miércoles, 23 de junio de 2010

EL GOBIERNO TIENE MAS DE 10 MILLONES DE HECTÁREAS ABANDONADAS.- RED POR LA DEFENSA AL TRABAJO, LA PROPIEDAD Y LA CONSTITUCIÓN

Cuando analizamos la situación de las grandes extensiones de tierras pertenecientes al estado, nos encontramos que las mismas están abandonadas y sin ningún tipo de actividad productiva significativa. Las comunidades indígenas o campesinas que en ellas se encuentran. carecen de apoyo gubernamental y no existen en estas tierras algunos de los proyectos tantas veces anunciados por voceros oficiales, en cuanto a agricultura y cría se refiere.

Estas tierras son las de mejor calidad para cultivos de maíz, arroz , soya, cana de azúcar, sorgo, caraota, entre otros y su capacidad para la cría de ganado y granjas para producir pollos y cerdos es óptima. Estas grandes extensiones se encuentran ubicadas alrededor del rió Orinoco y en los estados Delta Amacuro, Monagas, Anzoátegui, Guarico. Cojedes, Portuguesa, Barinas, Apure y parte del norte de Bolívar.

Existen a parte de estas tierras unos 90 asentamientos campesinos en otras zonas del país en iguales condiciones de abandono lo cual nos indica que aquí no se produce por que el gobierno no tiene interés en poner a producir sus tierras y toma las privadas para que sigan el mismo destino de las publicas.

Esta demostrado que el objetivo del gobierno es acabar con lo privado tomando como excusa que son improductivas y se necesitan para mejorar la producción, lo cual no es verdad ya que el gobierno tiene tierras para producir todas las necesidades de alimentos de los Venezolanos y podemos también exportar y darle fuentes de ingresos a esos mas de dos millones de indígenas y campesinos que están abandonados a su suerte por este gobierno.

Vicente Brito
Presidente

Raúl Amiel
raulamiel@gmail.com
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LA PLANIFICACIÓN CENTRAL: UN ABSURDO, JOSÉ GUERRA.

Está el presidente Chávez empeñado en copiar todo lo que fracasó de las experiencias del socialismo real. Expropiaciones, estatizaciones y confiscaciones de la propiedad privada marcan el rumbo hacia una economía manejada por el Estado, de forma tal que se conformen monopolios estatales, que procuren producir bienes y proveer servicios.

Fue promulgada en junio de 2007 la ley que creó la Comisión Central de Planificación con el objeto de emular lo que fue el Gosplan, Comité Estatal de Planificación Ruso, creado a instancia de Lenin en febrero de 1922 o la Junta Central de Planificación (Juceplan) cubana, erigida desde los años sesenta.

El principio de la planificación central es muy simple y a la vez absurdo y se explica como sigue: se sustituye la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad del Estado y en lugar de seguir los lineamientos de muchos consumidores y productores que resuelven qué consumir y qué producir, una burocracia enquistada en el poder, desde una oficina, decide aspectos fundamentales de la economía y de la vida de la gente. Esa junta o comité planificador comienza su trabajo, siempre hablando en nombre del pueblo, interpretando los deseos de los consumidores y asignando los recursos productivos para un fin o para otro.
Así, se le asigna cuotas de producción a diferentes sectores que en teoría deberían ser de estricto cumplimiento. Los soviéticos trataron de planificar centralmente la economía mediante sofisticados modelos económicos y acabaron en un fracaso total, con más razón una burocracia inepta y corrompida como la que gobierna a Venezuela.

Diversos teóricos del socialismo trataron infructuosamente de darle cierta racionalidad a la planificación central, desde el italiano Enrico Barone hasta el polaco Oskar Lange, dos genios de la economía, quienes se convencieron de la imposibilidad lógica de la planificación centralizada y el socialismo, a pesar de sus altos quilates de su formación matemática. Asumieron finalmente que no se trata de un problema cuantitativo sino de simple lógica: el planificador central por muy informado que esté no puede conocer las preferencias de los consumidores y de allí su fracaso.

