sábado, 25 de junio de 2011

IVÁN ENRIQUE LEÓN HERNÁNDEZ: CARACAS “PARECE” QUERIDA EN SILENCIO POR MUCHOS, PERO ABANDONADA POR TODOS.

Apreciados Amigos Peatones Todos, me dirijo especialmente a la conciencia de todos Nosotros, no queremos aceptar nuestra mayor responsabilidad profesional en cuanto al abandono y descuido de CARACAS, de nuestra Ciudad Capital. La realidad es que CARACAS “parece” querida en silencio por muchos, pero ABANDONADA por TODOS.

LA CARLOTA
De que vale tener tantos  conocimientos, no transmitirlos ni aplicarlos. Eso se comprueba cada vez que visitamos el centro de La Ciudad y vivimos la experiencia de la cruda y triste realidad.

¿Será cierto que esto  pasa  en pleno centro de Caracas???

Les cuento, lo que un árbol de guayaba, le pregunta a su vecino, uno de limón. ¿Qué hacemos aquí en pleno centro de Caracas, entre el Centro Simón Bolívar, la y las dependencias de los Tribunales de Justicia? Después de TANTO tiempo, cuántos Peatones vemos todos los días pasar frente a nosotros, de un lado a otro, aceleran el paso, para no ser reconocidos, que VERGUENZA, que DESASTRE!!!!!. Hoy como todos los días nos preguntamos: ¿cuál de ellos fue el que nos dejo vivir en esta placa de concreto?,  donde ni tierra hay hoy!!!..... Rodeados de excrementos y  basura de todo tipo, acompañada de malos olores y de los muchos ebrios y niños de la calle de siempre ¿Hasta cuándo amigo limón?

Y por otro lado……¿Será cierto que hay un sitio llamado La Carlota que hoy estos humanos quieren construir un santuario a la vida?-

Quiero aclarar que nosotros Los Peatones sin Barreras, protestamos para recuperar el pasado, enfrentar el presente y caminar hacia el futuro con la generosidad de los espacios urbanos ya creados y por crear. La Propuesta nace por la necesidad de recuperar y engrandecer el orgullo de ser VENEZOLANO, contribuir a la reconciliación del País".

En nombre de Los Peatones sin Barreras, representado por mi persona quiero en primer lugar FELICITAR al Arquitecto Micucci, quien ha logrado lo que nosotros no hemos podido hacer en tres años, tratar de PRESENTAR a la consideración del Colegio de Arquitectos de Venezuela y su Junta Directiva, la Propuesta Invitación para la integración de La Carlota con El Parque del Este, como El Gran Parque Metropolitano, Monumento Único al Libertador, en homenaje a Simón Bolívar El Peatón, para Caracas hacia La Gran Caracas para los próximos 50, 100, 200 años por venir. En cambio, el Arq. Micucci presenta su Proyecto El Leander, que contra Viento y Marea se realiza, a pesar de la negativa de la mayoría de la colectividad. ¿Será que es la nueva forma de participación?

De igual manera, dejamos constancia de nuestra posición. Nos OPONEMOS a que se continúen los trabajos de El Leander, hasta tanto no se consulte efectivamente al COLECTIVO. Proponemos que TODOS atendamos al llamado de PARTICIPACIÓN.

CARACAS, VENEZUELA es de TODOS nosotros “Los Peatones”.

Pero….¿Qué pasa con la propuesta Invitación, "Monumento Único al Libertador" ?....y con Los “Peatones Sin Barreras”

1.- ¿Será que es demasiado grande para desarrollarla y no tenemos capacidad?
2.- ¿Será que no tiene sentido económico o no es negocio que la desarrollemos para algunos corruptos?
3.- Mejor aun la  Propuesta Invitación beneficia a todo ser vivo que habita en esta Gran ciudad, ¿O será que no es así?
4.- Mejor aun el Monumento Único al Libertador crearía la humanización de la ciudad de Caracas, ¿O será que no es así?
5- Mucho mejor,  comenzamos a cancelar una deuda moral con nuestro Libertador y demás héroes de la Patria, ¿O estamos equivocados?
6.- Es posible que le manifestemos al mundo que somos ciudadanos y ciudadanas de honor, pero no cumplimos nuestra palabra.
7.- Tal vez sea que los Peatones sin Barreras somos todos y no nos hemos dado cuenta.
8.- Simplemente no tenemos excusas.

Tal vez sean estas las razones para seguir dando largas, lo cierto es que ganamos una batalla LA CARLOTA SERÁ UN PARQUE. …… Es un Hecho…..

