El 15 de abril de 1998, una noticia llegaba a las redacciones de los diarios: Pol Pot, el dictador camboyano, el antiguo líder de los Khmer Rouge (jemeres rojos), el responsable de un genocidio que había acabado con uno de cada tres habitantes de Camboya, había muerto de un infarto mientras dormía en un campamento cercano a la frontera tailandesa donde vivía en situación de arresto domiciliario.
Pol Pot se llamaba en realidad Saloth Sar. Bajo su régimen proclamó el nacimiento de la Kampuchea Democrática y declaró el inicio del “año cero”, en el que la historia del país empezaría a reescribirse. Había que eliminar todos los vestigios del detestable capitalismo: Se destruyeron los vehículos de motor y el carro de mulas fue instituido como medio de transporte nacional. Se suprimió el derecho de propiedad privada. Se quemaron bibliotecas y fábricas de todo tipo. Se prohibió el uso de todo medicamento: Kampuchea estaba en condiciones de reinventar todas las medicinas echando mano a la sabiduría popular. Sólo los campesinos permanecerían a salvo de la peste capitalista y burguesa. Al resto se le tenía por peligroso despojo de tiempos pasados que había que eliminar.
“El reloj de la historia sólo va hacia adelante”, decía Pol Pot. El 17 de abril de 1975, a fuerza de fusiles y garrotazos, el reloj de la historia camboyana fue llevado a cero. Más de dos millones de seres humanos lo pagarían con su vida. En uno de los mayores genocidios del siglo XX. Sólo cuando régimen cayó el mundo conoció a su responsable: Pol Pot.
Más de cuatro años duró el experimento revolucionario del Khmer Rouge. Sus orígenes se remontan a la guerra por la independencia de Indochina, en la década del 40, cuando el Vietminh, la guerrilla nacionalista del vecino Vietnam, comenzó a infectar a Camboya, por entonces, un “protectorado” francés. Entre los integrantes de las células del “Khmer-vietminh” se encontraba Saloth Sar, ferviente partidario de la teoría marxista, quien para entonces adoptaría su más conocido nom de guerre: Pol Pot.
Desde 1954, cuando Camboya obtuvo la independencia, hasta 1966, el país se mantuvo en paz, mientras era gobernado por el príncipe Norodom Sihanouk. En 1970 un golpe de Estado destituyó a Sihanouk. En abril de 1975, Phnom Penh, la capital, fue tomada por la guerrilla. Aunque el pueblo celebró lo que creía la llegada de la paz, las sonrisas pasaron a muecas de dolor cuando los triunfadores se revelaron salvajes émulos del “otro” Rousseau.
El año cero comenzaba y en la nueva Camboya no había lugar para quienes demostraran vestigios de la cultura anterior. Ocho millones de camboyanos fueron confinados en campos de trabajo. Los que sobrevivieron a las matanzas en nombre de la revolución marxista-maoísta enfrentaron otro enemigo: el hambre. El experimento revolucionario duró hasta 1979, cuando el Vietnam invadió el país. A pesar de la espeluznante cifra de muertos sólo cuatro influyentes ex dirigentes del régimen maoístas están encarcelados y acusados.
Pol Pot se llamaba en realidad Saloth Sar. Bajo su régimen proclamó el nacimiento de la Kampuchea Democrática y declaró el inicio del “año cero”, en el que la historia del país empezaría a reescribirse. Había que eliminar todos los vestigios del detestable capitalismo: Se destruyeron los vehículos de motor y el carro de mulas fue instituido como medio de transporte nacional. Se suprimió el derecho de propiedad privada. Se quemaron bibliotecas y fábricas de todo tipo. Se prohibió el uso de todo medicamento: Kampuchea estaba en condiciones de reinventar todas las medicinas echando mano a la sabiduría popular. Sólo los campesinos permanecerían a salvo de la peste capitalista y burguesa. Al resto se le tenía por peligroso despojo de tiempos pasados que había que eliminar.
“El reloj de la historia sólo va hacia adelante”, decía Pol Pot. El 17 de abril de 1975, a fuerza de fusiles y garrotazos, el reloj de la historia camboyana fue llevado a cero. Más de dos millones de seres humanos lo pagarían con su vida. En uno de los mayores genocidios del siglo XX. Sólo cuando régimen cayó el mundo conoció a su responsable: Pol Pot.
Más de cuatro años duró el experimento revolucionario del Khmer Rouge. Sus orígenes se remontan a la guerra por la independencia de Indochina, en la década del 40, cuando el Vietminh, la guerrilla nacionalista del vecino Vietnam, comenzó a infectar a Camboya, por entonces, un “protectorado” francés. Entre los integrantes de las células del “Khmer-vietminh” se encontraba Saloth Sar, ferviente partidario de la teoría marxista, quien para entonces adoptaría su más conocido nom de guerre: Pol Pot.
Desde 1954, cuando Camboya obtuvo la independencia, hasta 1966, el país se mantuvo en paz, mientras era gobernado por el príncipe Norodom Sihanouk. En 1970 un golpe de Estado destituyó a Sihanouk. En abril de 1975, Phnom Penh, la capital, fue tomada por la guerrilla. Aunque el pueblo celebró lo que creía la llegada de la paz, las sonrisas pasaron a muecas de dolor cuando los triunfadores se revelaron salvajes émulos del “otro” Rousseau.
El año cero comenzaba y en la nueva Camboya no había lugar para quienes demostraran vestigios de la cultura anterior. Ocho millones de camboyanos fueron confinados en campos de trabajo. Los que sobrevivieron a las matanzas en nombre de la revolución marxista-maoísta enfrentaron otro enemigo: el hambre. El experimento revolucionario duró hasta 1979, cuando el Vietnam invadió el país. A pesar de la espeluznante cifra de muertos sólo cuatro influyentes ex dirigentes del régimen maoístas están encarcelados y acusados.
Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
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