domingo, 11 de abril de 2010

"A LOS DÉSPOTAS LES ENCANTAN LAS ELECCIONES PUES OFRECEN UNA FACHADA ACEPTADA", CARLOS BLANCO // TIEMPO DE PALABRA

¿Equivocados? No

Si usted cree que juega ajedrez pero lo hace con fichas de damas chinas, será derrotado. Si usted cree que está ciego y lo que en realidad ocurre es que es de noche y no se ha dado cuenta, lo tratarán como chiflado. Si usted confunde la gimnasia con la magnesia, puede terminar haciendo aeróbics en medio de un inolvidable cólico miserere. Hace años hubo quienes aseguraban que Chávez era un demócrata, sólo que bocón y atrabiliario; la incomprensión de su proyecto político llevó a tratarlo como a un exagerado y no como a un déspota, se fortaleció en medio de los desatinos de quienes lo veían como un demócrata maleducado; y allí está. Sí, debilitado, amoratado, con rodillas frágiles, pero allí, hecho el loco, sentado en la silla de Miraflores durante más de 11 años.

Naturalmente, ya las ilusiones sobre el carácter benigno del régimen se han derrumbado. Sólo le queda como credencial que realiza muchas elecciones, eventos que históricamente han servido para fortalecer la democracia y, según los casos, también para debilitarla. A los déspotas les encantan las elecciones porque ofrecen una fachada socialmente aceptable y permiten resolver las contradicciones entre los suyos; así, incorporan a unos y liquidan a otros. Como ejemplo, véase la llorantina de los desplazados por el caudillo en las candidaturas a la Asamblea Nacional.

No entender la naturaleza del extraño bicho que está delante lleva a enfrentarlo con panderetas cuando la criatura se desplaza en el cuadrilátero con un fusil a punto de ráfaga.

Falsos Errores. Sin atribuir a quienes los cometen siniestras intenciones, uno de los traspiés de un sector de la disidencia ha sido suponer las políticas gubernamentales como una colección de equivocaciones que -si los personajes se dieran cuenta- corregirían. Sin embargo, cabe otra aproximación: buena parte de lo que hacen es la realización de lo que en realidad quieren.

Desde luego, no programaron el desastre eléctrico que ha lanzado el país a la oscurana intermitente. Lo que sí está en el código genético rojo es que, si es necesario que los recursos se dirijan hacia sus prioridades políticas, no importa que la sociedad padezca; además, lo revisten de una pátina ideológica: si el comercio capitalista es favorecido por la electricidad, es saludable que disminuya la provisión de energía, se castigue el consumismo y se ampare la templanza y la clausura. Tampoco quisieron acabar con el negocio petrolero; pero fue necesario destruir Pdvsa para lograr la expulsión de las mejores capacidades gerenciales y poder usar la empresa como vaca lechera inauditable, con su útil ubre para el enriquecimiento privado, generosa con los pedigüeños que vienen a pasar raqueta con obsesiva frecuencia.

Lo que es destrucción desde cualquier atalaya sensata es territorio conquistado bajo la mirada bolivariana y, ya se sabe, la conquista implica degüello y sangre.

Cuando las cercanías de Miraflores quedaron sembradas de cadáveres el 4 de febrero de 1992 o el 11 de abril de 2002, esas muertes sólo podían concebirse como crímenes, sin atenuantes; en tanto los próceres las ven como la hemorragia salutífera que riega su epopeya perversa. Esa diferencia de miradas se ve en lo electoral.

Lo Electoral. En un régimen democrático los votos son el criterio de decisión esencial. En un régimen autoritario, no. En Venezuela los que no son partidarios del Gobierno son considerados oligarcas, títeres del imperio, no ciudadanos. Si el Gobierno tiene mayoría, es -piensan- porque los ciudadanos se han hecho conscientes de sus patrióticos deberes; si el Gobierno es minoría como ahora -y ya ha ocurrido varias veces- es debido a la propaganda imperialista y burguesa, que a través de sus lacayos ha confundido a los inocentes. Si el Gobierno es minoría por la acción interesada de sus enemigos el régimen asume que no tendría deber moral o político de respetar los resultados electorales; sólo lo hace si es forzado a hacerlo. Y sólo puede ser forzado a hacerlo si hay poderío para imponerlo. Y sólo se puede imponer si existe el objetivo claro, intransferible, de plasmarlo.

