"Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado". Es esta la tercera acepción, de naturaleza propiamente ética, que le atribuye el diccionario de la Real Academia Española al término responsabilidad.
Basado en esto he querido construir un planteamiento político, que si no original resultará probablemente inusual. Es el caso, que en Venezuela desde inicios de esta tiranía socialista nuestra dirigencia demócrata persiste en la tesis (grave error a mi criterio) de eximir la responsabilidad a quienes con su trabajo de una u otra manera sostienen al régimen del teniente coronel Hugo Chávez.
Se entiende que esta dirigencia demócrata, profunda y reiteradamente humillada por la mediocridad gobernante, mantiene tal postura producto del populismo y el clientelismo heredados de los tiempos de la democracia representativa.
Tales perversiones políticas, constituyen por cierto parte integrante de la praxis socialista, que entiende a los pueblos como un conglomerado de personas a ser despojados de toda manifestación de libertad individual incluida la de pensamiento, para a cambio prodigarles lo esencial a la supervivencia humana, garantizando así el mantenimiento del socialismo en gobierno. Cuba, isla cárcel y Corea del Norte, con su amenaza permanente de guerra nuclear a cambio de alimentos occidentales, constituyen emblema.
De tal manera, que nuestra dirigencia demócrata en virtud de ese filo-socialismo que le resulta imposible ocultar, se esmera en congraciarse con ese universo de aproximadamente 4 millones de compatriotas (14,5% de la población venezolana) que libremente han decidido convertirse en asalariados de una tiranía, bajo las distintas modalidades contempladas en el derecho público, entiéndase: Cargos de elección popular, los de libre nombramiento y remoción, los contratados y contratadas, los obreros y obreras, los funcionarios y funcionarias de carrera administrativa, militares incluidos.
Resulta, que en virtud de tal conducta, perfectamente calificable en términos políticos como colaboracionismo en pro de un régimen notoriamente contrario a la Carta Magna, los precitados asalariados conforman la columna vertebral de una dictadura, con precisión su principal sostén.
En tanto, los restantes 23 millones y medio (85%), nos vemos obligados a ganarnos el sustento diario en las condiciones adversas que el socialismo impone, entre otras: La más alta inflación del continente americano durante los últimos 3 años, según las cifras recopiladas por la firma financiera de Gustavo Rojas. Un nivel de corrupción administrativa que de acuerdo con los estudios de "Transparencia Internacional" colocan a Venezuela en uno de los últimos lugares en el mundo, compartiendo ese cuadro con países como Burundi, Guinea, Haití, Irán, Sudán, Afganistán y Somalia. Aunado a un índice de violencia que podemos resumir en 19.133 asesinatos registrados en Venezuela, que ubica la tasa de homicidios del país en "75 por cada 100.000 habitantes", también la más alta de América, conforme al estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y titulado "Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Ciudadana"; informe de 279 páginas, realizado entre agosto y noviembre pasados a pedido de la Vicepresidencia Ejecutiva.
De lo anterior resulta evidente, que la mayoría de los venezolanos estamos siendo "estrangulados" social, política y económicamente por un socialismo gobernante que emplea para ello a una minoría colaboracionista de asalariados. Ante ello, nuestra dirigencia demócrata se resiste a desechar la precitada postura de encubrimiento para con estos compatriotas, la que durante 11 años lejos de arrojar resultados positivos para nuestra lucha por la restauración constitucional, ha provocado un mayor rigor por parte de la tiranía, que tiende a restringir en mayor medida los derechos políticos de sus asalariados. Mientras en simultáneo, avanza la demolición del sector privado de la economía, cuya final concreción acarrearía el que todos los demócratas venezolanos pasemos a ser o bien prisioneros en nuestro propio país o en su defecto exiliados.
Es necesario que ese 85% de venezolanos, sobremanera nuestra dirigencia demócrata, le haga entender a esa minoría de compatriotas asalariados, la naturaleza reprochable y perniciosa de su conducta en apoyo a una tiranía que en modo alguno les sustraerá a los horrores de la esclavitud socialista, muy por el contrario, facilitan con ello el que todos los demás degrademos pronto hacia tales miserias. Cada quien asuma su personal responsabilidad, que la Patria en su momento nos lo demandará. ORA y LABORA.