La planificación central al despreciar a los precios como referencia para asignar recursos escasos a la producción de bienes y servicios y sustituirlos por lo que el burócrata piensa que quieren y desean los consumidores, engendra la semilla de su decepción.

De decidir cómo asignar recursos financieros a la elaboración de bienes pasa los burócratas a fijar cuántas horas de trabajo debe dedicar los obreros y empleados a determinadas actividades y el más complejo, cuánto devengarán esos trabajadores.

Como puede apreciarse, se estructura un súper poder en manos de una camarilla y de allí, de acumular en sus manos decisiones fundamentales a la tiranía, es un solo paso. Por esa razón todas las economías centralmente planificadas degeneraron en regimenes despóticos.

De esta manera la acción miles de seres humanos que producen y consumen se sustituye por un comando que intenta coordinar las acciones todos los aspectos de la vida humana mediante la imposición desde arriba de directrices que la gran mayoría de las veces tropieza con las aspiraciones de a quienes van dirigidas tales directrices.

Por tanto, la planificación central es un sistema de coacción impuesto a la sociedad por una elite burocrática.

En consecuencia, los individuos, sean estos consumidores o productores son impedidos de ejercer libremente sus actividades que mejor puedan hacer.

Disponer por parte un comité planificador toda la información dispersa de los consumidores es literalmente imposible, de allí el impedimento lógico de que el ente planificador pueda contar con todos los datos, cifras e información necesarios para planificar una economía de modo centralizado.

No se trata exclusivamente de volumen de información disperso sino del hecho de que no se puede articular debido a su diversidad. Por esta razón, el socialismo nunca pudo innovar y perdió la carrera contra la economía de mercado en la medida en que no captó todo el potencial y la motivación de miles de productores que existen en una economía.

Una consecuencia de la planificación central es la desaparición del dinero por cuanto ya los precios dejarían de tener alguna razón de ser como indicativo del valor de los bienes. Aquí radica la obsesión del presidente de liquidar al mercado y al dinero y sustituirlo por mondas comunales o por el trueque.

Como argumenta Jesús Huerta de Soto: “El socialismo es un error intelectual porque no es teóricamente posible que el órgano encargado de ejercer la agresión institucional disponga de la información suficiente como para dar un contenido coordinador a sus mandatos”.
La planificación central causó verdaderas tragedias económicas. Una de ellas fue la escasez crónica: al no obedecer al mercado unas veces se producía en exceso y la mayoría de las veces de manera insuficiente. Píense un instante en la inmensa cantidad de bienes y de servicios que hay en una economía y cómo un burócrata desde una oficina en la capital de un país puede hacer para gestionar eficientemente la producción de los bienes y de los insumos para producir esos bienes. Pero lo más difícil de todo, es cómo asignar precios a esos bienes o servicios.

Ello se trató de hacer mediante el cálculo de las horas de trabajo pero se encontró con una barrera infranqueable: los diferentes tipos de trabajos y las calificaciones de los trabajadores que determinaban diversas remuneraciones.. Misión imposible, pues, la planificación central en que está embarcado el gobierno. Si como criterio de planificación se juzga la importación de alimentos que hizo PDVAL, habrá que imaginar la catástrofe que se causaría si ese ejemplo es replicado a toda una economía.
joguerra@gmail.com
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SEGURIDAD DEMOCRÁTICA Y PROSPERIDAD DEMOCRÁTICA, ADOLFO R. TAYLHARDAT (CASO COLOMBIA)

Cuando escribo este artículo, domingo 20 de junio, se acaba de completar el escrutinio de la elección presidencial colombiana confirmando el triunfo de Juan Manuel Santos con el 69 % del total de los votos, la votación más alta lograda por un candidato presidencial en toda la historia de Colombia.