En 2007, cuando varios flaquearon y consideraron "reconocer" la victoria oficial aun a sabiendas de que Chávez había perdido, el movimiento estudiantil y la presión militar -entonces liderada por el general Baduel- impusieron la victoria obtenida en las urnas, aunque al final hubo la negociación para que la victoria fuese por décimas porcentuales y no se dieran los resultados completos; hecho que abrió el camino para imponer la reforma por otras vías.

No ocurrió del mismo modo con el fraude del referéndum de 2004, cuando la dirección opositora no tuvo claro el objetivo y en las horas de confusión Chávez hizo la jugada magistral con el CNE para derrotar al más poderoso movimiento de calle que jamás había existido en Venezuela.

La conclusión es que las elecciones no son, como en una democracia, el mecanismo de evaluación y relevo de los gobiernos, sino un instrumento cuyos resultados el autócrata no acepta si lo desfavorecen y que sólo la resistencia cívico-militar puede imponer. La pregunta es si el descontento opositor, la disidencia chavista, los hastiados, los fastidiados, los oprimidos, los reprimidos, están unificados en una política que es mucho más que una disputa de candidaturas. Una política clara puede reunir fuerza; pero, una fuerza sin política es derrotada sin remedio. Recuérdese el episodio de las gobernaciones perdidas por mezquindades (el caso del estado Bolívar) o por la trampa que no se pudo o quiso desmantelar (el caso del estado Barinas).

Lo Que Quiere. Imagínese que Chávez es derrotado en las elecciones próximas. Imagínese que se conocen los resultados sin mayores traumas y el caudillo se presenta en la soledad de su despacho en cadena nacional y reconoce el triunfo opositor; hace votos por el trabajo conjunto con la disidencia democrática y anuncia un proceso de cooperación para superar la polarización y los odios. Por supuesto, usted no cree que esto sea posible, al menos así. Usted sabe que es difícil que los votos los cuenten; usted sabe que se zumbarán platos, ceniceros y copas; usted sabe que, si pueden, anunciarán las autoridades que después de esa inenarrable "fiesta democrática" como suelen repetir con insistencia de idiotas, le harán la señal de costumbre, diciéndole que perdió. Esto es lo que quieren hacer, pero en cada elección les resulta más costoso hacerlo porque la oposición está más alerta, porque ya se les conoce el truco a todas las chicas de la troupe roja; pero, sin duda, es lo que intentarán hacer.

¿Cómo evitarlo? No es fácil; pero lo primero es la decisión de no aceptar trampa ni fraude. Esa decisión política, simple y clara, es el comienzo de todo. Así fue en 2007; así no fue en otras oportunidades. Septiembre tiene cara de borrasca.

www.tiempodepalabra.com
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HAGAMOS LA LUZ ENTRE TODOS. MIKEL LAS HERAS

Cuando los amigos me ven defender a capa y espada, reconozco que a veces me pongo hasta fastidioso, a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), caen a veces en el error de acusarme de defender a “los partidos políticos”. Y no es así. La MUD, más allá de una estructura que, no cabe duda, está principalmente conformada por los más importantes partidos políticos que hacen oposición al actual estado de las cosas, es un ente que está dotando de conducción política al movimiento opositor. Conducción que por cierto, sobra decirlo, ha estado ausente en años recientes.

Si bien es cierto que en las últimas décadas los partidos políticos tradicionales se agotaron y se vieron obligados a renovarse unos, a reinventarse otros, o a “invernar” a la espera de mejores tiempos otros más, también lo es el hecho que diferentes organizaciones y personalidades de la mal llamada “sociedad civil” hicieron vida activa en la política venezolana de finales del siglo pasado, bajo la etiqueta de “independientes” y, por cierto, han seguido “activos”. Empresarios, banqueros, artistas, dueños de medios de comunicación, periodistas y hasta modelos fueron candidatos presidenciales y a otros cargos de elección popular, y conformaron organizaciones que tenían su tarjeta inscrita en el Consejo Supremo Electoral de la época.

Era los tiempos de -la llamamos ahora despreciativamente “la Cuarta”- donde si bien es cierto reinaba el bipartidismo, también lo es el hecho que se respetaba y reconocía a las minorías, se podía “sacar gente de la cárcel” con el voto ¿verdad David Nieves?, existían tribus judiciales pero se destituían presidentes de la República, había corrupción pero había alternancia en el poder.

