*SIXTO MEDINA ESCRIBE: “POLÍTICOS DE HONESTIDAD E IDONEIDAD”
Las normas internacionales de calidad, muy difundidas en el mundo desde el año 1987, fueron concebidas para facilitar los acuerdos entre proveedores y clientes, para asegurar la calidad de los productos, de los servicios contratados. Suponen una sólida y bien documentada relación contractual basada en requisitos previamente acordados entre las partes. Son el resultado de un proceso de debate, revisión negociación y consenso, y constituyen el mínimo denominador común. Su cumplimiento se concreta finalmente en la emisión de un certificado de que se han implementado los procesos críticos para lograr los objetivos.
Nos encontramos nuevamente ante un año electoral donde vamos a elegir Gobernadores y alcaldes. La ciudadanía demanda de manera impostergable un proceso transparente, limpio y democrático, concreto y real de jerarquizaciòn de la política. Restaurar la credibilidad, la confianza de la sociedad no es una tarea fácil, por la profundidad de la grieta existente entre la ciudadanía y quienes hoy dicen ser sus representantes políticos.
Basta repasar los titulares periodísticos de ayer y de hoy para entender largamente las razones que llevaron y llevan ha dicha ruptura. La sociedad venezolana, y entre ella la sociedad civil paradójicamente fortalecida en su desesperanza, requiere no ya de propuestas, sino de hechos y de dirigentes que luchen por sus demandas concretas en tiempo y forma. Se ha invertido el proceso: el pueblo, la sociedad, la nación, el país es quien demanda, quien hoy establece los requerimientos, y son los ciudadanos electos los que deben gerencial para satisfacer lo que la gente propone.
Paralelamente crecen las demandas. Hoy sugerimos, al igual que el caso de las normas, criterios mínimos que aseguren la calidad de los candidatos que serán “ofrecidos” por los partidos y en otros casos por voluntad de la ciudadanía como sus representantes. La militancia política, en los partidos, ha sido el único requisito- con algunas excepciones- imprescindible para ser candidato a los cargos electivos. La gente entiende que la militancia puede ser una condición necesaria, pero dista, de ser suficiente.
Actualmente el ciudadano demanda democracia, seguridad, lucha contra la corrupción, salud, vivienda, el derecho ha escoger a sus candidatos, solicita que los mismos deben llenar unos requisitos, entre otros, idoneidad, honestidad, honradez y pericia para liderar proyectos en forma eficiente, dedicación a la función publica, transparencia y rendición de cuentas. En el “contrato” de requisitos mínimos de calidad, estos ha pasado a ser los atributos principales que se le exigen al candidato para asegurarle al mandante (votante) una buena gestión. La pertenencia a un partido ha pasado a ser requisitos de segundo plano en las demandas de los ciudadanos, exigen igualmente que sea un verdadero luchador social, que los represente, que sea capaz de luchar por la libertad y la democracia en todos los terrenos.
Dentro de unos meses vamos a renovar gobernaciones y alcaldías. El proceso electoral puede ser enriquecido por los partidos políticos-me refiero a los de la oposición- “certificando” que no llegaran a imponer candidatos. Es una oportunidad inmejorable para que empiece a cicatrizar la relación con la ciudadanía y a quebrarse la antinomia entre gobernados y gobernantes. La oposición debe dar muestras de que esta a la altura de las circunstancias de su patria y de las necesidades de su pueblo. Hay que impedir cívica y democráticamente que se sigan revirtiendo y socavando las instituciones democráticas, al usarlas para restringir los derechos de quienes están en desacuerdo con el propio gobierno. Hay que impedir que se siga minando lentamente el derecho a una educación libre y democrática, y hacer la contra, oponerse a las medidas restrictivas de las libertades sociales, económicas y políticas.