El triunfo aplastante de Santos no ha sorprendido porque desde la primera vuelta, cuando logró imponerse con un amplio margen sobre todos los demás candidatos - a pesar de que las encuestas vaticinaban un final de fotografía - era un hecho que el nuevo presidente de Colombia sería él.

Quizás la única sorpresa de esta gesta electoral colombiana es la rapidez con que se efectuó el escrutinio y se conoció el resultado definitivo de la elección. Apenas dos horas después de haberse cerrado la última mesa electoral ya se había contabilizado el total de los votos y se confirmaba el triunfo de Juan Manuel Santos.

Esto último es una gran lección para cualquier país, pero sobre todo para el nuestro y particularmente para Consejo Nacional Electoral que se vanagloria de que el sistema electoral venezolano es el más perfecto y eficiente del mundo cuando sabemos perfectamente que no es así. Podrá ser el más moderno porque es totalmente electrónico, pero no puede ser calificado de eficiente un sistema en el cual después de meses, y en algunos casos de años, todavía no se conocen los resultados definitivos de algunos eventos comiciales realizados en el pasado.

Pero igualmente importante al triunfo de Juan Manuel Santos es el discurso que pronunció después de conocido el resultado de la votación. Fue un discurso lleno de optimismo por el futuro de Colombia en el cual ofreció que, además de continuar con la política de seguridad democrática del presidente Uribe, emprenderá una política de prosperidad democrática para asegurarle a los colombianos mejores y más dignas condiciones de vida, para brindarle a todos salud, educación de calidad, vivienda digna y oportunidades para todos.

Fue un discurso en el cual prevaleció la consigna de la unidad nacional. “Los colombianos votaron para apoyar un mensaje de unidad y yo lo recojo. A partir de este momento soy el presidente electo de todos los colombianos, de todos los que me apoyaron y también de los que no me apoyaron. Soy y seré el presidente de la unidad nacional", dijo. Reiteró su propósito de concertar un acuerdo de unidad nacional para consolidar la seguridad democrática, para fortalecer la seguridad en las ciudades, para el buen gobierno y para combatir la corrupción y la impunidad.

Como presidente electo de Colombia reiteró lo que había sostenido durante la campaña electoral: que las relaciones de su gobierno con los países vecinos se desenvolverán teniendo como eje la diplomacia y el respeto. “En las relaciones conflictivas hay dos alternativas: mirar el pasado o abrir caminos de cooperación. Los invito a abrir caminos por el bien de nuestros pueblos".

"Quiero enviar un mensaje a la comunidad internacional, todos los países del mundo y sobre todo los de la región: pueden estar seguros de que mi gobierno encontrarán un aliado y un socio comprometido con impulsar el desarrollo y la calidad de vida de nuestra gente. Podemos ayudarnos mutuamente para crear las oportunidades que nuestros pueblos necesitan. Aspiro a trabajar de la mano con los países vecinos en una agenda conjunta de integración en todos los frentes”

Ojalá el teniente coronel presidente acepte esa rama de olivo que le ofrece el nuevo presidente colombiano y deponga sus pretensiones expansionista y sus actividades injerencistas para que las relaciones con el país hermano retomen el camino de la confraternidad, la armonía constructiva y, sobre todo, como lo propone el Juan Manuel Santos, del respeto recíproco. Ojalá también optara por imitar a Santos convirtiéndose en presidente de todos los venezolanos, de los que están con él y de los que no lo están, dejando de instigar divisiones, de insuflar odio, de amenazar y de engendrar miedo.

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ENEMIGOS 2, OTRO ENEMIGO DE LA DEMOCRACIA: EL TOTALITARISMO, NELSON MAICA C

Seguimos. Otro enemigo de la democracia: El totalitarismo: ¿Y que entendemos hoy por totalitarismo? Para los efectos de esta opinión, la existencia de un régimen político según el cual un partido político único, con un líder único, tiene el control y la dirección total de la vida de un pueblo.