Así mismo criticamos el sistema imperial de Estados Unidos, pero la verdad es que ellos reivindicaron sus héroes en el caso de George Washington, construyeron su capital y le pusieron su nombre, los soviéticos construyeron un mausoleo a su creador Lenin. Hasta los cubanos sin recursos económicos construyeron un monumento a su Revolución, así los franceses a su Libertad, pero nosotros queremos olvidar nuestros principios que nos dejo un Hombre que es tan grande como la Libertad, que no podemos hacerle un Monumento para mostrar nuestra grandeza como venezolanos, entonces para qué estudiamos como arquitectos!!!. 

Ahora solo falta GANAR LA GUERRA: “MONUMENTO ÚNICO AL LIBERTADOR”.

Un Peatón sin Barreras

peatones.sin.barreras@gmail.com

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ARGELIA RÍOS: EXTRAÑA PARADOJA

El temor dentro de las filas rojas es inocultable: cuando regrese el mandatario, habrá consecuencias. Algunos pagarán caro el penoso espectáculo de estos días: los tartajeos, los desmentidos, las conspiraciones, que no cesarán hasta que se reduzcan las inquietudes sobre lo que sobrevendría tras una eventual pérdida del poder. 

TEMOR ROJO
El personalismo sobre el que está construida la revolución será objeto de debate: y también las carencias de un elenco que no dio la talla frente a la emergencia, como no la ha dado antes para darle respuestas a tantos problemas pendientes, y como no la dará nunca porque la ineptitud es estructural... 

Lina Ron tenía razón: "después de Chávez, nada": en el mundo revolucionario nadie tiene con qué... El drama es de novela: Con Chávez o sin él al timón, Venezuela es un barco sin rumbo. De nada vale que se le tenga como a un buen capitán, si su marinería adolece de talento y dote. Si el Presidente no ha podido zafarse de sus incompetentes holgazanes en el año más importante para su reelección, es porque nada puede ni podrá hacer: "eso es lo que hay". Esa es "la oferta". 

Nada se mueve en su ausencia. Ha quedado comprobado que la llamada "V República" es tan sólo una definición ambiciosa; un monstruo con pies de barro. Las dolencias del comandante-presidente son las de la revolución. En el ocaso de su vitalidad, Chávez no cuenta con un relevo que mantenga el brillo y el largo plazo del "proceso". 

El poder está en riesgo: el sistema mostró su fragilidad. Trece años después -con todos los recursos Disponibles-, el sistema no ha conseguido consolidarse definitivamente: la tripulación es un desastre sin reemplazo, en cuyas manos el país sólo tiene garantizada la continuidad de la incompetencia. 

El jefe está amarrado a sus enanos: lo que tiene no le sirve ni le servirá. Si ganara las elecciones de 2012, se expondría al riesgo que acabó con Carlos Andrés Pérez, apenas unos días después de su luminosa victoria en 1988. Los síntomas que hemos visto por estos días, reconfirman que el proyecto bolivariano está tan enfermo y envejecido como su líder único. 

Salta a la vista una extraña paradoja: si bien la ausencia de Chávez ha resultado elocuente, a la luz de la precariedad de los timoneles encargados, su enfermedad quedó relegada a un segundo plano. La sala situacional de Miraflores ha tomado nota.

En la calle no se habla con aflicción del padecimiento del comandante, cosa de la que se encargan sus propagandistas. El país ha reaccionado con indiferencia y frialdad: no hay consternación. No se siente la congoja ni la tristeza.

"El tema" son las cárceles y todas las demás dolencias que la sociedad tiene acumuladas por causa de una gestión frente a la cual los propios chavistas comienzan a sentir vergüenza. 

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DAYANA CRISTINA DUZOGLOU LEDO: VENEZUELA PRE INDEPENDENTISTA

“El poder de las dictaduras proviene de la obediencia voluntaria del pueblo que gobiernan, y que cuando la gente desarrolla técnicas para retener ese consentimiento, estos regímenes se derrumban.”
Revisar la historia para descubrir nuestra realidad como ex República es definitivamente un acto de clarificación necesaria para entender la situación que vivimos como sociedad en estos años de oscuridad a los que hemos sido sometidos los venezolanos.