El “antipartidismo” se transforma en “antipolítica” cuando irrumpe en la escena política venezolana un personaje ajeno al mundo civil. Un militar que intenta dar un Golpe de Estado en 1992. A partir de los siguientes carnavales, comenzamos a ver a los carajitos disfrazados de militares con boinas rojas. El resto es historia.

Tras más de una década de “era chavista”, un presidente constitucional, pero militar, ha hecho lo que le viene en gana, sin que la llamada oposición, así, en singular, haya podido contraponer políticas de manera coherente y efectiva, debido entre otras cosas a la ausencia de conducción política.

En los primeros años de está ya larga y negra década, vimos a “la sociedad civil”, a “la gente”, a “los independientes que no quieren nada con los partidos”, etc, dirigir la política de oposición. Los resultados saltan a la vista.

Hace un tiempo, cuando se formó la MUD, en un artículo pedimos un voto de confianza a ella. Hoy lo renovamos. Es con política y políticas que podremos cambiar las cosas. Los partidos garantizan, además de conducción, pluralidad e inclusión, ingredientes indispensables para los que pensamos en la reconstrucción -tan necesaria- de la democracia en Venezuela. Son tiempos de oscuridad. Hagamos la luz entre todos.

Este y otros artícules en
http://conflictove.wordpress.com/aqui-opinan/ , https://sites.google.com/site/mikellasheras/
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¿DERECHO A LA VIDA?, DANIEL SANTOLO, DOMINGO 11 DE ABRIL DE 2010

En Venezuela, qué duda cabe, el derecho a la vida es letra muerta. Y lo es porque a pesar de que la legislación lo garantiza, los órganos encargados de hacerlo respetar, es decir, los poderes públicos, se hacen los locos, permiten la impunidad y se convierten en cómplices de la violación de este derecho fundamental.

Cuando comúnmente vemos cómo son asesinadas cientos de personas por “causa de delito común” o de “enfrentamientos entre bandas”, se viola el derecho a la vida.

Cuando vemos cómo son asesinados dirigentes sindicales y campesinos, por problemas de tenencia de tierra o de control sindical, se viola el derecho a la vida.

Cuando vemos cómo aparecen muertas personas que días antes habían sido secuestradas en una zona fronteriza, se viola el derecho a la vida.

Cuando en las cárceles se desencadenan hechos sangrientos con víctimas fatales casi a diario, se viola el derecho a la vida.

Cuando grupos de policías aplican ejecuciones extrajudiciales, se viola el derecho a la vida.

Cuando vemos a un Vicepresidente de la República justificar el asesinato de once seres humanos en el Táchira, argumentando que eran paramilitares, como si esto fuese causa suficiente para darles la pena de muerte, se viola el derecho a la vida.

Cuando vemos al ministro del interior y de justicia, a menos de 48 horas de haber perdido en manos del hampa a un valioso oficial encargado del Plan Caracas Segura, aparecer en los medios de comunicación para hablarnos de los avances de las elecciones internas de PSUV, es inaceptable, es más que una burla a los familiares de las centenares de muertes semanales que son contabilizadas en todo el país.

Van más de 50 policías asesinados en lo que va de año, sólo en el área metropolitana de Caracas, y no hay respuesta efectiva ante el azote que por parte del hampa están sometidos todos los venezolanos. Es más que irresponsabilidad. Es la confesión de que los intereses del gobierno son otros. Un proyecto político fracasado, desligado de las penurias que sufren todos los venezolanos, en especial los más pobres.

Vemos como se leen las cifras de muertes todos los lunes en los medios de comunicación, verdaderos partes de guerra, y no hay respuesta efectiva para ello por parte de las autoridades responsables. Están ocupadas poniendo tras las rejas a los opositores, por el sólo hecho de opinar. El sistema judicial colapsó al igual que el sistema eléctrico.