El poder del totalitarismo se basa en una manipulación ideológica y en el uso de la fuerza bruta para reprimir. El término fue popularizado por Benito Amilcare Andrea Mussolini (1883 –1945) fue militar, político y dictador italiano. Primer ministro del Reino de Italia con poderes dictatoriales desde 1922 hasta 1943, cuando fue depuesto y encarcelado brevemente. Escapó gracias a la ayuda de la Alemania Nazi, y recibió el cargo de Presidente de la República Social Italiana desde septiembre de 1943 hasta su derrocamiento en 1945, y posterior muerte por ejecución.

El partido único supuestamente tiene el monopolio de la ideología oficial (esta por aclararse, aquí, si el PCV desaparece) y responde solo a los deseos del líder y la disciplina interna se impone por medio de comisarios políticos y, a la sociedad, se le impone con el “terror”, por todos los medios que ejecuta la policía secreta y los verdugos voluntarios del régimen.

El totalitarismo pretende politizar lo cotidiano y la eliminación de la sociedad civil, de sus organizaciones, de todo tipo de pluralismo político. ¿Por qué supuestamente durante un tiempo el comunismo se poso en la Urss y otros países? Explicaciones a granel. Pero, según muy pocos tratadistas, se le pudiera atribuir, con gran reserva, a la inmensa propaganda desplegada de que perseguía esencialmente un fin justiciero. Un buen engaño. Quedo, en la práctica, desmentido totalmente. Incluso lo tenemos enfrente: Cuba y aquí mismo con el supuesto socialismo comunismo del siglo XXI. Nada de justicia por ninguna parte y si mucho de personalismo y caprichismo y sumisión y saqueo y apropiación del bien ajeno. Eso si. Toda una estafa ideológica y práctica.

¿Por qué fracasó, en términos generales, el totalitarismo? De igual manera muchas explicaciones y, de nuevo, para algunos, porque su finalidad era detentar el poder para, supuestamente, restablecer, en su lugar, cuanto entendían los totalitarios por honor nacional.

Aquí, en este país, tenemos una muestra palpable. Ahora, bien, las naciones, sus pueblos, pueden ser honorables o no, pero no por el poder que tengan o no. Un pueblo, una nación se pudiera considerar honorable si es justa y no lo es si es injusta. Una nación, un pueblo poderoso es temido y quizá envidiado por las naciones, por los pueblos, más débiles. Hay una diferencia entre el honor, por un lado, y el miedo y la envidia por el otro. La mayoría de las veces esta distinción se ignora u olvida. Es tal vez más que frecuente, como sucede con las personas, que el poder se confunda con la justicia.

El poder y la riqueza pueden producir una imitación degradada del honor, una fama similar a la que vemos en las secciones de revistas de alta circulación con un titulo parecido a “ricos y famosos”. Generalmente las personas a la que se refiere esa frase son famosas porque son ricos, a menudo muy ricos. Saben que es posible comprar la fama y están dispuestos a pagar su precio.

Las naciones, los pueblos, según algunos, llevan siglos tratando de comprar la fama y unos mas que otros. Conocen un medio de obtener la fama adulterada cuando vociferan “honor nacional” y que, casi siempre, consiste en ser militarmente fuertes y capaces de dominar a naciones más pequeñas y débiles. Abusar de otros solía ganarles también ese tipo de fama a personas individuales. En las grandes ciudades del mundo, es decir, en la sociedad incivil, o estado de naturaleza, en la cultura de las calles, la fama y el miedo no se consiguen sólo tratando de ser justos. Se adquieren siendo ostentosamente rico y lo bastante fuerte como para dominar a otros. Se supone que en la comunidad internacional, comunidad de naciones, las mismas prácticas producen resultados similares.