Leyendo la Historia política de Manuel Magallanes sobre las ideas políticas que imperaban en Venezuela antes de la independencia, encontramos muchas respuestas a la actual lucha. Lucha repetida ya que, aunque los demócratas enfrentamos una guerra contra el comunismo, también estamos viviendo una etapa de liberación, ya no del Imperio Español, sino de la dominación Cubana que sin darnos cuenta, gobierna nuestras vidas, violando el derecho a la privacidad de los venezolanos y atentando en contra de la libertad de expresión en Venezuela, un país en donde gracias a Dios, se impone la valentía de los que dicen aun y cuando casos como el del General Usón y Alejandro Peña Esclusa son ejemplos de cómo el hecho de opinar y propagar la verdad puede ser motivo de cárcel para todo ciudadano venezolano que no quiera que en su país se imponga un Socialismo del Siglo XXI monitoreado por el fracasado Castrismo.

Remontándonos a los tiempos en que el “mar de las tinieblas” fue vencido por 27 tomos de lecturas libertarias que penetraron por la Compañía Guipuzcoana en los “Navíos del conocimiento” donde empezaba el Siglo de las luces en la Provincia de Caracas, podemos entender como son la lucha de las ideas y el progresismo los factores más determinantes para vencer la dominación de Monarquías o autocracias y es difícil aceptar que después de 281 años del arribo a La Guaira de los buques San Joaquín,  San Ignacio y Santa Rosa, repletos de víveres y libros, simplemente hemos cambiado de dueños, ahora somos Provincia Cubana y con el agravante que tenemos en nuestras manos instrumentos inimaginables en aquel entonces como para que solo con un click,  “googleando” viendo tv, escuchando radio, twitteando, etc podamos entender que Venezuela es en el Siglo XXI uno de los países peor posicionados en cuanto a libertad económica y de expresión se refieren, por no hablar de la seguridad de inversión y la seguridad de sus ciudadanos.

El Socialismo es el comunismo dijo el “Gran Hermano” pero para mí el Socialismo del Siglo XXI no es más que el caos conveniente para que una cuerda de cuatreros se adueñen de una Patria que tiene como destino ser grande, libre y democrática.

En nuestro Siglo, ideas como las de Gene Sharp (nominado al Premio Nobel de la Paz en el 2009) quien plantea una revolución sin violencia para la consecución de una democracia representativa son tan subversivas que ni siquiera los sectores pro demócratas quieren aceptar que en un país en caos, solo la acción organizada de un pueblo que clama paz es la salida más expedita para la forjación de la Venezuela que todos nos merecemos y que en una democracia llena de vicios pero también de aciertos, ya se asomaba a la modernidad antes de que el Comandante Cubano Hugo Chávez Frias, engañara hasta a los sectores mas ilustrados de nuestro país, vendiendo una izquierda “buena” que según, nos llevaría a ser inclusive mejor que la Venezuela descentralizada que fuimos, mejor que la Venezuela donde se otorgaban becas Mariscal de Ayacucho, superior a la Venezuela en donde se impulsaba la industria nacional y no se le destruía.

Lo más triste de revisar la historia es notar la involución a que nos han llevado  los que promueven la Revolución del populismo, la demagogia y la ignorancia. Lo más esperanzador, es además de rumores de un caudillo enfermo atendido en su verdadera Patria, es quizás entender que así como en los tiempos de Bolívar habían diferentes propuestas independentistas para construir Patria, la esperanza siga en pie, ahora los libertadores tienen otros nombres y aunque son atacados, no tienen miedo porque saben que sus fusiles son plumas, ideas y amor por Venezuela.

Ya no luchamos por no ser una Provincia Española, la lucha se concentra ahora en dejar de ser un Narco Estado Neo comunista y retomar la democracia en donde una industria petrolera digna era la brújula del progreso de una Venezuela que era admirada por ser la democracia más estable de América Latina.

Faltan pocos días para el 5 de Julio e igual que en el Siglo XVIII, Caracas y toda Venezuela vive un momento de agitación extraordinario. Los venezolanos queremos nuestra independencia de vuelta y cada vez menos gente tiene miedo. En los tiempos de Bolívar, un amigo cercano al Libertador llamado Manuel Matos Monserrate exaltado gritaba por las calles de la ciudad: -“Ha llegado el tiempo en que los americanos gocemos de nuestra libertad. Es necesario que salgamos de los españoles y solo quedemos criollos”. 

Manuel Matos Monserrate fue el primer patriota que alzo su voz en público. Pero esto no era un hecho que quedara impune en la Monarquía  absolutista que nos trataron de imponer. Junto con Diego Melo Muñoz e Ignacio Suarez Manrique, quienes lo acompañaban,  Manuel Matos va a parar a la cárcel  y es enjuiciado. Después llegaría a obtener el grado de teniente coronel en los ejércitos del Generalísimo  Miranda en el año de 1812.

