CON LA EXPROPIACIÓN DE TIERRAS Y VIVIENDAS, SERÁN USUARIOS Y NO PROPIETARIOS. ALEXANDER GUERRERO
EL FIN DE LA CLASE MEDIA, LAS CLASES MEDIAS, VIVIENDA Y EL AHORRO.
Para vastos sectores sociales poseer una vivienda, además de satisfacer una necesidad básica, constituye simultáneamente una inversión familiar realizada también sobre el supuesto que en condiciones normales, en el tiempo, constituye una protección del patrimonio familiar, y siendo un activo “real” es muy probable que los efectos de la inflación y la depreciación de la moneda, ceteris paribus, estarían cubiertos con la adquisición de un activo in mobiliario, sea como vivienda principal o como ahorro permanente previsional.
Así sido tradicional en Venezuela, salvo algunos años en medio de circunstancias extraordinarias, invertir en una vivienda también podría ser una decisión no óptima, que en última instancia destruya parte del capital familiar e individual, sobre todo porque el marco jurídico y regulatorio de ese mercado inmobiliario evita que la inversión fluya libremente al mismo tiempo que permita satisfacer esas necesidades básicas. En condiciones “normales”, nada más lógico para el ahorro familiar que comprar una vivienda para vivir y cubrir la depredación del ahorro familiar esencialmente aquella producida por malas políticas económicas y malos gobiernos por inflación y envilecimiento de la moneda.
VIVIENDA PRINCIPAL Y BALANCE FAMILIAR
Ese ha sido, palabras más o menos, la lógica de la inversión en viviendas por parte de los sectores medios. El venezolano y su familia disponían así de un capital en un activo real en su balance personal y familiar, el cual le permitía al mismo tiempo apalancarse financieramente en la medida que las obligaciones hipotecarias derivadas de la adquisición de la vivienda fuesen canceladas, -un promedio de 10 años. Para otros, en una inversión para sus hijos como vivienda principal o como mecanismo de cobertura y protección frente a la inflación y a la depredación del bolívar; ese comportamiento económico y financiero hizo que a todo evento en el balance familiar o individual, el activo de mayor valor es -o era- la vivienda.
Y como acotamos arriba, el mercado respondía rápidamente –cuando los gobiernos lo permitían- a esas preferencias de las familias y se organizaba desde la autopromoción programada urbanizando y construyendo, desde la auto-construcción, hasta la producción masiva de viviendas por promotores y urbanizadores privados y cuya obligación social y económica comenzaba precisamente con la adquisición de tierras urbanas y urbanizables para construir la oferta habitacional privada. Así con grandes economías de escala se construyeron cientos de miles de viviendas en urbanizaciones por todo el país. Las cosas, sin embargo, han comenzado a cambiar ahora que la revolución busca apoderarse del mercado de vivienda para los sectores medios, y ha comenzado expropiando tierras urbanas y viviendas construidas eliminado los mecanismos naturales de arbitraje entre urbanizadores y compradores. Ese proceso parece terminar, con la razzia comunista que comienza estatizando tierras urbanas y viviendas terminadas.
DUEÑO DE LA VIVIENDA O USUARIO O INQUILINO DEL ESTADO
El paquete revolucionario nos trae entonces el fin del mercado sobre las tierra urbanas, apunta a su estatificación y traza rápidamente su regulación, de manera simétrica a como se estatizan las llamadas tierras agrarias donde las cartas agrarias eliminaron la propiedad privada sobre tierras cultivables. En este caso de tierras urbanas y viviendas, el usuario de la vivienda –su comprador- no tiene por qué ser dueño la tierra o parcela o propiedad horizontal, sino usuario de la vivienda como existe en Cuba, por ejemplo. Así, las leyes y la violencia política de la revolución le arrebata a los ciudadanos su país para ponerlo al servicios de intereses políticos y mercantiles auspiciados por la revolución. Aunque a la gente le ha costado aprender ese proceso, nunca lo creyó, ahora le está tocando aprenderlo en la piel.