Pero no todas las personas están dispuestas a aplaudir la ostentación y los abusos de su gobierno. Durante el siglo XX, según hechos, en algunas naciones del planeta con gobiernos democráticos, cuando su ostentación y abusos han sido demasiado obvios, un número suficiente de ciudada¬nos se ha opuesto enérgicamente y el gobierno ha tenido que desistir, al menos, temporalmente. Muy diferente ha sido el comportamiento de los pueblos no gobernados democráticamente, por supuesto, sino por minorías irresponsables, incultas, oligarcas, que se autodenominan con títulos grandilocuentes y fraudulentos, como por Ej., padre del pueblo, presidente de la revolución, jefe, líder del proceso, jefe del partido, emperador vitalicio, presidente de la junta, duce, Führer, o lo que sea. Todos son títulos espurios y personales, es decir, fueron concedidos por ellos mismos. Hacemos énfasis, el totalitarismo solo se preocupa del poder, de tener el poder, y de una marcada adulteración del sentido del honor nacional. Es como padecer una enfermedad. Es una enfermedad que podría denominarse “poseer el poder como sea”, “el poder es mío, mío”.

¿Cómo y el por qué de esa obsesión de detentar el poder? Se ha dado con cierta frecuencia en el siglo XX. Infinitas explicaciones. Algunos lo atribuyen a la meteórica expansión de la igualdad después de la Revolución Francesa. Otros, como Alexis de Tocqueville en el periodo 1830-1835, (su verdadero nombre era Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville - 1805 - 1859 ) sostienen que la practica de la democracia pudo crear un vacío entre el pueblo, en donde todos son y/o se suponen iguales, y el gobierno, que, a pesar de ser electo por el pueblo, se convierte en una cúpula que no es igual al pueblo y que, además, detenta un poder amenazador que es usado, la mayoría de las veces, contra el mismo pueblo y para provecho de los funcionarios.

Durante esa fase supuestamente igualitaria, todos los poderes mediadores (organizaciones civiles) del anterior régimen son destruidos, por el supuesto motivo de que se basan en privilegios tradicionales e inmemoriales.

¿Han oído últimamente esta frase: “aquí no hay intocables”? A Tocqueville comparte eliminar los privilegios, pero explica que esos poderes intermedios (organizaciones civiles) tenían una finalidad, estaban entre el gobierno y el pueblo y se ocupaban de evitar que el poder del gobierno, atropellara, abusara del pueblo, del individuo.

La gente, los ciudadanos, sin esas organizaciones intermedias quedaban sin protección ante los abusos y/o desviaciones del gobierno, no tenían ante quien acudir y buscar apoyo. Esas organizaciones intermedias eran las mediadoras de la sociedad, protegían a la gente como un gran paraguas. El pueblo que carezca de ellas hoy seguramente permitirá una tiranía fuerte.

Recordemos que algunas de las naciones más avanzadas del siglo XX, en determinado momento, tomaron la decisión de deshacerse de tales organizaciones civiles mediadores: Italia y Alemania son los ejemplos más notables, pero no los únicos.

La mayoría de los Estados comunistas también han sido totalitarios. En el caso de Alemania, la decisión se tomó a causa de la devastación, tanto social como económica, que produjo la derrota de 1918. Los vencedores de esa guerra del siglo XX exigieron y se cobraron reparaciones. También se le exigió a Alemania que cediese valiosas zonas industriales, que le hubieran ayudado a hacer frente a los pagos que le exigían. El resultado fue que la economía alemana colapso a finales de la década de 1920 y la sociedad fue al caos. En esas circunstancias es quizá comprensible que la nación le pusiera cuidado a un loco que le prometía salvarla del caos y la condujera, de nuevo, a restaurar su honor nacional.

Así, Adolf Hitler (1889-1945) prometió llevar a Alemania a la “tierra prometida”, “al mar de la felicidad”, con una condición: que el Estado tuviera un control total sobre todos los organismos, organizaciones y ciudadanos “Nuestra situación es desesperada y requiere medidas extraordinarias —dijo—. Que todo alemán y toda empresa, iglesia, club, organización y asociación alemana trabajen juntos para salvamos. Sin excepciones. No puede haberlas o fracasaremos. Juntos, nada puede detenernos y venceremos”.