Hoy solo nos queda seguir el ejemplo de los que alzaron su voz y gritar a los cuatro vientos que NO queremos ser colonia Cubana, que queremos vivir en esa democracia “progresista” e inclusiva y para todos que nos vendió el “Comandante” Chávez, el héroe de la libertad, el precursor de la Venezuela de los pobres, el que tiene la libertad de expresión como bandera cuando le conviene, el que según, construye una Patria libre aunque muchos pensemos que ha sido solo el Comandante de la destrucción física y moral de una Venezuela llena de esclavos de los Castro, esclavos de la inseguridad y el retraso y víctimas de la siembra de un odio que no es ni ha sido jamás el alimento del alma de un pueblo amable, noble y trabajador.

Y para vivir en esa democracia merecida solo nos queda una lucha por librar, una lucha que consiste en no ceder espacios democráticos, luchar por justas condiciones para poder elegir un Presidente democrático en el 2012 y apoyar solidariamente y con nuestra presencia toda protesta que desenmascare a nuestro Rey Cubano y su flagrante mediocridad para regir los destinos del país.

“Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios.”Simón Bolívar

dduzoglou@gmail.com

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SUHELIS TEJERO PUNTES: EMPRESAS ESTATIZADAS TIENEN UN DÉFICIT FINANCIERO CRÓNICO. FALTA DE RENTABILIDAD PROVOCÓ FRACASO DEL MODELO DE COGESTIÓN

El déficit de recursos ha sido crónico para un grupo de 16 empresas estatales -la mayoría de ellas expropiadas- cuyos casos fueron estudiados por investigadores del Instituto de Estudios Avanzados de Administración (IESA).

Esta situación les ha obligado a depender de subsidios del Gobierno nacional, lo que ha reducido los incentivos para los trabajadores y, por lo tanto, la productividad. Así quedó reflejado en el libro "Gestión en rojo: Evaluación de desempeño de 16 empresas estatales y resultados generales del modelo productivo socialista".

Uno de sus autores, Richard Obuchi, señaló que la forma en que operan estas empresas no es sustentable porque atienden a criterios políticos y la generación de utilidades quedó en un segundo plano.

Las experiencias analizadas fueron las de las empresas Invepal, Inveval, los centrales azucareros Sucre y Trujillo, UPS Pedraza, procesadora de cítricos Roberto Bastardo, Rialca, Cargill, Fama de América, zona industrial de Barquisimeto I, Enlandes, tomatera La Caicareña, centro pesquero Leander Barinas, Venirauto, procesadora de maíz Juana La Avanzadora y la empaquetadora del mismo nombre.

Pero más allá de estas 16 experiencias, los datos macro indican, según detalló Obuchi, que el intento de definir un modelo socialista que permita la independencia económica del país ha sido infructuoso.

En el caso de Invepal, una de las primeras industrias expropiadas, la producción era de 12% de su capacidad instalada en septiembre del año pasado, mientras que un año antes era de 15%. Se proyectaban 30 millones de cuadernos producidos y la realidad apunta más a 5 millones de cuadernos.

Otra de las situaciones más evidentes en Invepal fue el fracaso del modelo de cogestión. Una vez expropiada, la participación de la cooperativa conformada por los trabajadores era de 49% del paquete accionario, mientras que el 51% restante estaba en manos del Estado. Actualmente la participación estatal es de 82,7%, mientras que la cooperativa detenta 17,3% de las acciones.

Cogestión olvidada

El revés en el caso de la cogestión estuvo en este y en otros casos promovido por la falta de incentivos y los bajos resultados financieros de las empresas.

Bárbara Lira, coautora del libro "Gestión en rojo" explicó que la reducción en la participación accionaria de los trabajadores obedeció a que las cooperativas estaban asumiendo deudas insostenibles.

"Eso cambió la percepción de los trabajadores quienes prefirieron convertirse en empleados públicos", dijo.

Pero además, en términos generales la evolución de las nóminas no fue positiva. Lira manifestó que en los mejores casos el número de trabajadores se mantuvo sin mayores cambios, aunque en otros casos se redujo.

Otro de los resultados más desfavorables registrados con las empresas ahora en manos estatales es el de la antigua Lácteos Los Andes, ahora llamada Enlandes. La industria pasó de controlar 35% del mercado cuando fue expropiada a representar un año más tarde alrededor de 2,5% de la demanda de leche líquida nacional.

stejero@eluniversal.comEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA

CARLOS ALBERTO MONTANER: TERCER MUNDO

En España ocurre algo mucho más grave que la intensa crisis económica: la creciente politización de jueces y magistrados. El Tribunal Supremo y el Constitucional andan a la greña. El poder judicial español va adquiriendo los rasgos y el comportamiento del tercer mundo. Es vergonzoso.