Las expropiaciones de esas tierras urbanizables y en construcción, y que son decisiones arbitrarias e ilegales del gobierno encierran un fenómeno aún más perverso: empobrecer y descapitalizar a los sectores medios, dado que el derrumbe del marco jurídico dispuesto para defender la propiedad privada –vivienda- de terceros, y particularmente del Estado, afecta severamente el mercado a través de un proceso de depredación y envilecimiento de los precios de las viviendas. Política y socialmente hablando, el gobierno buscaría también inmovilizar la reacción política y social de la gente hasta hacerla parte del régimen de servidumbre que se ha venido estableciendo para atender las necesidades de los venezolanos menos favorecidos en el reparto del ingreso nacional.
LANGUIDECE EL MERCADO INMOBILIARIO
De esta manera, la depredación de los precios producida por las expropiaciones de tierras urbanas y urbanizadas y por la sobrerregulación del mercado de viviendas con leyes restrictivas a la compra-venta de viviendas y otros activos inmobiliarios –vía precios- y otras regulaciones, traerá como consecuencia la depredación de precios acotada anteriormente, por el alza insoportable económico y financiero de los costos de transacción que hacen penoso ventas y la realización de las inversiones en vivienda. Todo funcionaria como un entorno para el empobrecimiento dado que esos activos en el balance personal y familiar se descapitalizarían y desvalorizarían.
La señal que se envía es que el Estado se apodera ahora de la urbanización y construcción de viviendas para todos los estratos medios y es una mala noticia, porque la demanda por viviendas no la podrá satisfacer un Estado corrupto e ineficiente, y mucho menos ahora como urbanizador y constructor. A manera de ejemplo veamos que en estos once años de revolución el Estado y el gobierno no han podido construido ni la cuarta parte de las viviendas construidas por el sector privado. Ello muestra la debacle que se avizora en el mercado de viviendas ahora que el Estado busca también en este sector de la economía desplazar al sector privado.
RECOJAN LOS VIDRIOS. RAFAEL BELLO
¡Es, Usted, un cobarde! En un país donde la democracia se viste de sombras y donde cualquier comentario puede ser visto como un delito, me permito hacer llegar mis opiniones y comentarios, aunque le confieso que nunca pensé que llegaría a expresarme de esta forma, porque al ser un demócrata y respetar profundamente la institución del voto, respeto la legitimidad con la que fue electo y reelecto presidente de nuestro país. Sin embargo, son muchas las razones que me motivan a escribirle en este momento, ya que he visto que esa fuerza y valentía de la que se jactaba cuando recién había llegado al poder, se viene debilitando indefectiblemente.
Usted se ha dedicado a expropiar y destruir, es decir, decidió tomar el camino más fácil de todos. Comprobó que no hay más excusas para tapar que el sistema que propone es un fracaso, pero aún así está empeñado en aplicar la fuerza y el poder para hacer daño y no para generar las transformaciones y revoluciones que necesitamos. Usted quiere dejarnos un país destruido porque cree que no seremos capaces de resistir y recuperarlo, pero se equivoca. Aquí hay gente, ganas y capacidad de sobra para salir adelante.
Presidente, usted no tiene la valentía de expropiar directamente a Empresas Polar, por eso ha asumido la cobarde actitud de hacer expropiaciones indirectas que la afecten directamente; Agroisleña y Owens Illinois son una muestra fehaciente de ello. ¿Dónde quedaron esas ínfulas de militar todopoderoso? ¿Sus cálculos políticos no le dan para expropiar a Empresas Polar? ¿Le cuesta creer que una familia y una filosofía de vida tengan años haciendo historia en este país y mereciendo el respeto de millones de venezolanos? Así como usted nos reta a quienes le adversamos políticamente para que convoquemos un referéndum revocatorio, de esa forma me permito retarle a que asuma el reto de expropiar a Empresas Polar y comprometer aún más la soberanía alimentaria de todos los venezolanos. ¡Hágalo, demuestre con hechos que realmente no le tiembla el pulso!
