La revolución es una tremenda operación que se organiza en combos y franquicias.
Este es un gobierno de combos. Tenemos casi 11 años escuchando la tesis de que Chávez es el único líder del proceso y que sin su divina presencia la revolución se volvería leña. Pues no es así. Si se derrumba uno de los combos subirá el otro. Son como las células terroristas, pero en el caso del golpismo militar se trata más bien de entes corporativos dependientes, no podía ser de otra manera, de la casa matriz; es decir, el combo principal.
Este proceso ha diseñado una importante corporación que trabaja con el esquema capitalista de las franquicias, término que en tiempos de revolución se traduce como combos bolivarianos. El combo principal es el llamado Eje de Desarrollo Sabaneta-Barinas, radicado en Caracas. Es el cuartel general de toda la estructura capitalista, disfrazada de comunista, que se raspó gran parte de la inmensa bola de dólares que ingresó desde el imperio y, para no ser tildados de inconsistentes, siguen raspando lo poco que queda en la olla. En este combo está la crema y nata del proceso: jefe, familia, primos, amigos cercanos y criaditos. A diferencia de otras épocas, estas familias socialistas entran en manada y toman por asalto cargos públicos, haciendas, centros de poder, fincas, presupuestos, contratos y hasta plazas y monumentos.
A la vera de este combo privilegiado, el gerente general fue creando otros combos que le rinden cuentas, lo protegen, repiten sus palabras en interminables coros, hacen programas de televisión para reforzarlo, sirven de traductores y expertos acomodadores de desmanes y abusos, blindan las debilidades jurídicas del gran jefe y, también para no perder la costumbre, le jalan mecate hasta hacerlo perder la conciencia. Es que por una franquicia de este tremendo negocio que llaman revolución vale la pena cualquier sacrificio y más cuando se viene de militar en la mediocridad, el golpismo militar y, como si faltara algo, con mucha hambre atrasada. Hay combos nacionales y otros, los más nuevos, casi son consejos comunales, pero algo chorrea siempre. Destacan por su voracidad, el combo legislativo, el combo judicial, el combo electoral, el combo financiero, el combo bancario, el combo agrícola y el combo comunicacional. Hay combos en que bastan dos hermanos para administrarlos, mientras que en otros es necesario incorporar a las tías, cuñados, primas y hasta las mascotas.
Estos combos comuniscapitalistas son el verdadero sustento de la revolución. Ninguna de esas franquicias va a dejar que le quiten privilegios e ingresos. Ninguno se quedará pasivo ante el más mínimo movimiento contra el proveedor, guía, líder y pastor. Son, en la práctica, la nueva estructura del Estado. Los combos constituyen la corporación revolucionaria más rentable de todo el mercado mundial del engaño.
No volverán, gritan los combistas. Claro. ¿Y quién está dispuesto a perder tamaña manguangua?
erojas@eluniversal.com
Este es un gobierno de combos. Tenemos casi 11 años escuchando la tesis de que Chávez es el único líder del proceso y que sin su divina presencia la revolución se volvería leña. Pues no es así. Si se derrumba uno de los combos subirá el otro. Son como las células terroristas, pero en el caso del golpismo militar se trata más bien de entes corporativos dependientes, no podía ser de otra manera, de la casa matriz; es decir, el combo principal.
Este proceso ha diseñado una importante corporación que trabaja con el esquema capitalista de las franquicias, término que en tiempos de revolución se traduce como combos bolivarianos. El combo principal es el llamado Eje de Desarrollo Sabaneta-Barinas, radicado en Caracas. Es el cuartel general de toda la estructura capitalista, disfrazada de comunista, que se raspó gran parte de la inmensa bola de dólares que ingresó desde el imperio y, para no ser tildados de inconsistentes, siguen raspando lo poco que queda en la olla. En este combo está la crema y nata del proceso: jefe, familia, primos, amigos cercanos y criaditos. A diferencia de otras épocas, estas familias socialistas entran en manada y toman por asalto cargos públicos, haciendas, centros de poder, fincas, presupuestos, contratos y hasta plazas y monumentos.
A la vera de este combo privilegiado, el gerente general fue creando otros combos que le rinden cuentas, lo protegen, repiten sus palabras en interminables coros, hacen programas de televisión para reforzarlo, sirven de traductores y expertos acomodadores de desmanes y abusos, blindan las debilidades jurídicas del gran jefe y, también para no perder la costumbre, le jalan mecate hasta hacerlo perder la conciencia. Es que por una franquicia de este tremendo negocio que llaman revolución vale la pena cualquier sacrificio y más cuando se viene de militar en la mediocridad, el golpismo militar y, como si faltara algo, con mucha hambre atrasada. Hay combos nacionales y otros, los más nuevos, casi son consejos comunales, pero algo chorrea siempre. Destacan por su voracidad, el combo legislativo, el combo judicial, el combo electoral, el combo financiero, el combo bancario, el combo agrícola y el combo comunicacional. Hay combos en que bastan dos hermanos para administrarlos, mientras que en otros es necesario incorporar a las tías, cuñados, primas y hasta las mascotas.
Estos combos comuniscapitalistas son el verdadero sustento de la revolución. Ninguna de esas franquicias va a dejar que le quiten privilegios e ingresos. Ninguno se quedará pasivo ante el más mínimo movimiento contra el proveedor, guía, líder y pastor. Son, en la práctica, la nueva estructura del Estado. Los combos constituyen la corporación revolucionaria más rentable de todo el mercado mundial del engaño.
No volverán, gritan los combistas. Claro. ¿Y quién está dispuesto a perder tamaña manguangua?
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