ESTADO DE DERECHO
Aunque todavía no llegó al desastre de casi toda América Latina, en donde muchos jueces venden las sentencias. Los poderosos casi nunca son condenados (suele ocurrir en Guatemala o México), o les persiguen por eso mismo, como hacen los países de la Alba. Incluso, en Bolivia, Evo Morales afirmó públicamente que la función de los abogados a su servicio era retorcer las leyes para acomodarlas a cualquier violación reglamentaria que se le ocurriera hacer.

En Colombia, el coronel Alfonso Plaza, en 1985 declarado héroe nacional por liberar a cientos de rehenes y retomar el Palacio de Justicia de las guerrillas —que habían recibido dos millones de dólares de Pablo Escobar para crear una conmoción social que impidiera firmar un tratado de extradición con EE.UU.—, dos décadas después, sin pruebas fehacientes y testimonios fabricados por enemigos ideológicos, resultó condenado a 30 años por “uso excesivo de la fuerza”.

En Venezuela, la víctima más escandalosa de la falsa justicia es el ingeniero Alejandro Peña Esclusa, a quien los jueces hicieron pagar su activismo internacional antichavista fabricándole una ridícula causa por confabulación para cometer actos terroristas, que sirvió para encarcelarlo y tratar de intimidar a la oposición.

No hay nadie más ingenuo y temerario que el político que cree conveniente controlar al poder judicial para perseguir enemigos y legitimar sus trampas. Cuando las tornas cambian y los adversarios de antaño ocupan el gobierno, lo primero que hacen es tomar el sistema judicial para vengarse. Eso explica, en parte, la historia de Ecuador y Nicaragua, su crónica crisis de gobernabilidad.

La democracia liberal —modelo socioeconómico de los países más prósperos— no funciona sin un poder judicial adecuado. Mientras en Latinoamérica no haya justicia imparcial, razonablemente rápida y sin manipulaciones políticas, seguiremos en la frontera de la catástrofe social y la inestabilidad institucional.

Un buen poder judicial comienza en las universidades, con grandes juristas y abogados notables convencidos de que desempeñan un papel clave para la supervivencia de la democracia. Son necesarios, además, jueces probos, competentes, bien remunerados y respetados que apliquen con justicia las leyes que aprueba el parlamento. Todo eso cuesta dinero, tiempo y esfuerzo, pero no puede eludirse. Repetimos, una y otra vez, que nuestro modelo de convivencia está basado en el respeto al Estado de Derecho, pero no acabamos de entender que sin un buen poder judicial todo es inútil.

Artículo de Firmas Press
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JORGE VALÍN: ESPAÑA SÍ ES GRECIA Y NO ES SUECIA

Grecia adeuda ahora mismo más de 350.000 millones de euros. Casi un 160% de su PIB. Y aunque la cifra tendría que dejar sin aliento a cualquiera, su mayor problema es que no puede devolver ni los intereses de esta deuda. La UE lo puede disimular tanto como quiera, y el FMI le puede "obligar" a hacer las medidas correctivas que desee, pero el país está en quiebra. La nefasta gestión de sus gobernantes y el fraude que estos cometieron (entró en la UE falseando sus cuentas entre muchas otras mentiras), han provocado que el país heleno haya entrado en un punto de no retorno.

Su problema se agrava cuando vemos el bochornoso espectáculo de sus ciudadanos. Han sido complacientes durante décadas con el sistema que ahora repudian. Creen que no estamos en crisis, sino ante un robo. Pero a un pobre no se le puede robar porque no tiene nada de valor. Grecia nunca ha sido rica, solo vivía una ilusión de riqueza fundamentado en la deuda y dinero barato a la que ahora no quiere renunciar. Tal sistema de vida es insostenible ya sea a nivel particular, empresarial o de una nación entera.

España es Grecia en este sentido. Los movimientos vistos últimamente del 15-M y Democracia Real Ya, entre otros, muestran el mismo sentir que el de los ciudadanos griegos. El victimismo, las ideas trasnochadas ligadas al hedonismo e irresponsabilidad, y los nulos conocimientos de cómo funciona nuestro sistema fundamentado en el dinero barato y el nefasto sistema de gestión centralizado llamado Estado del Bienestar, nos dan soluciones absurdas para mejorar nuestro presente y futuro.

