¿Somos perezosos, holgazanes, indiferentes, incorregiblemente indolentes?, ¿Asi realmente somos los Peatones Venezolanos?.
Cuando nos preguntabamos que de seguir asi no nos merecemos a Venezuela cómo Pais, ¿Pero somos amonestados por nuestra propia consciencia?, pero tercamente nos defendemos diciendo que somos muy pacientes y ecuánimes. Desatendemos nuestros deberes ciudadanos, no nos ocupamos de nuestra labores que se nos encomiendan, y con excesiva frecuencia holgazaneamos tumbados en la cama. Asi son nuestro comportamiento a lo largo de estos doce (12) años. Hasta que llego cierto dia qué nos preguntamos ¿Que realmente somos?. Hasta que llego un extraño Peatón que nos llamo la atención y nos dijo:
-Quedan todos expulsado de Venezuela.
-¿Por qué? -preguntamos todos a una sóla voz.
-Por su fidelidad.
-Pero eso es una gran injusticia -replicámos todos enfurecidos-. No hemos visto jamás a nadie que sea expulsado por su fidelidad.
-Si -dijo sosegadamente el Peatón extraño-, por su fidelidad a la indolencia, la desidia, la negligencia y la holgazaneria.
Algunos Peatones engañan a los demás -o se engañan a si mismos- enmascarando su pereza con el ropaje de la paciencia, a pesar de que la paciencia es la actitud de saber esperar con ánimo imperturbable, pero jamás con desidia ni resignación fatalista. La paciencia se aplica equilibradamente y sobre todo se pone en marcha para refrenar el impulso exacerbado hacia lo que se anhela, o para "soportar" lo inevitable, lo que de momento no puede modificarse o las vicisitudes inevitables de la vida. Evita de esa forma añadir el sufrimiento extra de la impaciencia, la lamentación y la tensión desmesurada.
Los grandes maestros de la mente realizada invitan a tener una actitud paciente, pero siempre insisten en el esfuerzo correcto y bien aplicado para transformar y mejorarse. Incluso ese esfuerzo debe ser bien medido, pacientemente aplicado, ni excesivo ni desequilibrado. El esfuerzo paciente (y por tanto tenaz) y equilibrado es la clave del éxito. Si se producen aparentes retrocesos, se insiste sin desánimo; si surgen fracasos, el esfuerzo es fuente de enseñanza, y se instrumentaliza pacientemente para seguir avanzando. Como reza el adagio: "El que fracas una vez se decepciona, pero el que fracasa tres veces es un maestro".
La paciencia verdadera nada tiene que ver con la indolencia o la apatia, pues mientras la paciencia es una cualidad laudable y beneficiosa en cualquier actividad, la indolencia o la apatia, asi como la pereza crónica, son obstáculos muy graves y frenos en la senda del desarrollo individual.
Peatones Venezolanos, mientras no cambiemos de actitud, estaremos pisando a fondo el acelerador hacia el despeñadero. ¿Qué estamos esperando para cambiar....?.
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