De nuevo se crecen los riesgos sobre la prensa escrita en América Latina. El tema de las amenazas contra la libertad de prensa es como un fantasma (pero real) que va y vuelve, pero que está allí asediando a las imperfectas democracias de esta parte del mundo.
El caso de nuestra Venezuela ya es de todos conocidos: el comandante presidente, ha demostrado que es poco amigo del periodismo libre y que, por el contrario, prefiere una prensa a su servicio, una hegemonía comunicacional así sea a la brava, haciendo uso del poder oficial y en contra de los propietarios opositores de los periódicos impresos y de los canales de radio y televisión.
El mundo sabe que el teniente coronel, hoy enfermo de cáncer y con pronóstico reservado haciéndose tratamiento de quimioterapia en Cuba, ha sido un perseguidor de los medios y de los periodistas que se atreven a criticar su obra de gobierno. Así lo han denunciado los directivos de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en distintas partes del mundo
Pero el mal ejemplo cunde y ahora el problema se presenta en Ecuador, donde el Presidente Rafael Correa, propició una sentencia judicial por injuria a un grupo de directivos del diario ecuatoriano EL Universo, en el que también se condena a un articulista a tres años de prisión y a una multa equivalente a cuarenta millones de dólares.
La decisión de la justicia ecuatoriana, insisto, propiciada desde el ejecutivo, representa un grave precedente y un mal ejemplo para el resto de América Latina, por cuanto significa, ni más ni menos, un atentado contra la libertad de prensa y de expresión.
Debo volver a insistir nuevamente desde este articulo de opinión, como lo he señalado en muchos artículos anteriores, que la libertad de prensa no es ningún privilegio de los periodistas y los medios de comunicación, sino que implica – de manera sagrada- un instrumento para garantizar el derecho a la información que tienen todos los ciudadanos de las sociedades democráticas y modernas del mundo.
Y también en distintas regiones de nuestro país, se presentan, a diario, amenazas contra el libre ejercicio del periodismo, siendo un ejemplo de ello lo que sucedió a una televisora regional del Estado Anzoátegui. Desde la delincuencia organizada y desde sectores políticos corruptos, se busca acallar a la prensa, de distintas maneras. Hoy recordamos el cierre a RCTV y las amenazas permanentes a las que han sido víctima Globovisión, así como los valientes periodistas que logran día tras día vencer una batalla campal frente al gobierno de turno.
Globovisión se ha caracterizado por un periodismo crítico, irreverente y de denuncia que no les gusta a ciertos políticos y sectores que tienen algo que ocultar. Soy solidaria con su situación y rechazo las amenazas de las cuales ha sido objeto. Y pido como articulista y columnista a las autoridades civiles y militares garantizar la integridad, la seguridad y el derecho al trabajo y al ejercicio del periodismo a todos los trabajadores de los diarios impresos, de los noticieros de televisión y a los articulistas y columnistas de los medios.
El periodismo de oposición venezolano, no se puede dejar acobardar por algunos envalentonados que aún creen que nos pueden silenciar. Lo que no denuncie un periodista, otro lo hará, lo que no denuncie un medio otro lo hará, lo que no denuncie un articulista o un columnista, otro lo hará y así sucesivamente. Hace rato que gracias a las nuevas tecnologías y a la solidaridad gremial y profesional, como dice el adagio, nada queda oculto entre cielo y tierra. Así de claro y así de campechano.
britozenair@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
El caso de nuestra Venezuela ya es de todos conocidos: el comandante presidente, ha demostrado que es poco amigo del periodismo libre y que, por el contrario, prefiere una prensa a su servicio, una hegemonía comunicacional así sea a la brava, haciendo uso del poder oficial y en contra de los propietarios opositores de los periódicos impresos y de los canales de radio y televisión.
El mundo sabe que el teniente coronel, hoy enfermo de cáncer y con pronóstico reservado haciéndose tratamiento de quimioterapia en Cuba, ha sido un perseguidor de los medios y de los periodistas que se atreven a criticar su obra de gobierno. Así lo han denunciado los directivos de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en distintas partes del mundo
Pero el mal ejemplo cunde y ahora el problema se presenta en Ecuador, donde el Presidente Rafael Correa, propició una sentencia judicial por injuria a un grupo de directivos del diario ecuatoriano EL Universo, en el que también se condena a un articulista a tres años de prisión y a una multa equivalente a cuarenta millones de dólares.
La decisión de la justicia ecuatoriana, insisto, propiciada desde el ejecutivo, representa un grave precedente y un mal ejemplo para el resto de América Latina, por cuanto significa, ni más ni menos, un atentado contra la libertad de prensa y de expresión.
Debo volver a insistir nuevamente desde este articulo de opinión, como lo he señalado en muchos artículos anteriores, que la libertad de prensa no es ningún privilegio de los periodistas y los medios de comunicación, sino que implica – de manera sagrada- un instrumento para garantizar el derecho a la información que tienen todos los ciudadanos de las sociedades democráticas y modernas del mundo.
Y también en distintas regiones de nuestro país, se presentan, a diario, amenazas contra el libre ejercicio del periodismo, siendo un ejemplo de ello lo que sucedió a una televisora regional del Estado Anzoátegui. Desde la delincuencia organizada y desde sectores políticos corruptos, se busca acallar a la prensa, de distintas maneras. Hoy recordamos el cierre a RCTV y las amenazas permanentes a las que han sido víctima Globovisión, así como los valientes periodistas que logran día tras día vencer una batalla campal frente al gobierno de turno.
Globovisión se ha caracterizado por un periodismo crítico, irreverente y de denuncia que no les gusta a ciertos políticos y sectores que tienen algo que ocultar. Soy solidaria con su situación y rechazo las amenazas de las cuales ha sido objeto. Y pido como articulista y columnista a las autoridades civiles y militares garantizar la integridad, la seguridad y el derecho al trabajo y al ejercicio del periodismo a todos los trabajadores de los diarios impresos, de los noticieros de televisión y a los articulistas y columnistas de los medios.
El periodismo de oposición venezolano, no se puede dejar acobardar por algunos envalentonados que aún creen que nos pueden silenciar. Lo que no denuncie un periodista, otro lo hará, lo que no denuncie un medio otro lo hará, lo que no denuncie un articulista o un columnista, otro lo hará y así sucesivamente. Hace rato que gracias a las nuevas tecnologías y a la solidaridad gremial y profesional, como dice el adagio, nada queda oculto entre cielo y tierra. Así de claro y así de campechano.
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