Suecia pasó por una crisis fiscal en los años 90. Se enfrentaba a la bancarrota o a hacer algo para solucionarlo. Modificó su Estado del Bienestar con privatizaciones, liberalizó su mercado interior y adoptó un sistema donde incluyó la iniciativa privada en la sanidad (el sistema de un solo pagador) y educación (cheque escolar). Está muy lejos de ser un sistema libre, pero tales cambios permitieron al país salir de la crisis.

España se enfrenta a un futuro negro. Por una parte, tenemos a la casta política que es incapaz de tomar medidas realistas y aún piensa en comprar votos para mantener sus privilegios a costa del ciudadano. Por otra parte, tenemos movimientos civiles irresponsables que no saben muy bien lo quieren excepto pedir más socialismo y más Estado Omnipotente. A esto se ha añadido otro actor: la figura fiscalizadora de los mercados internacionales que ya no se fían de ningún país y son extremadamente cautelosos a la hora de colocar sus inversiones. Ya no les sale gratis a los Gobiernos mentir y comprar votos irresponsablemente como hacían antes, pero tampoco saben manejar la situación actual. Todos los políticos del establishment son clientes cautivos de un ciudadano socialmente mal criado y de los exigentes mercados internacionales. Evidentemente los burócratas han tomado la única solución que se podía esperar de ellos: no hacer nada y exprimir las últimas gotas de riqueza que tiene el obseso Estado del Bienestar con más impuestos, multas y creación de funcionarios.

Solo hay una solución real para evitar el desastre, y es hacer una toma de conciencia. El sistema está mal. En Suecia se dieron cuenta a tiempo y eso les salvó momentáneamente. Nuestro estilo de vida va a cambiar de una forma u otra. Téngalo por seguro. Ahora tenemos la oportunidad de decidir si queremos que cambie a peor con más intromisión estatal (estilo Democracia Real Ya y modelo griego) u otorgando más libertad a la sociedad civil con un papel más proactivo en el manejo de la economía. El camino que tomó Suecia solo ha de ser el principio de una larga carrera a la independencia y a la responsabilidad económica y personal. Nuestro bienestar es demasiado importante como para que lo manejen los gobiernos, ya sean del estilo español, griego o sueco.

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LUDWIG VON MISES: LA INVIABILIDAD DEL SOCIALISMO.

Se piensa con frecuencia que si el socialismo actualmente no funciona, ello se debe a que nuestros contemporáneos no poseen aún las necesarias virtudes cívicas, y que los hombres, tal como son actualmente, son incapaces de poner en el desempeño de las tareas que el estado socialista les asigne el mismo celo con que realizan su diario trabajo bajo el signo de la propiedad privada de los medios de producción, pues, en régimen capitalista, saben que es suyo el fruto de su trabajo personal y que sus ingresos aumentan cuanto uno más produce, reduciéndose en caso contrario.

Por el contrario, en un sistema socialista el que personalmente se gane más o menos no depende ya casi de la excelencia del propio trabajo; en efecto, cada miembro de la sociedad tiene teóricamente asignada una determinada cuota de la renta nacional, sin que varíe de forma apreciable por el hecho de que se trabaje con desgana o con ahínco. La gente piensa que la productividad socialista ha de ser por fuerza inferior a la de la comunidad capitalista.

Así es, en efecto. pero no es éste el fondo de la cuestión. Si fuera posible en la sociedad socialista cifrar la productividad del trabajo de cada camarada con la misma precisión con que se puede conocer, mediante el cálculo económico, la del trabajador en el mercado, podría hacerse funcionar el socialismo sin que la buena o mala fe del individuo en su actividad productiva tuviera que preocupar a nadie. Podría entonces la comunidad socialista determinar qué cuota de la producción total corresponde a cada trabajador y, consiguientemente, cifrar la cuantía en que cada uno ha contribuido a ella. El que en una sociedad colectivista no sea posible efectuar semejante cálculo es lo único que, al final, hace que el socialismo sea inviable.

