernar, y la
Izquierda caería en descrédito. Pero eso no ocurre, siempre vuelven. ¿Por qué?
¿Por qué siguen gobernando? Primero porque el socialismo es más que un error:
es un crimen, o varios. Los socialistas se cubren con engaños y mentiras,
corrupciones, robos y toda clase de abusos, y asesinatos cuando viene al caso.
Segundo, porque cubren sus errores y crímenes con el manto protector del Mito
de la Izquierda, arriba descrito.
Y tercero, porque como todo Antropólogo sabe, en las sociedades
primitivas todo Mito se protege con un Tabú correspondiente. El Tabú es la
Prohibición que protege al Mito, con la función de impedir que el Mito se derrumbe.
Mientras se acate la Prohibición, el Mito está seguro.
Para acabar con la hegemonía cultural de la Izquierda, hay que romper el
tabú de la Derecha. El Tabú es este: “Prohibido ser (o parecer) de Derecha”.
Pero lo que no todo Antropólogo sabe, es que eso no es sólo en las sociedades
primitivas.
¿Qué es la Derecha en realidad? Socialmente, la Derecha fue, desde 1789,
la variopinta alianza de factores sociales, económicos, religiosos,
intelectuales, políticos y militares que reaccionaron (por eso les llamaron
“reaccionarios”) a los ataques socialistas, resistiendo con determinación y
vigor sus embates, uno tras otro. Había de todo. No sólo parte de la antigua
aristocracia, eran también las élites urbanas, clase media comercial y
artesanal de ciudades, villas o burgos: la “burguesía”, aunque procedían del
mundo rural, donde seguían sus parientes campesinos en haciendas y chacras, y
muchos nobles en sus castillos. Eran Obispos y párrocos, y oficiales militares;
y políticos monárquicos, tanto absolutistas como constitucionales,
tradicionalistas y conservadores, y empresarios mercantilistas. Pero también la
parte consciente de los liberales convencidos.
(En el mundo subdesarrollado tenemos equivalentes funcionales aproximados
de aquellas derechas, que más o menos encajan en los perfiles y tratan de
cumplir esos roles, aunque de manera torpe e ineficaz. Lo mismo con las
izquierdas, ¡pero esas sí que son eficaces!)
Ideológicamente, las particiones entre Izquierda y Derecha van mucho más
allá de capitalismo o socialismo, de dictadura o democracia. Desde luego tienen
consecuencias en lo económico y en lo político, pero son mucho más profundas.
Porque no tratan sólo acerca de tasas de desempleo y de impuesto sobre la
renta; hunden sus raíces en opuestas visiones de rango metafísico acerca de la
naturaleza humana y el carácter del poder, la sociedad y la civilización, y los
respectivos roles de la razón y la cultura, que no reflejan ciertos simplistas
“Test Políticos” muy populares.
La dicotomía Izquierda-Derecha se mantiene porque no es arbitraria,
responde a dos “cosmovisiones”, dos formas muy diferentes y contrarias de
entender la política, la economía y la libertad, el Estado y la justicia, la
moral; y más en el fondo: la entera realidad humana y social, la vida y el
mundo. Este ensayo es para contrastar una y otra (y exponer una semejanza, pero
al final).
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