¿Se repitió esta historia en Cuba, ahora aquí? Alemania, tras 1918, era un Estado democrático, pero la democracia, para Hitler, no era eficiente, vociferaba: “Ved lo blandas y débiles que se han vuelto todas las democracias del mundo”. Ofreció una alternativa, a la que llamó nacionalsocialismo. Hoy: “antes no había nada aquí”. ¿? El nombre no era importante, combinaba varios elementos propagandísticos pero en realidad no significaba casi nada. La organización política resultante se convirtió en una entidad extremadamente poderosa en el panorama mundial. Los líderes nacionalsocialistas, o nazis, combinaron la fuerza de todos los ciudadanos y asociaciones privadas alemanas y la convirtieron en una terrorífica “arma” nacional.

Hitler usaba un símil, convertiría a la nación en una “espada”. ¿Le recuerda algo actual con la espada de Bolívar y América Latina? En la Revolución francesa, Robespierre y Napoleón, por cierto ninguno de los dos fue loco, pero se creyeron ser el pueblo. Hitler pretendió que cada palabra que decía la expresaba el pueblo, el era la nación y, por consiguiente, el era personalmente la “espada nacional”. ¿Alguno cerca? Seguimos en el próximo.

“Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados y ningún hombre de espíritu elevado les adulará”. Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.

nelsonmaica@gmail.com
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EN HONOR A EDDIE RAMIREZ, ALBERTO QUIRÓS CORRADI

Eddie Ramírez, hoy el más petrolero de los petroleros, es ingeniero agrónomo y, por mucho tiempo, creyó que no era petrolero pero, cuando el régimen empezó su tarea criminal de destruir Pdvsa, Eddie se convirtió en activista y poco a poco en el coordinador de Gente del Petróleo. Además, ha escrito un libro: La indoblegable sociedad venezolana. Relatos de un petrolero , en el cual describe los sucesos que convirtieron a una empresa (Pdvsa) orgullo nacional y reconocida internacionalmente por su eficiencia y profesionalismo en un triste apéndice de los caprichos de un tirano.

El libro aclara muchas cosas. Veamos. El primer paro petrolero fue en defensa de valores y principios. La ciudadanía entendida de las motivaciones de los petroleros, los apoyó entusiastamente. Es importante recordar que ese paro se dio luego de múltiples intentos por defenderse de la politización de la industria.

Después vino el paro cívico, los trabajadores petroleros, luego de serias consideraciones se sumaron al paro, pero como ciudadanos. Pdvsa como institución no se pronunció. En esto los trabajadores fueron coherentes, si habían protestado para impedir la politización de Pdvsa, mal podían comprometer la institución en un acto político.

Por cierto, en el libro se aclara, más allá de toda duda, que los trabajadores petroleros dejaron las instalaciones en perfecto estado de operatividad. Existen actas a tal efecto y además los accidentes ocurrieron después de que las instalaciones empezaron a ser operadas por un personal no capacitado.

Otro capítulo desnuda las mentiras con las cuales la dirección de Pdvsa pretende ocultar su ineficiencia. No es cierto que se produzcan 3,2 millones de barriles diarios (b/d). La verdad está cerca de 2,2 millones b/d. Como la producción es mentira, falsos tienen que ser los informes financieros cuyo punto de partida es el volumen de producción. La operación de las refinerías ha sido desastrosa. Con numerosos paros y accidentes, hasta el punto de que hay que importar gasolina y otros componentes.

El suministro al mercado interno resulta en una pérdida de 20 dólares por barril de gasolina vendido por no haberse ajustado los precios.

Los convenios especiales con numerosos clientes, dentro de los cuales destaca Cuba, representan una pérdida descomunal de ingresos para el país. La conversión de convenios operativos en empresas mixtas transformó a los antiguos contratistas en socios con derecho a una parte alícuota de la propiedad del petróleo producido.