La cuenta de pérdidas y ganancias, instrumento típico del régimen capitalista, es un claro indicativo de si, dadas las circunstancias del momento, se debe o no seguir adelante con todas y cada una de las operaciones en curso; en otras palabras, si se está administrando, empresa por empresa, del modo más económico posible, es decir, si se está consumiendo la menor cantidad posible de factores de producción. Si un negocio arroja pérdidas, ello significa que las materias primas, los productos semielaborados y los distintos tipos de trabajo en él empleados deberían dedicarse a otros cometidos, en los que se produzcan o bien mercancías distintas, que los consumidores valoran en más y estiman más urgentes, o bien idénticos productos, pero con arreglo a un método más económico, o sea, con menor inversión de capital y trabajo. por ejemplo, cuando el tejer manualmente dejó de ser rentable, ello no indicaba sino que el capital y el trabajo invertido en las instalaciones de tejido mecánico eran más productivos, por lo que era antieconómico mantener instalaciones en las que una misma inversión de capital y trabajo producía menos.

En el mismo sentido, bajo el régimen capitalista, si se trata de montar una nueva empresa, fácilmente se puede calcular de antemano su rentabilidad. Supongamos que se proyecta un nuevo ferrocarril; cifrado el tráfico previsto y las tarifas que aquél puede soportar, no es difícil averiguar si resultará o no beneficiosa la necesaria inversión de capital y trabajo. Cuando ese cálculo nos dice que el proyectado ferrocarril no va a producir beneficios, hay que concluir que existen otras actividades sociales que reclaman con mayor urgencia el capital y el trabajo en cuestión; en otras palabras, que todavía no somos lo suficientemente ricos como para efectuar tal inversión ferroviaria. El cálculo de valor y rentabilidad no sólo sirve para averiguar si una determinada operación futura será o no conveniente; ilustra además acerca de cómo funcionan, en cada instante, todas y cada una de las divisiones de las diferentes empresas.

El cálculo económico capitalista, sin el cual resulta imposible ordenar racionalmente la producción, se basa en cifras monetarias. El que los precios de los bienes y servicios se expresen en términos dinerarios permite que, pese a la heterogeneidad de aquéllos, puedan todos, al amparo del mercado, ser manejados como unidades homogéneas. En una sociedad socialista, donde los medios de producción son propiedad de la colectividad y donde, consecuentemente, no existe el mercado ni hay intercambio alguno de bienes y servicios productivos, resulta imposible que aparezcan precios para los aludidos factores denominados de orden superior. El sistema no puede, por tanto, planificar racionalmente, al serle imposible recurrir a un cálculo que sólo puede practicarse recurriendo a un cierto denominador común al que pueda reducirse la inaprehensible heterogeneidad de los innumerables bienes y servicios productivos disponibles.

Contemplemos un sencillo supuesto. Para construir un ferrocarril que una el punto A con el punto B, cabe seguir diversas rutas, pues existe una montaña que separa A de B. La línea ferroviaria podría ascender por encima del accidente orográfico, contornear el mismo o atravesarlo mediante un túnel. Es fácil decidir, en una sociedad capitalista, cuál de las tres soluciones sea la procedente.

Se cifra el costo de las diferentes líneas y el importe del tráfico previsible. Conocidas tales sumas, no es difícil deducir qué proyecto es el más rentable. Una sociedad socialista, en cambio, no puede efectuar un calculo tan sencillo, pues es incapaz de reducir a unidad de medida uniforme las heterogéneas cantidades de bienes y servicios que es preciso tomar en consideración para resolver el problema. La sociedad socialista está desarmada ante esos problemas corrientes, de todos los días, que cualquier administración económica suscita. Al final, no podría ni siquiera llevar sus propias cuentas.

El capitalismo ha aumentado la producción de forma tan impresionante que ha conseguido dotar de medios de vida a una población como nunca se había conocido; pero, nótese bien, ello se consiguió a base de implantar sistemas productivos de una dilación temporal cada vez mayor, lo cual sólo es posible al amparo del calculo económico. Y el cálculo económico es, precisamente, lo que no puede practicar el orden socialista. Los teóricos del socialismo han querido, infructuosamente, hallar fórmulas para regular económicamente su sistema, prescindiendo del cálculo monetario y de los precios. Pero en tal intento han fracasado lamentablemente.
Los dirigentes de la ideal sociedad socialista tendrían que enfrentarse a un problema imposible de resolver, pues no podrían decidir, entre los innumerables procedimientos admisibles, cuál sería el más racional. El consiguiente caos económico acabaría, de modo rápido e inevitable, en un universal empobrecimiento, volviéndose a aquellas primitivas situaciones que, por desgracia, ya conocieron nuestros antepasados.