Daniel Santolo
danielsantolo@gmail.com

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FISIOLOGÍA DE LA MESA (DE LA UNIDAD DEMOCRATICA), MILAGROS SOCORRO - EL NACIONAL

En estos días se cumple un año de funcionamiento formal de la Mesa de la Unidad Democrática, cuyos reglamentos de funcionamiento fueron aprobados en abril de 2009. Y no es poca cosa. La existencia de un minucioso conjunto de normas es fundamental en la naturaleza de este instrumento de alianza política. Es lo que marca su particularidad y le da visos de éxito, puesto que los convocados a su seno y las decisiones que allí se tomen están reguladas por una tabla de preceptos previamente establecidos. Igual para todos y estable en el tiempo. Inmutable ante las medidas de extorsión que, tal como se previó, serían tomadas por los descontentos ante los resultados de los acuerdos.

La Mesa es la dirección política de la Unidad Democrática.

Y ésta es, a su vez, un ideal que las masas vienen reclamando a la dirigencia con fervor creciente y a través de diversas consultas y mediciones.

Las primeras reuniones de lo que hoy es un complejo aparato político decidido a conquistar el poder, se produjeron inmediatamente después de un evento electoral, pero lejos del siguiente. Fue a raíz de la derrota sufrida por las fuerzas democráticas en la votación sobre la enmienda a la Constitución. No se hablaba entonces de la circunstancia comicial. Se hablaba de rescatar el país de la trampa autocrática que lo oprime y saquea. Ese espíritu de origen se ha prolongado; y, hasta la fecha, aunque su diligencia más visible es la designación de candidaturas unitarias para las elecciones legislativas de septiembre, la Mesa procura una coalición política permanente que vaya más allá de las elecciones. Que rebase, incluso, un triunfo irrebatible en 2012.

Con esa idea se han asociado 16 organizaciones: 15 partidos y un movimiento social y político. Los partidos son: UNT, Acción Democrática, PJ, Copei, CausaR, Proyecto Venezuela, ABP, MAS, Bandera Roja, Podemos, Vanguardia Popular, URD, MIN, Solidaridad Independiente y el Movimiento Republicano. Y el movimiento es Voluntad Popular, organización liderada por Leopoldo López, miembro formal de la Mesa y suscriptor de sus avenimientos. Esto lo faculta para expresar en el marco institucional de la Mesa de Unidad Democrática sus dudas y reconsideraciones.

La Mesa se propone establecer los entendimientos necesarios para devenir mayoría parlamentaria y una agenda legislativa que oriente tal desempeño; y también está persuadida de que en un par de años llegará a Miraflores para hacer realidad el proyecto de país contenido en su Propuesta Programática, desglosada en 100 puntos concretos. Una alta aspiración, no hay duda. No puede darse el lujo de ser inoperante. Por eso la Dirección Política tiene 16 miembros, correspondientes a las toldas que recabaron mayor votación en las elecciones del 23 de noviembre de 2008; y a las individualidades que puedan favorecer una unidad crucial para la República.

Esta Dirección Política se reúne los miércoles, a las 4:00 de la tarde. Como la MUD no tiene una sede, los encuentros tienen lugar en distintas casas de partidos. Las respectivas militancias reciben en casa a las huestes de los otros. En un año se ha creado una familiaridad de la que el país terminará redituando. Han entendido que en una situación normal, lo normal es que los partidos vayan por su cuenta. En una situación de excepcional peligro, deben alinearse por la conveniencia del país. No hay opción, de manera que lo mejor es llevar la fiesta en paz y entenderse. La mayoría lo ha hecho; y es el caso que el grueso de las decisiones se han tomado por consenso, tras horas de conversación.

Siempre según el reglamento, los asistentes tienen derecho a una primera intervención de cinco minutos, por cada punto a tratar. Luego, hay sucesivas rondas, de tres minutos.

En representación de las organizaciones asisten un principal y un alterno. Cada encuentro queda documentado en una minuta donde queda constancia de los acuerdos.

La Secretaría Ejecutiva, que encabeza Ramón Guillermo Aveledo, trabaja en una pequeña oficina. Su aporte es ad honorem y él financia su propio teléfono. Hay, además, un Consejo de la Unidad Democrática, que convoca un total de 50 organizaciones. Y 14 Comisiones Técnicas integradas por expertos de las áreas clave (espigados no solo de los 16 partidos de la Dirección Política, sino del medio centenar del Consejo ampliado, donde hay notables representantes de la sociedad civil).

La parte mala es que hay centenares, ¿miles?, de aspirantes para 167 curules y sus suplentes. Muchos quedarán afuera.

Su comprensión de la circunstancia los hará héroes.

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