Finalmente, debemos entender que detrás de cada expropiación hay un cálculo del “costo político” de nosotros depende que no se sigan dando. Tenemos que aumentar ese “costo”. Las expropiaciones y violaciones a la propiedad privada no pueden seguir pasando sin generar una respuesta ciudadana.
Me despido diciéndole que recogeremos los vidrios y fundiremos más botellas y envases que llenaremos de nuestro espíritu de democracia, progreso y libertad, eso lo puede tener por seguro.
QUE LA SUMA DE MUCHOS NO SEA IGUAL A UNO. YONNY GALINDO
Jorge Larrosa construyó un ejercicio exploratorio de las categorías de alteridad y pluralidad, desde el punto de vista del pensamiento en la educación, que consiste en la suma de uno más uno (pluralidad) igual a otro (alteridad). Tomando estudios y meditaciones tanto de Arendt como de Lévinas, parte el filósofo madrileño de las nociones de fecundidad y natalidad articuladas con la educación, toda vez que ellas generan una figura del porvenir, asociada a nuestra relación con el hombre por-venir, con la palabra por-venir y con el tiempo por-venir. Para Larrosa las categorías de alteridad y pluralidad son las condicionantes que posibilitan una educación con la figura del porvenir, alejada de todo sueño totalitario, sea este conservador o revolucionario, distante de la idea de construcción de un futuro, que en nada lo es, a través de la fabricación de un hombre nuevo, que tampoco en nada lo será, que lo encarne. Se trata de pensar la educación con la idea de un porvenir nuevo y quizás imprevisible, porque ese que va a nacer, engendrado de la educación, tiene que ser siempre otro; al que no puede configurársele a imagen y semejanza de nadie porque dejaría de ser sujeto nuevo naciente, para convertírsele en objeto de un supremo sujeto viejo.
Educar es trabajar para un futuro que no será nuestro futuro, abrir un tiempo que no será nuestro tiempo; es un nuevo nacimiento; es abrirle una brecha a estos lugares para que caminen y hallen otros espacios. Para lograrlo hay que darles una palabra que, aunque venga de nosotros no será esa, precisamente, la que le quede como última palabra. Es así y no de otra manera como tendrá lugar desde la educación un nuevo nacimiento. Otra importante de resaltar en este trabajo de Larrosa es la idea de la educación unida a la condición humana de la diferencia y la singularidad del ser. No hay educación auténtica si el producto resultante no refleja la pluralidad, puesto que el hombre se humaniza sólo cuando alcanza su diferencia y su singularidad, insertándose de una forma dialógica en un mundo constituido por diferencias y singularidades.
En ese sentido la noción de natalidad, nos da a leer la posibilidad de que la educación desove la pluralidad. Y la escuela, cabeza de playa, en el espacio de lo público es donde se asoma la vida como comienzo de lo nuevo. La pluralidad sería, entonces, acción recursiva, causa y efecto que puesta en escena educativa se traduce en formación en y para una cultura de la libertad. Por lo que la filosofía de la natalidad se centra en la educación como vía para pensar la acción formativa de lo nu Cuando se dice, desde las esferas gubernamentales, que la transformación curricular de escuelas y liceos bolivarianos busca combatir el individualismo para construir la mujer nueva y el hombre nuevo, nos vienen las dudas, los temores, no vaya a ser que, en nombre de una colectivización lo que se logre sea castrar la singularidad torciéndole el cuello al “yo”. Y si el referente ético de ese nuevo ciudadano es ese señor de la noche que conduce el programa “La hojilla”, es como para entrar en pánico, o cuando leemos los nuevos documentos que registran los nacimientos de nuevos venezolanos donde se concluye que los hijos son de la patria, o cuando oímos a un recién electo diputado, muy joven él, y es lo que más mortifica, vanagloriarse de su condición de foca, también nos corre un escalofrío visceral, porque si es como se deja entender, desde esta dialéctica revolucionaria, que la patria es “yo el supremo” entonces, todos nuestros hijos, nietos, bisnietos y tataranietos se repetirán en el yo que no es su yo, sino el del supremo.