El ideal socialista, llevado a su conclusión lógica, desemboca en un orden social bajo el cual el pueblo, en su conjunto, sería propietario de la totalidad de los factores productivos existentes. La producción estaría, pues, enteramente en manos del gobierno, único centro de poder social. La administración, por sí y ante sí, habría de determinar qué y cómo debe producirse y de qué modo conviene distribuir los distintos artículos de consumo. Poco importa que este imaginario estado socialista del futuro nos lo representemos bajo forma política democrática o cualquier otra. Porque aun una imaginaria democracia socialista tendría que ser forzosamente un estado burocrático centralizado en el que todos (aparte de los máximos cargos políticos) habrían de aceptar dócilmente los mandatos de la autoridad suprema, independientemente de que, como votantes, hubieran, en cierto modo, designado al gobernante.

Las empresas estatales, por grandes que sean, es decir, las que a lo largo de las últimas décadas hemos visto aparecer en Europa, particularmente en Alemania y Rusia, no tropiezan con el problema socialista al que aludimos, pues todavía operan en un entorno de propiedad privada. En efecto, comercian con sociedades creadas y administradas por capitalistas, recibiendo de estas indicaciones y estímulos que su propia actuación ordenan. Los ferrocarriles públicos, por ejemplo, tienen suministradores que les procuran locomotoras, coches, instalaciones de señalización y equipos, mecanismos todos ellos que han demostrado su utilidad en empresas de propiedad privada. Los ferrocarriles públicos, por tanto, procuran estar siempre al día tanto en la tecnología como en los métodos de administración.

Es bien sabido que las empresas nacionalizadas y municipalizadas suelen fracasar; son caras e ineficientes y, para que no quiebren, es preciso financiarlas mediante subsidios que paga el contribuyente.
Desde luego, cuando una empresa pública ocupa una posición monopolista —como normalmente es el caso de los transportes urbanos y las plantas de energía eléctrica— su pobre eficiencia puede enmascararse, resultando entonces menos visible el fallo financiero que suponen. En tales casos, es posible que dichas entidades, haciendo uso de la posibilidad monopolista, amparada por la administración, eleven los precios y resulten aparentemente rentables, no obstante su desafortunada gerencia. En tales supuestos, aparece de modo distinto la baja productividad del socialismo, por lo que resulta un poco más difícil advertirla. Pero, en el fondo, todo es lo mismo.

Ninguna de las mencionadas experiencias socializantes sirve para advertir cuáles serían las consecuencias de la real plasmación del ideal socialista, o sea, la efectiva propiedad colectiva de todos los medios de producción. En la futura sociedad socialista omnicomprensiva, donde no habrá entidades privadas operando libremente al lado de las estatales, el correspondiente consejo planificador carecerá de esa guía que, para la economía entera, procuran el mercado y los precios mercantiles. En el mercado, donde todos los bienes y servicios son objeto de transacción, cabe establecer, en términos monetarios, razones de intercambio para todo cuando es objeto de compraventa. Resulta así posible, bajo un orden social basado en la propiedad privada, recurrir al cálculo económico para averiguar el resultado positivo o negativo de la actividad económica de que se trate. En tales supuestos, se puede enjuiciar la utilidad social de cualquier transacción a través del correspondiente sistema contable y de imputación de costos. Más adelante veremos por qué las empresas públicas no pueden servirse de la contabilización en el mismo grado en que la aprovechan las empresas privadas. 

El cálculo monetario, no obstante, mientras subsista, ilustra incluso a las empresas estatales y municipales, permitiéndoles conocer el éxito o el fracaso de su gestión. Esto, en cambio, sería impensable en una economía enteramente socialista no podrían jamás reducir a común denominador los costos de producción de la heterogénea multitud de mercancías cuya fabricación programaran.

Esta dificultad no puede resolverse a base de contabilizar ingresos en especie contra gastos en especie, pues no es posible calcular más que reduciendo a común denominador horas de trabajo de diversas clases, hierro, carbón, materiales de construcción de todo tipo, máquinas y restantes bienes empleados en la producción. Sólo es posible el cálculo cuando se puede expresar en términos monetarios los múltiples factores productivos empleados. Naturalmente, el cálculo monetario tiene sus fallos y deficiencias; lo que sucede es que no sabemos con qué sustituirlo. En la práctica, el sistema funciona siempre y cuando el gobierno no manipule el valor del signo monetario; y, sin cálculo, no es posible la computación económica.

He aquí por qué el orden socialista resulta inviable; en efecto, tiene que renunciar a esa intelectual división del trabajo que mediante la cooperación de empresarios, capitalistas y trabajadores, tanto en su calidad de productores como de consumidores, permite la aparición de precios para cuantos bienes son objeto de contratación. Sin tal mecanismo, es decir, sin cálculo, la racionalidad económica se evapora y desaparece.

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