Eddie cree, y comparto su opinión, que Pdvsa no tiene remedio. Un nuevo gobierno tendrá que buscar otra forma de explotación petrolera, partiendo de lo más importante: establecer, sin lugar a duda, que la nación (todos nosotros) es la propietaria del subsuelo. Esta sola decisión abriría la puerta al establecimiento de normas audaces y modernas como parte de un nuevo diseño de nuestra política petrolera.

Para terminar quisiera destacar un capítulo que describe los abusos que el régimen cometió contra los trabajadores. El desalojo militar de las casas. Las persecuciones armadas a mujeres, ancianos y niños, la pérdida del año escolar, la confiscación de los ahorros de los trabajadores y la campaña en su contra que les impidió a muchos conseguir empleo en Venezuela.
Además, Eddie registra los nombres de los culpables de esos ataques. Su lista es una bibliografía de la maldad.

Más temprano que tarde para rescatar al país que queremos tendremos mucho que perdonar. Pero, mientras tanto: Prohibido olvidar... con el libro bajo el brazo.

alberto_quiros@intercon.net.ve
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SADIM EN LISTA DE LOS PEORES TIRANOS, SEGÚN FOREIGN POLICY

A continuación la nota que trae Perfil.com:

Los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Cuba, Raúl Castro, se encuentran entre los 23 peores dictadores del mundo, y son los únicos latinoamericanos que conforman el ranking elaborado por la revista Foreign Policy.

Con el puesto número 17, Chávez es calificado por la revista como el “charlatán de la Revolución Bolivariana”, que “promueve una doctrina de democracia participativa de la que él es el único participante”, ya que mantiene a los “líderes de la oposición encarcelados, amplió los límites de mandato por tiempo indefinido, y cerró los medios de comunicación independientes”.

En el puesto número 21, en tanto, lo ubican al hermano de Fidel, que desde hace dos años se encuentra al frente del poder en Cuba, luego de que su hermano debiera retirarse por problemas de salud. “El segundo hermano de Castro lastimosamente no sabe que la revolución que dirige está obsoleta, que es un estrepitoso fracaso, y totalmente irrelevante para las aspiraciones del pueblo cubano”, sentancia la revista. Y destaca cómo Castro “hecha la culpa del fracaso” de su régimen a “conspiraciones extranjeras, que luego usa para justificar medidas drásticas, incluso brutales”.
Trece de los 23 dictadores gobiernan países africanos, entre los que curiosamente se encuentra el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasango, que en febrero de 2008 visitó a la Argentina, motivo por el cual la presidente Cristina Fernández -que dice defender los Derechos Humanos-, fue duramente criticada. Otros de los dictadores que conforman la lista son líderes de países de Asia Central, que durante la Guerra Fría fueron parte de la Unión Soviética. El ranking también incluye a los líderes de China, Irán y Myanmar.

A continuación, la lista completa en el mismo orden que destaca la revista:

1- Kim Jong Il, de Corea del Norte.
2- Robert Mugabe, de Zimbabwe.
3- Than Shwe, de Birmania.
4- Omar Hassan Al-Bashir, de Sudán.
5- Gurbanguly Berdimuhamedov, de Turkmenistán.
6- Isaias Afwerki, de Eritrea.
7- Islam Karimov, de Uzbekistán.
8- Mahmoud Ahmadinejad, de Irán.
9- MelesZenawi, de Etiopía.
10- Hu Jintao, de China.
11- Muammar Al-Qaddafi, de Libia.
12- Bashar Al-Assad, de Siria.
13- Idriss Déby, de Chad.
14- Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, de Guinea Ecuatorial.
15- Hosni Mubarak, de Egipto.
16- Yahya Jammeh, de Gambia.
17- Hugo Chávez, de Venezuela.
18- Blaise Compaoré, de Burkina Faso.
19- Yoweri Museveni, de Uganda.
20- Paul Kagame, de Ruanda.
21- Raúl Castro, de Cuba.
22- Aleksandr Lukashenko, de Belarús.
23- Paul Biya, de Camerún

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